VALÈNCIA. En tiempos de indigencia militante por desgaste constante de principios desde el seno de quienes más deberían cuidar un sentimiento, la renovación de Hugo Guillamón es una extraordinaria noticia.
Y no es que lo sea por una gestión hábil o diligente de quienes gobiernan el club; todo lo contrario. Lo es por las ganas del futbolista de pertenecer al Valencia CF pese que la entidad de Mestalla esté viviendo una de las épocas más difíciles de su historia.
Lo es porque Hugo Guillamón ha demostrado tantas ganas de continuar como valencianista que ya es la segunda vez que espera al club de sus amores para renovar pese a la falta de competencia en la gestión de sus dos últimas prolongaciones de su contrato.
En la primera, y en el verano de 2020 cuando hubo que esperar al 22 de agosto para que el futbolista prolongara su vinculación hasta 2023. Ese año y por efecto de la pandemia se permitió que hubiera una mes de moratoria para que los jugadores renovaran contrato o prolongarán cesiones. Aún así, Guillamón esperó al Valencia CF los 22 días del octavo mes del año pese a una muy buena oferta del Villarreal. Sus ganas de triunfar en Mestalla pudieron con el ya clásico caos de planificación en lo deportivo que suele exhibir la propiedad.
Esta ha sido la segunda. La renovación de Guillamón fue apalabrada en todos sus términos para el mes de abril, pero tras la disputa de la final de Copa, Peter Lim decidió paralizar la firma del nuevo contrato del futbolista. Por el camino Hugo vio como su figura se revalorizaba y era llamado por Luís Enrique para jugar encuentros con la selección española. Sin duda que la apuesta de Gattuso por el futbolista criado en la Academia acabó de desembarrancar un proceso que quedó otra vez congelado por voluntad y capricho del propietario sin que nadie comprendiera los motivos. Segunda vez que el sentimiento de Guillamón ponía la cordura que demostró no tener la propiedad; Guillamón 2-Meriton 0.
Decir que todos los canteranos criados en Paterna tienen un apego incondicional a jugar en el Valencia CF bajo cualquier circunstancia sería falaz y ventajista. Tanto como asegurar que muchos de ellos sí tienen un apego a la entidad y a los colores que debería ser aprovechado para que estos procesos fueran abordados en tiempo y forma. De esa manera, al menos el club no entraría en su último año de contrato (a 2 meses de hacerlo con Guillamón han estado) como ya les pasó con otros, con lo que acudir al mercado en esas circunstancias te deja con inferioridad y se suele vender al futbolista por un precio mucho más bajo de lo que se debería (Ferran, Kang In, Soler). Al final, menos dinero para el club, como si fuera sobrado en el aspecto financiero.
No saber leer el apego a unos colores es la característica común a los 8 años de gestión de Meriton en Valencia. Tan solo preocupados por el aspecto crematístico del negocio del fútbol no hay que olvidar el concepto que el propietario tiene de la masa social del club: "Y la verdad es que (los aficionados) me provocan algo de compasión, pero entre nosotros, entre amigos, solemos decir que las cosas más pequeñas te dan los dolores de cabeza más grandes".
Al no sentir nada por la propiedad que compraron, es imposible que puedan entender el sentimiento y apego a una causa, a unos colores, a un escudo. No es trascendente en su hoja de ruta, por eso no valoran que eso le puede reportar beneficios al club (que no al bolsillo de Peter) y que es un factor indispensable para un buen gobierno de un equipo de fútbol.
Es como si usted le pidiera a alguien que nunca probó una gota de café que describiera el sabor de esta bebida; sería imposible.
Pues en esas estamos, mientras Meriton esté al frente su única hoja de ruta pasa por las finanzas de Peter. El resto es pedirles que describan el sabor del café.