Hoy es 7 de octubre
VALÈNCIA. La temporada más larga del mundo, la del 110 aniversario, acabó con dos victorias sin obligaciones deportivas, ante dos rivales (Celta y Getafe) que sí se la jugaban, y evidenciando que dudar de los hombres de Paco es contraproducente y acaba pasándole factura al que se cruza en su camino. Seis puntos y dos escenarios de partido diferentes, porque vigueses y azulones tienen estilos antagónicos, superados con nota. Con el gol de Coke después de 119 minutos, el Levante logró su segunda mejor puntuación (49) en sus catorce temporadas en Primera División. Atrás quedan ahora los 48 con Joaquín Caparrós en la temporada 2013/2014 y por delante brillan los 55 de la mano de Juan Ignacio Martínez, que valieron un billete para Europa tras esa inolvidable sexta plaza de la 2011/2012. En lo personal, Paco López ha superado los 44 puntos obtenidos el curso anterior después de la agónica permanencia en la penúltima jornada en Girona, así como los 46 de la 2017/2018, aunque en su caso solamente dirigió las últimas once citas con unos números de Champions: 25 de 33, con ocho victorias, un empate y dos derrotas.
El Levante ha logrado la permanencia sin agobios, con cinco jornadas de antelación, gracias, sobre todo, a un juego reconocible. Un ADN inculcado por su entrenador, con un bloque unido, que hace del balón su virtud y que ha deleitado cuando ha inyectado velocidad a sus acciones. Un vestuario con ‘jugones’ que están en el escaparate con todo merecimiento. Un equipo que se ha rehecho de las adversidades que ha ido encontrando en el camino con argumentos futbolísticos para ganar a cualquiera y con unas ganas de querer y mejorar, aunque por momentos no salieran las cosas como a todos nos hubiera gustado.
Los granotas no han dejado indiferente a nadie. La desafección es el peor de los males y esa indiferencia jamás la he contemplado este curso en Orriols. En los momentos críticos, la tropa respondió, pero cuando pudo dar el estirón se quedó a medias y sin la posibilidad de creer en cotas mayores o generar ese ilusión hasta el final y acabar más arriba de la clasificación presupuestaria. Ha faltado un poco, pero también entiendo que no es tan sencillo. Es muy positivo pensar que hay mimbres para más. No quito ni un ápice de valor a una permanencia labrada con sangre, sudor y lágrimas de satisfacción. Siempre he abogado por el compromiso de la plantilla incluso en esos momentos de bajada. Es complicado centrar el foco en un factor concreto para argumentar esas idas y venidas, esa montaña rusa, esos momentos de desenfreno y desesperación casi de una jornada a otra. No pienso que haya sido una falta de actitud y dejadez, aunque comprendo que los ‘haters’ puedan tender a ello al contemplar esas desconexiones que han costado fallos y puntos, principalmente antes del frenazo por el coronavirus. Me cuesta contar con los dedos de una mano los goles encajados que han sido más por aciertos rivales que por errores granotas. Y me da mucha rabia y más aún a Paco y su cuerpo técnico.
Que Aitor Fernández haya sido el mejor de la temporada evidencia que la estructura defensiva, que es una labor de todos, ha mostrado fugas. En el #VolverEsGanar, el Levante se ha adaptado a la ‘nueva normalidad’ mejor que otros equipos, ha corregido esos desajustes de las primeras 27 jornadas, ha sido un bloque más práctico, menos estético, no tan expuesto al talento de sus hombres más ofensivos y eso ha servido para reducir las deficiencias. Lástima esos dos puntos de doce (los empates en Pucela y contra la Real Sociedad, y las derrotas en Palma y frente al Athletic en La Nucía) tras el 4-2 en el destierro contra el Betis Es entendible porque ya el sufrimiento no existía por la ausencia de obligaciones.
Dije la semana pasada que el lema ‘qué grande es ser pequeño’ se ha quedado anticuado y lo repito. Pese a esa sensación de haber podido desmelenarse más todavía y haber dado guerra por esa séptima plaza hasta el final, he disfrutado mucho con el equipo. Consolidado económicamente en la zona media de la mejor Liga del planeta y con un estadio en marcha que va a dar envidia cuando la reforma haya acabado, el reto del próximo curso será el crecimiento sobre el terreno de juego. Es el momento de dar un paso adelante en los objetivos deportivos. Con los pies en el suelo, pero sin miedo porque hay motivos para dejar los mínimos atrás. Con ambición y realismo a partes iguales. Si no se descapitaliza la plantilla, el futuro es ilusionante. Retener a la columna vertebral es una tarea primordial.
“Nadie en el club me ha trasladado que haya necesidad de vender este verano. No siento que acabe una etapa, siento que estamos construyendo un bloque importante que puede seguir creciendo la próxima temporada”, afirmaba Paco López en la previa del último baile ante el Getafe. Tras el último 1-0 reconoció que se iba de vacaciones “muy tranquilo”, aunque seguro que en su mente rondará el peligro de poder perder a futbolistas con tanta ascendencia en su pizarra como Aitor Fernández, Bardhi y/o Campaña. Lo bueno es que a esos futbolistas que más piropos aglutinan, porque además se los han ganado, el club los tiene bien atados en negro sobre blanco. Aunque en el caso del portero y el macedonio, que ojalá sigan en el proyecto 20/21 al igual que el centrocampista andaluz, habría que adecuar su protagonismo a su situación contractual. “¿Qué hay de lo mío?”, solicitarán más pronto que tarde… o puede que ese movimiento ya lo hayan dado. Es lo que tiene haber inflado fichas de jugadores con más sombras que luces.
Este es un Levante coral, con el sello inconfundible de Paco López, pero con esos tres nombres propios. Pretendientes no faltan para Bardhi, Campaña y Aitor, pero aún no hay un club que haya dado un paso en firme. Quico Catalán y su Consejo de Administración tienen clarísimo que solamente negociarían la venta de uno de ellos si la propuesta es satisfactoria y que por los siguientes reclamarían la cláusula. La explosión de Enis en la recta final del campeonato ha elevado su valor en el mercado y es sobre el que más ojos apuntan en el panorama europeo. Tiene contrato hasta 2022 (ampliable a dos años más) y una cláusula de 50 millones de euros. Por el arquero es un secreto a voces que el Athletic muere por sus huesos. Es constante la comunicación entre el entorno del jugador y el director deportivo Rafa Alkorta. Para darle cabida, los vascos deben encontrarle acomodo a Iago Herrerín. Como el ‘10’, en su caso aún más sangrante, su contrato no se corresponde con su rendimiento de matrícula de honor. 30 millones de euros es la cantidad de salida que aparece reflejada en su vinculación como granota hasta 2023 que se oficializó el pasado mes de noviembre.
En esta ecuación de porteros, un nombre que no desaparece de la órbita del Levante es el de Bono, propiedad del Girona. En el pasado mercado estival, el guardameta marroquí iba a entrar en un trueque con Oier Olazabal, pero al final fue cedido al Sevilla (y el de Irún traspasado al Espanyol), con una opción de compra de cuatro millones que el conjunto hispalense medita renegociar después de haber brillado en la recta final de temporada desde la lesión de Vaclik. Antes habrá que esperar a lo que sucede con el conjunto gerundense que va a disputar la promoción de ascenso a Primera y podría acompañar a Cádiz y Huesca. O si al final los del Pizjuán incorporan a Rui Silva, los guantes del Granada, la revelación del curso. El escenario por Campaña es de sobra conocido. Es el jugador franquicia y su marcha está cifrada en 30 millones de euros, justo la mitad de su cláusula. En su demarcación, su ‘querido’ Sevilla, que debe rellenar el vacío que deja Banega, va a incorporar al turco Irfan Can Kahveci y no se olvida del valencianista Parejo.
Junto a las aristas por pulir alrededor de Aitor, Bardhi y Campaña, y los fichajes cerrados de Malsa y Son, hay más asuntos pendiente como las renovaciones de Morales, Rochina y Roger, que están sobre la mesa. Un central de jerarquía, un delantero y un hombre de banda, a expensas de lo que suceda con Aitor y la portería, son objetivos prioritarios para reforzar la plantilla que se avecina, aunque el limite salarial asfixia estos movimientos y obliga a una venta importante. Hay un ‘marrón’ importante en la acumulación de esos cedidos que no entran en los planes de Paco, además de los que sí han acabado la temporada como Duarte, Sergio León y Hernani y que es evidente que no encajan en el engranaje deportivo del míster. Y por último será casi una misión imposible poder retener a Borja Mayoral, otro que ha salido revalorizado de estas últimas once jornadas. Todo apunta a que no habrá una tercera temporada del delantero de Parla en el Levante.