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El Valencia Basket finiquitó un proyecto y tiene dudas con el actual 

30/12/2022 - 

VALÈNCIA. El Valencia Basket cierra un 2022 en el que finiquitó sin ningún éxito reseñable el proyecto de Joan Peñarroya al frente del equipo y ha puesto en marcha otro más rompedor con Álex Mumbrú al frente, que ha iniciado con dudas, en parte por las lesiones que le han castigado durante toda la campaña.

El equipo valenciano arrancó el año tras un último trimestre de 2021 con innumerables problemas físicos, una realidad que se mantuvo en la segunda parte de la temporada, en la que vivió graves lesiones como la de Klemen Prepelic en marzo (que le dejó sin jugar lo que restaba de campaña), la infección que sufrió Nenad Dimitrijevic o la de Martin Hermannsson en el último partido del ejercicio (que ha hecho que aún no haya jugado esta temporada).

El equipo no supo sobreponerse a esa situación y fue cayendo en los diferentes torneos en los que participó. Especialmente decepcionante fue su derrota en cuartos de final de la Copa del Rey ante el UCAM Murcia dado que tenía mucho mayor presupuesto que su rival.

En la Eurocopa superó rondas con solvencia mientras los rivales fueron de menor entidad pero al llegar a semifinales ante el potente Virtus Bolonia se vio superado por el equipo de Sergio Scariolo, pese a contar con el factor pista en una eliminatoria que se jugaba a un solo partido. Con esa derrota perdió además la posibilidad de clasificarse para la Euroliga por méritos deportivos ganando la competición.

En la ACB, firmó una aceptable fase regular pero en cuartos de final sucumbió ante el Baskonia, un rival de potencial similar pese a tener el factor cancha también a favor. El Valencia cayó en la Fonteta en el primer choque, se impuso en Vitoria en el segundo y perdió con claridad en el tercero y definitivo de nuevo ante su público.

En ese último tramo de la temporada, el Valencia ya sabía que Joan Peñarroya no había aceptado ninguna de sus dos propuestas de renovación y que iba a firmar por el equipo vasco, lo que le llevó a tener que empezar un nuevo proyecto.

Dirigido desde el 1 de enero por Enric Carbonell, nuevo director general del club, la entidad decidió firmar un contrato de más de una campaña con un entrenador, algo que llevaba muchos años sin hacer, y tras entrevistarse con varios técnicos, entre ellos Pedro Martínez, se decidió por Mumbrú, que firmó un acuerdo de tres campañas con salidas. El histórico exjugador había completado cuatro buenas campañas en el banquillo del Bilbao, en la que fue su primera experiencia como entrenador.

La entidad tomó esa decisión cuando ya estaba casi claro que ante el veto a los equipos rusos por la guerra en Ucrania podía tener una invitación para la Euroliga, como finalmente así fue. Eso sí, la única manera de repetir por méritos deportivos era ganar la competición.

Pero, además del contrato de larga duración de Mumbrú, el Valencia decidió cambiar su estilo de juego y apostar por uno mucho más vertical. Al mismo tiempo, amplió su plantilla hasta las quince fichas y lo hizo sin un gran aumento presupuestario lo que le llevó a apostar, salvo excepciones, por jugadores sin experiencia en la Euroliga.

Sólo Chris Jones conocía el torneo pero no lo habían disputado Jared Harper, James Webb III, Jonah Radebaugh y Kyle Alexander Los gastos previstos son de 24,2 millones frente a los 22,7 de gasto de la pasada campaña jugando también el femenino la Euroliga.

El arranque de la campaña ha estado marcado por los problemas en el puesto de base. Hermannson sigue lesionado, Sam Van Rossom ha tenido que ser operado de la rodilla y Chris Jones se ha perdido ya varios partidos por problemas en esa articulación. También está siendo complicada la adaptación de Jared Harper en su primera experiencia europea. De momento no ha habido fichajes y se decidió recuperar al cedido Guillem Ferrando.

Con esa falta de regularidad en la dirección del juego y con varios jugadores de la pasada campaña descolocados ante el nuevo estilo, Mumbrú ha matizado esos cambios en la manera de jugar para equilibrar algo más el ataque. No obstante, el equipo sigue con mucha dificultad para controlar los partidos desde la defensa.

Estos problemas le han llevado a cerrar el 2022 en novena posición de la ACB y por tanto fuera de los puestos que darán la clasificación para la Copa (aunque sólo le separa una victoria del octavo puesto a falta de cuatro partidos) y a estar duodécimo en la Euroliga, también cerca pero fuera de los puestos de las eliminatorias por el título de la competición.

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