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El Valencia siempre fue eso

Acaba de finalizar la primera vuelta y el VCF, por méritos y derecho propio, por trabajo y por fútbol, está en el tercer lugar. A 11 puntos de un Barça intratable y a 2 de un Atlético potente, pero con un colchón impensable de 8 puntos sobre el Madrid, 9 sobre el Villarreal y nada menos que 11 sobre el Sevilla...

17/01/2018 - 

VALÈNCIA. De la casa de los líos a un remanso de paz. De una eterna guerra intestina a un orden de puro sentido común. De ser una banda a ser un equipo. De dos años de sociedad histérica a volver a ocupar el estatus que pertenece un equipo histórico. De los brazos caídos a la ética del trabajo. De la autocrítica cero a la exigencia máxima. En apenas seis meses, el Valencia ha cruzado el Rubicón de la mediocridad para ver rozar la orilla de la playa de la gloria. La propiedad, adicta al disparate, ahora se conduce con cierto sentido común. La ejecutiva, que antes operaba atada de pies y manos, ahora desarrolla su gestión con plena autonomía y libertad. El banquillo, antes una silla eléctrica lista para electrocutar a cualquiera, ahora es una completa bendición. El club ha cambiado de color hasta las paredes de un vestuario que olía a habitación cerrada y decepción, ha variado su manera de trabajar, ha apretado los puños, ha remado en la misma dirección y ha completado una primera vuelta magnífica, llena de mérito. Las notas finales llegarán en mayo, pero en estos momentos, el Valencia CF, mientras avanzan las hojas del calendario, se ha ganado, por derecho propio, su condición de tercero de la Liga, logrando que Mestalla siga teniendo licencia para soñar. Aprobado para Meriton, porque ahora, lejos de estorbar y dirigir el club a control remoto, están delegando en los que conocen el oficio. Notable para el vestuario, para los que decidieron quedarse y para los que llegaron para sumar, porque su compromiso está reluciendo. Sobresaliente para Alemany, que firmó poco pero bueno y sigue trabajando para doblar apuesta, sin ruido pero con muchas nueces. Y con la venia, matrícula de honor para Marcelino García Toral, ese entrenador al que muchos no acababan de ver como el capitán ideal de un barco que está llevando a buen puerto. 

Marcelino, al que no le gusta el elogio porque siempre le coge trabajando, ha dado la vuelta al equipo como un calcetín igualando la mejor primera vuelta de la historia contemporánea del club. Con una plantilla corta, pero determinada a superarse. Con un vestuario que decían que no daría la talla, pero que la está dando. Con un portero que decían que no podía ser jamás la prioridad en verano, pero que se está ganando el sueldo y el reconocimiento. Con una defensa que antes era una banda y ahora se mueve como un solo hombre. Con un centro del campo que antes parecía de plástico y ahora es adamantium con Kondogbia y orfebrería pura con el mejor Parejo. Y con una delantera que se decía que no tenía gol y que ha anotado nada menos que 40, habiendo resucitado las mejores versiones de Rodrigo, Mina y Zaza. Y con un jugador inmenso, con un futuro tan prometedor como incierto, que logra que este Valencia, además, de competir, vuelve cuando él está inspirado: Gonçalo Guedes. Por él suspiran Bayern, United y Chelsea, pero si Lim se anima, si hay línea de crédito y si Mestalla sigue arropando a su ídolo, quizá Mendes asuma que más vale Valencia en mano que Premier volando. 

Acaba de finalizar la primera vuelta y el VCF, por méritos y derecho propio, por trabajo y por fútbol, está en el tercer lugar. A 11 puntos de un Barça intratable y a 2 de un Atlético potente, pero con un colchón impensable de 8 puntos sobre el Madrid, 9 sobre el Villarreal y nada menos que 11 sobre el Sevilla. De propina, en el horizonte aparece, esa Copa del Rey que Marcelino tiene entre ceja y ceja, porque un club de la grandeza del VCF, tenga plantilla corta o larga, no puede elegir, porque sea Liga o Copa, este Valencia tiene que salir a ganar siempre. Resulta imposible determinar cómo acabará la temporada del Valencia CF, pero aún a riesgo de no leer el futuro o no tener dotes adivinatorias, lo que uno tiene claro es que, aunque no se haya ganado nada y sea muy pronto para lanzar las campanas al vuelo, este equipo, con sus errores y aciertos, está en la senda correcta. Vendrán victorias, empates y derrotas. Alegrías y decepciones. Todas deberá tomarlas desde la tranquilidad del trabajo bien hecho. Si este equipo sigue sin levantar la vista del partido a partido, ese que invocó Benítez y popularizó Simeone, hará buenos los versos de Machado. Caminante, no hay camino, se hace camino al andar. Y Marcelino sabe que al andar se hace camino, y que al volver la vista atrás, no habrá un solo hincha que no sepa que ahora ve la senda que nunca hay que volver a pisar. Antes se arrastraba la camiseta, ahora se empapa en sudor. Así se compite. Y así se gana. Uno no es valencianista de cuna, pero tiene empatía y memoria. Sudar y competir. El Valencia siempre fue eso.

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