El verdadero descenso

VALÈNCIA. Hace ahora diez años, el Valencia ocupaba la octava plaza del Ranking de la UEFA. Solo había tres equipos españoles clasificados por delante: Real Madrid, Barça y Atlético. El Valencia superaba a entidades de la talla del Inter, la Juventus, el Milán, el Oporto, el Manchester City, el Nápoles, el PSG, el Liverpool... Podría seguir con una lista interminable de clubes poderosos a los que desde Mestalla se les miraba por el retrovisor. Si retrocedemos otros diez años más en el tiempo, incluso podríamos ver al Valencia situado en la segunda posición de dicho ranking, solo superado por un Real Madrid al que le disputaba la supremacía futbolística tanto en La Liga como en Europa. 

A día de hoy, y tras diez años con Peter Lim como gestor, el Valencia ocupa el puesto 92 en esta clasificación europea. Es decir, ha bajado 84 posiciones en la tabla. El club se desploma a una media de casi diez plazas anuales perdidas. El Valencia ha pasado de ser un equipo habitual del Top 10 del viejo continente a codearse en el Ranking UEFA con clubes de medio pelo como el Sivasspor de Turquía, el Apoel de Chipre o el Maccabi Haifa de Israel. Todos ellos amenazan su privilegiada posición. Pero ahora dentro del Top 100. Si la Superliga de nueva creación tuviera una quinta división, ahí veríamos jugar al Valencia de Lim. Ilustres como el Pyunik de Armenia, el Petrocub de Moldavia o el Santa Clara de Portugal serían los posibles rivales que pasarían por Mestalla. 

Este Ranking UEFA también desvela que el Valencia es el décimo equipo español mejor situado en Europa, por detrás de clubes como Osasuna o el Granada cuyas vitrinas andan un tanto escasas de trofeos. Aunque parezca un drama, que lo es, aún tendremos que dar gracias y aplaudir la mediocridad. Porque de no ser por el buen hacer de Baraja, que ha logrado mantener al equipo en la zona de confort pese a contar con una plantilla limitada, la cosa podría pintar incluso mucho peor. El entrenador ha logrado estabilizar al enfermo en planta cuando las gráficas que presentaba la pasada temporada no eran nada halagüeñas. Eso, de diez. 

Por todo lo dicho, cuando me alertan del peligro de descenso del Valencia, mi cabeza no piensa en la posibilidad de bajar a Segunda división. Es más, estoy seguro que el equipo se salvará sin pasar apuros. Cuando me hablan de descenso pienso en el verdadero hundimiento deportivo del club. Porque el gran desmoronamiento futbolístico es el que ha dado en Europa. En diez años, el Valencia ha pasado de ser una entidad modélica, respetada, reconocida y envidiada, a ser un club invisible que se sostiene gracias al apoyo incondicional de una afición que sí que está entre las mejores del continente.