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Enfado y preocupación

10/04/2022 - 

VALÈNCIA. El reparto de las entradas para la final de la Copa del Rey, si es que de verdad se le puede llamar “reparto”, nos ha dejado datos cuanto menos sorprendentes. Algunos provocan hilaridad, como lo de los 122 años de antigüedad en un club que este pasado marzo cumplió los 103 palos. Sin embargo, otros registros desvelados invitan al enfado y la preocupación. De las sintomáticas cifras que esta pasada semana salieron a la luz pública gracias al informático de marras, me quedo con dos: La primera, que el Consejo de Administración con sede en Singapur se haya quedado más de 8.000 localidades para el partido ante el Betis. La segunda, que el número de socios del Valencia haya descendido a poco más de 30.000 abonados.

No sabía yo que Anil Murthy tuviera tantos amigos en València como para repartir ocho mil entradas entre sus colegas. ¿De verdad Peter Lim todavía mantiene un elevado registro de adeptos en nuestra ciudad?. Muy triste. Cuando años ha el Consejo de Administración de Mestalla lo formaban directivos de aquí, entiendo que el número de familiares, amigos y conocidos era elevado y los compromisos se multiplicaran. He visto a Paco Roig, Pedro Cortés, Jaime Ortí o Manolo Llorente ser asaltados en plena vía pública por aficionados desesperados que les pedían una entrada para la final costara el precio que costara. Pero  los Murthy, Sean Bai, Teo Swee Wei y compañía….  ¿Qué compromisos tienen? ¿Cuál es su nexo con nuestra Comunitat y nuestras gentes?. Ninguno. Como no sea que tengan que quedar bien con la hostelería local, que se frota las manos con ellos, no se entiende otra cosa.

Miren, se pongan como se pongan o digan lo que digan los lamentables comunicados que lanza el club, lo bien cierto es que el Consejo de Administración singapurés se ha quedado el 8.000 entradas para sus “compromisos”  (lo que supone casi un 40% del total). Tremendo. Sobre todo si se compara con un Betis cuya directiva apenas pondrá 3.000 localidades para sus compromisos. No seré yo quien haga un llamamiento a la violencia, líbreme Dios. Esos excesos deben quedar relegados del mundo del fútbol. Pero en otras finales de Copa que jugó el Valencia y por mucho menos de lo que ahora acontece, vimos las furgonas de la Policía en la puerta del club intentando calmar a una afición rabiosa que estaba dispuesta a tomar al asalto la sede para explicárselo a más de uno.

El otro dato revelador, por lo preocupante del mismo, es el descenso del número de abonados. Cuando se hablaba del Valencia y su músculo social, la cifra de 40.000 estaba en boca de todos. Ahora, hablamos de diez mil menos. De un retroceso cangrejil tan relevante como deprimente. De una deserción continuada. Lim, Murthy y compañía se superan a diario. Estamos peor que nunca. Lo institucional es una lágrima. La reputación está por los suelos. “Gracias, Peter”, que decía Amadeo Salvo… Solo espero que podamos ganar la Copa para que una nueva generación de valencianistas aproveche el tirón del triunfo y pueda engancharse para, al menos, recuperar algo de terreno perdido.

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