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opinión / 13 de noviembre / OPINIÓN

Escuadra y cartabón

18/02/2020 - 

VALÈNCIA. Desde el inolvidable triunfo del liderato en octubre en 2011, cada visita a Villarreal acaba en pesadilla por una tecla u otra. Seis visitas y solamente un empate. El Levante todavía no le ha cogido el pulso a 2020 y la sensación de querer y no poder agota y convierte cada vuelta a casa en un suplicio. Otra vez una apuesta valiente que se va al traste por asumir riesgos innecesarios. Pese a llevar solamente una victoria más desde aquel 3-1 al Celta en el cierre de 2019, no se puede catalogar la actual como una situación crítica. Un panorama que se le puso sobre la mesa a Paco López en la sala de prensa de La Cerámica y que quiso negar rápidamente porque en estos momentos no se ajusta a la realidad, aunque por esa ‘tranquilidad’ clasificatoria existe el riesgo a bajar revoluciones ante rivales más cerca de aspiraciones continentales o frente a esos más necesitados de puntos que evitan caer al precipicio. Espero que no llegue el momento de dar razón a los pesimistas y haya que encender la luz de alarma y echarse a temblar. Lo que no paso por alto y me mantiene en alerta es que a estas alturas de la temporada pasada, a la conclusión de la jornada 24, el Levante sumaba un punto más (30 por los 29 de ahora) y hubo que sudar sangre para lograr la permanencia en un partido a vida o muerte en Girona. Temo que al vestuario le vuelvan a pasar factura o condicionarle otros factores al margen de los resultados como las lesiones o los horrores del VAR. 

Entiendo a los que insisten en que suena repetitivo el discurso de que el equipo compitió, que el sábado así lo fue, pero que no es alimento suficiente porque al final las sensaciones positivas acaban quedándose en nada por esos detalles que los rivales no perdonan y más si cuentan en sus filas con exponentes que han costado 20 millones de euros o más. Clerc le dio tiempo de sobra a Gerard Moreno para acomodarse el esférico a su pierna buena, superar a Aitor Fernández e igualar a Roger y Ángel, con diez tantos, en la pelea por ser el máximo goleador nacional. Mientras que una pérdida imperdonable de Bardhi posibilitó la polémica diana por milímetros de Moi Gómez. Esta vez fueron ellos dos los ‘señalados’ como pudieron ser otros. Son muchos puntos que se han ido al garete por errores propios y esa es una de las realidades del desequilibrio. Una constante semana tras semana. 

Las caras de la expedición a la salida de Villarreal eran una mezcla entre la contrariedad de la oportunidad perdida por esos detalles que cuestan partidos y esa acción en la que no se echó mano de la escuadra y el cartabón como en el duelo de la temporada pasada en el Ciutat. No se hiló tan fino y para rizar el rizo apenas 24 horas después se difundió en las redes sociales una imagen que reflejaba la posición antirreglamentaria de Gerard. Lamentarse más no sirve de nada, no hay vuelta atrás. La décima derrota fuera de casa amplía a 28 los partidos sin dejar la portería a cero como visitante. Igual de sangrante que desde el 21 de septiembre no conseguía el Levante que Aitor echara el cerrojo a su guarida hasta la victoria contra el Leganés. Así es imposible creer en algo más que en lograr la salvación. Si a este equipo le llega para aspirar únicamente a resistir en la élite como sea habrá que reformular el próximo proyecto e inyectar un plus de ambición y hambre. 

La memoria de Calleja

Lo del fuera de juego en el gol de Moi Gómez es la constatación de que el VAR no funciona con el propósito por el que apareció en el fútbol. Debería ser una herramienta fantástica, pero los árbitros han demostrado que no saben cómo usarla. Por momentos es indefendible y desesperante. No sé qué diferencia hay entre el talón de Morales o el de Gerard Moreno. O cuando la axila de Roger invalidó el 2-0 en el partido ante Osasuna que acabó 1-1. Y ahora la espalda de Vezo. Ni tampoco entiendo lo que cuesta trazar las líneas de marras de colores para que luego aparezca una imagen más acorde a la realidad que demuestra el error. Esos cinco minutos y pico cortaron las alas del Levante, se desactivó, ya que desde ahí apenas puso en aprietos a Sergio Asenjo. Para lo bueno y lo malo no creo haya que echar por tierra un gol por detalles tan impredecibles, pero todos indios o todos vaqueros. El Levante no olvida que se marcó un listón demasiado alto con el talón del Comandante que dejó sin valor el golazo de Rochina ante el Submarino del curso pasado que hubiera evitado sufrir hasta la bocina para alcanzar la meta. 

El fútbol no tiene memoria y esta vez Calleja no puso pegas al VAR. Hasta agradeció que el cuarto árbitro le avisara que a Iborra, con amarilla, no le iban a perdonar ni una falta más, de ahí que en la reanudación se quedara en el banquillo. Esa capacidad para no tener el mismo rasero en la interpretación de las infracciones. Cazorla es un fenómeno, cae muy simpático, pero cuando muestra una versión más contundente no es justo que se pase por alto. Que se lo digan a Vukcevic, que es el polo diametralmente opuesto y le pitan absolutamente todo. Melero López quería ser más protagonista del seguimiento que le estaban realizando a Paco para la nueva temporada de la serie ‘Six Dreams’ de Amazon PrimeVideo que el propio entrenador de Silla. Hasta en la zona mixta, incluso charlando con los periodistas que estábamos allí para intercambiar sensaciones y curar las penas con buenas palabras y mejores deseos, dos periodistas seguían al míster con cámara y un micrófono que recogía hasta el mínimo suspiro. Ojalá pronto recopilen más imágenes de alegrías porque llevan grabando desde enero (lo harán hasta mayo) y solamente han podido aglutinar con el balón en juego las de la victoria del 8 de febrero al Leganés de Javier Aguirre. 

Y el sábado llega el Real Madrid al Ciutat (21 horas). Un partidazo sin necesidad de motivación. Orriols tiene muy presente la derrota en el último precedente marcada por el penalti que mandó a la enfermería a Doukouré por su patada al aire que le provocó la rotura del ligamento cruzado anterior de su rodilla izquierda. Además de la desfachatez de Carvajal al afirmar que había oído el derribo a Casemiro desde 25 metros. Un encuentro en mayúsculas sin Rochina y con la necesidad de recuperar al Comandante para la causa. Morales se ha caído, me duele y aún más que se asuma como normal su suplencia, que apenas haya debate. Su pérdida de confianza es alarmante. Sigue en caída libre, pero repuntará. Le esperamos para volver a proyectarse en estas últimas catorce jornadas de LaLiga Santander. La clasificación dice que el Levante está ya a menos de distancia del descenso (8 puntos) que de Europa (9). No es una situación crítica, pero hay que tener cuidado. 

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