Hoy es 10 de octubre
VALÈNCIA. Desde hace años y a pesar de habitar en un sempiterno segundo plano, el fútbol suizo viene reclamando con vehemencia un lugar de mayor privilegio. El nivel competitivo de la Superliga, de los jugadores helvéticos y de la selección nacional vive un gran momento gracias a un enorme trabajo realizado desde la base en un país para el que los deportes de invierno no son un deporte, sino una religión.
Que una nación enmarcada en los majestuosos Alpes, con una altitud media de 1350 metros sobre el nivel del mar (con permiso de Andorra, el país más montañoso de la vieja Europa) y con menos de 9 millones de habitantes no haya fallado a un Mundial de fútbol desde Corea y Japón en 2002 y venga de pisar los octavos y los cuartos de final en las últimas dos Eurocopas no es casualidad. Es el resultado de un trabajo de años y años que ha hecho posible que Suiza tenga en el fútbol un argumento más para mostrar al mundo de lo que es capaz.
“Llevamos muchos años siendo los pequeños suizos, pero esta generación ha demostrado que puede competir al máximo nivel”
Philippe Senderos, director deportivo del Servette
Atrás quedaron los tiempos en que la Schweizer Nati era un combinado simpático e inocente, uno de esos equipos para los que disputar una gran competición internacional ya era de por sí un éxito rotundo. Ahora Suiza tiene madera y tablas para aspirar a más. Se ha ganado con justicia el cartel de rival duro y correoso. Que les pregunten a Francia y a España qué tal lo pasaron en los octavos y los cuartos de final de la última Eurocopa: sangre, sudor, lágrimas y algún ataque al corazón en la odisea de intentar doblegar a una de las selecciones más sólidas del continente. En ambos cruces la suerte se dirimió en la lotería de los penaltis: Francia sucumbió, pero España tuvo más suerte. Perfectamente podríamos haber visto a Suiza en semifinales de una Eurocopa.
Por si los hechos no hablaran suficientemente por sí solos, el perfil y el carácter de los futbolistas de Murat Yakin plasman a las claras dónde está el umbral competitivo de Suiza: Gregor Kobel y Manuel Akanji (Borussia de Dortmund), Nico Elvedi y Breel Embolo (Borussia Monchengladbach), Haris Seferovic (Benfica), Ricardo Rodríguez (Torino), Kevin Mbabu (Wolfsburgo), Granit Xhaka (Arsenal), Djibril Sow (Eintracht de Fráncfort), Denis Zakaria (Juventus), Remo Freuler (Atalanta), Xherdan Shaqiri (Chicago Fire), Mario Gavranovic (Kayserispor), Noah Okafor (Red Bull Salzburgo) y muchos otros gladiadores que, si bien no hacen del combinado helvético el más vistoso y talentoso a la hora de jugar la pelota, sí lo convierten en un equipo con mayúsculas capaz de castigar la paciencia de cualquiera de las más potentes selecciones del planeta. Dentro de unos pocos meses, en Catar, Camerún, Serbia y sobre todo Brasil cometerán un grave error si subestiman el orgullo suizo. Sin ir más lejos, el pasado domingo Portugal ya mordió el polvo en Ginebra (1-0).
“A los brasileños, serbios y cameruneses no les gustará jugar contra nosotros en Catar”
Murat Yakin, seleccionador de Suiza
Si a nivel de selecciones marchan bien las cosas es porque desde los clubes, la Federación y la Superliga viene trabajándose muy bien desde hace años. La competitividad en el torneo doméstico ha dado un salto cualitativo muy interesante y eso siempre es síntoma de buena salud futbolística. Basilea y Young Boys son los grandes dominadores y los clubes más poderosos. Son equipos que en Champions League están empezando a saber competir haciendo de sus estadios auténticas ollas a presión que recuerdan más a los infiernos turcos y balcánicos que a las bellas praderas de Heidi.
Ahí radica la gran evolución del fútbol suizo respecto a hace unos años, y esta temporada ha sido la que ha certificado la nueva realidad de la Superliga: el FC Zúrich, que no levantaba el título desde el año 2009, ha echado por tierra doce años de dominio de Young Boys y Basilea y ha levantado el decimotercer entorchado de su historia, con lo que disputará la fase previa de la Champions League.
El éxito de los zuriqueses no tiene nombre y apellidos, tiene alma. El técnico alemán André Breitenreiter, que por cierto dirigirá al Hoffenheim la próxima campaña, ha sabido configurar una engrasada maquinaria que ha pasado por encima de los dos grandes. La espectacular hoja de servicios del goleador gambiano Assan Ceesay (20 goles y 11 asistencias) y del veterano mediocentro Antonio Marchesano (13 goles y 6 asistencias) no habría sido la misma sin la aportación de un joven exvalencianista que fuera capitán del Valencia Mestalla y que cumplió un sueño al disputar dos encuentros con el primer equipo ante Granada y Valladolid de la mano de Voro. Adrià Guerrero, natural de Blanes (Gerona), ha sido uno de los mejores futbolistas de la Superliga suiza, se hizo desde el principio dueño y señor de la banda izquierda del campeón helvético y ha terminado sumando 4 tantos y la friolera de 11 asistencias en 34 partidos.
Formado en La Masía hasta categoría juvenil, Adrià fichó por el Reus en 2017 y en enero de 2019 fue reclutado por el Valencia para su filial. Militó año y medio en la disciplina valencianista, suficiente para convertirse en una pieza clave e incluso asumir la capitanía. Su mayor éxito fue debutar con el primer equipo después de la destitución de Albert Celades. Voro tomó la alternativa y confió en aquel chaval que tanto había demostrado en el filial; un momento que el catalán jamás olvidará:
“Es el sueño de mi vida. Cuando acabó el partido llamé a mis padres llorando"
Adrià Guerrero para Big Five
Dada su progresión, pactó con el club una salida en forma de cesión para tener minutos. Así se abrieron las puertas del fútbol suizo. El Lugano apostó por Adrià y no se equivocó. De hecho, su rendimiento no pasó desapercibido para el Zúrich la temporada siguiente, que lo firmó gratis, aunque el Valencia tiene guardado un porcentaje importante de una futura venta del jugador, cuyo valor de mercado ronda ya los 3 millones de euros.
El futuro a medio plazo de Adrià es toda una incógnita, aunque su cartel ha crecido muchísimo durante esta última campaña. El fútbol suizo es un gran escaparate para dar el salto a una liga superior, sobre todo a la Bundesliga, una competición que se nutre constantemente de los futbolistas que más destacan en su país vecino. Como carrilero por el costado izquierdo, el exvalencianista ha hecho auténticos estragos y se ha consagrado como un auténtico estilete llegando permanentemente hasta línea de fondo.
“Mi objetivo es dar el salto a una liga top. Ya sea a corto, medio o largo plazo"
Adrià Guerrero para As.com
Definitivamente, Suiza ha descubierto un futbolista enorme que dará mucho que hablar en los próximos años, un chaval que pasó por la fábrica de Paterna y que puede dar el salto a una gran liga en los próximos años. Un éxito tremendo para Adrià, testigo directo del renacido fútbol helvético y que posiblemente veamos la temporada que viene cabalgar la banda con el himno de la Champions League de fondo.