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opinión pd / OPINIÓN

Financial Times

15/05/2021 - 

VALÈNCIA. La inesperada entrevista de Peter Lim publicada en Financial Times deja a su paso un buen número de conclusiones que, como siempre en su caso, toca interpretar un tanto a ‘ciegas’ por no tener mayor detalle en los matices ni información directa del propio Lim que no pase por el filtro, siempre interesado, de los ‘vividores’ que tiene destacados en Valencia. En principio parece bastante normal que el mayor accionista del Club se exponga a las preguntas de la prensa para que los aficionados conozcan sus intenciones para con la entidad pero... como entorno a Peter Lim nada es normal, a todos nos resulta sorprendente que conceda una entrevista aunque sea a un medio extranjero que carece de la información necesaria para ser más inquisitivo, cuando lo normal sería que, de manera periódica y desde que se hizo con el control de la sociedad, se sometiese a una rueda de prensa ante los medios españoles y valencianos para dar explicaciones sobre todo lo que acontece y acontecerá.

Hecho este preámbulo que sería absolutamente innecesario si existiera un mínimo de transparencia en el día a día del Valencia CF, lo primero que me llama la atención es que, cada vez que sale una información del entorno de Lim, se haga alusión a la cotización del Club para, al mismo tiempo, aseverar que no quiere vender y... teniendo en consideración la afición que estos señores tienden a la mentira, dichas alusiones invitan a pensar que lo que intenta Lim es poner la etiqueta con el precio a la mercancía como aviso a quienes estén en disposición de presentar una oferta para que eleven la puja. 

No me llama tanto la atención que quiera justificar las protestas del valencianismo diciendo que están manipulados por los ofertantes valencianos. Teoría que podría ‘colar’ si un señor de Birmingham se sienta a leer el Financial Times pero que, aquí, en España no cree ni el que ‘asó la manteca’. Y digo que no me llama la atención porque responde perfectamente a la cultura del engaño en la que viven instalados.

Sí me sorprende la bravuconada de colocarse el primero de la fila a la hora de cobrar sus créditos en caso de un concurso de acreedores puesto que la legislación española al respecto es absolutamente taxativa a la hora de enviar al final de la cola los préstamos de personas vinculadas con la empresa concursada. Me sorprende que no conozca la normativa española y, al mismo tiempo, me preocupa que no exista tal desconocimiento y que , en realidad, dichos créditos se hayan formulado con un clausulado que los pudieran hacer prioritarios -si es que es posible hacerlo- en caso de un eventual proceso concursal. Y... me preocupa más todavía que sea capaz de, sin entrar en concurso de acreedores, acabar de vender las ‘joyas de la abuela’ con los que se garantizó el cobro de los créditos que, obviamente, son los futbolistas más valiosos que quedan en el vestuario valencianista porque, aunque no haya trascendido la identidad de los jugadores cuya venta activaría la devolución del préstamo, está más claro que el agua que no se trata de Jason, Vallejo o Yunus.

Lo que menos me sorprende, aunque creo que tiene un valor extra por ser el propio Lim quien lo dice, es que compró el club para favorecer sus negocios. Aquí creo que todo el mundo lo tiene claro hace mucho tiempo y el hecho de que sea él quien lo diga lo que viene es a desmontar esa teoría que, durante un tiempo, ganó fortuna en algunos sectores del valencianismo y que colocaría a Lim como la víctima de la desinformación que le remiten desde Valencia. Diciendo que compró el Valencia para favorecer sus negocios, queda bastante claro que es exactamente igual de insolente y que anida en él el mismo desprecio al valencianismo que en sus ‘embajadores cerveceros’.

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