VALÈNCIA. La elección del edificio de la Antigua Fábrica de Tabacos de València para mantener una reunión en la cumbre, con el objetivo de apagar el incendio que tiene la ciudad con el nuevo estadio del Valencia CF en la avenida de Cortes Valencianas, es maravillosa. Mientras los políticos se reúnen, llenos de reservas y de desconfianzas, para firmar algo que podría llamarse el Pacto de Tabacalera, desde Singapur Peter Lim los ha puesto a fumar a todos otra vez, y lleva actuando así la friolera de los últimos 10 años.
Todos en fila, uno detrás de otro. Todos fumados. Da igual quién esté en el gobierno o los pactos entre diferentes partidos; Meriton Holdings se los ha fumado a todos: azules, rojos, morados, verdes y naranjas. No importa el color, no importa la ideología, todos a fumar. El revolcón a los políticos de la ciudad es una constante en el maniobrar de Lim en Mestalla. Las faltas permanentes de respeto hacia la ciudad y hacia la masa social del VCF, también.
Chisporrotean los políticos cuando se enzarzan por el estadio, chisporrotea el periodismo, chisporrotea la afición en Mestalla, chisporrotean las plataformas opositoras... pero la máquina expendedora de tabaco de Singapur sigue haciendo negocio envolviéndolo todo en una humareda de confusión y una lluvia de cenizas en la que todos andamos a ciegas y los políticos no paran de darse golpes, absorbidos por esa bruma negruzca. Todo es humo, todo mentiras.
Y cuando los políticos consiguen organizarse, se reúnen y tienen la oportunidad de sentar las bases de un tratado definitivo para beneficiar a la ciudad y rodear a Meriton con un cordón sanitario, vuelven a azuzarse, incapaces de aparcar sus viejas rencillas, y el incendio lejos de apagarse se aviva. Más humo.
Y salen echando chispas los portavoces de Vox, Compromís y PSOE, porque, entre otras cosas, la alcaldesa María José Catalá, arguyendo que la reunión era de portavoces, decidió fumarse la reunión y fumarse al resto de portavoces. Más trabas. Más aristas. Más humo.
Cerró la jornada Javier Solís que reparte con diligencia en la ciudad las cajetillas de tabaco de Singapur junto a Layhoon Chan, que es quien recibe los fardos. Solís, que balbucea siempre que habla, quizás porque sabe que despide únicamente humo, se atrevió a ironizar con la situación. ¿El Miguelete, dices? ¿Qué te hace gracia, Javier? ¿Dónde están los avales? Altura de miras es lo que no tenéis vosotros; no hay más que ver como habéis jibarizado el club.
Y todo en la Antigua Fábrica de Tabacos, en Tabacalera. Más humo para un estadio convertido en un cenicero gigante. En Singapur se siguen carcajeando.