El ex futbolista del Valencia CF ha encontrado un lugar en el fútbol sur coreano tras abandonar la liga española. Allí ha vuelto a sentirse futbolista tras las multiples lesiones que sufrió en su etapa en España
VALENCIA. Hace dos años que Jaime Gavilán se alejó de los focos mediáticos del fútbol español, donde dejó su huella en el Valencia, en el Getafe y en el Levante. Aquel centrocampista lleno de talento, con una zurda exquisita y que rozó participar en el Mundial de Alemania 2006, alarga con éxito su carrera en Corea del Sur, donde el Suwon City disfruta de su talento.
A sus 31 años, Gavilán ha firmado este curso unas estadísticas que hace tiempo que no conseguía. Aquella temporada 2005/2006, en la que marcó 5 goles con el Getafe y sobresalió como uno de los mejores extremos de la Liga, queda lejos, a una década de distancia. Sin embargo, el jugador valenciano ha revivido en un país lejano, a miles de kilómetros de su casa.
En el Suwon City ha firmado 3 dianas, múltiples asistencias y ha tenido un papel relevante en un equipo en el que los jugadores españoles tienen un cártel enorme por los éxitos internacionales de la selección en los últimos años. El respeto hacia Gavilán fue máximo desde que llegó. Y, eso, lo ha devuelto con buen fútbol.
Pero el camino de Gavilán hasta el Suwon City no ha sido fácil. En 2011, sufrió una rotura de ligamento cruzado anterior de su rodilla izquierda cuando pertenecía al Getafe. Estuvo 283 días sin jugar. Antes, en el Valencia, en 2006, se rompió el cruzado anterior de su rodilla derecha y durante seis meses no pisó el césped.
Sus recuperaciones fueron muy buenas. Médicamente está perfecto, pero su paso por la enfermería frenó una carrera destinada a ser meteórica. Y, después de su paso por el Getafe y tras jugar un año en el Levante, decidió hacer las maletas para ver mundo y probar suerte en otras ligas como la griega (Platanias), la india (Atlético Calcuta) y, ahora, la surcoreana.
"Tenía ganas de vivir una experiencia diferente. Llevaba diez años jugando en la Liga. Después de la última temporada, con bastantes lesiones, quería cambiar de aires. Primero me surgió el tema de Platanias. Luego India y Corea y la verdad que estoy encantado", afirmó a EFE.
En cada sitio, Gavilán vivió diferentes sensaciones vitales más allá del fútbol. Sobre todo en la India, en Calcuta, donde pudo ver de primera mano las diferencias entre los que más tienen y los más pobres.
"Es un contraste abismal. Calcuta está considerada una de las ciudades más pobres del mundo. Cuando das cinco pasos en la calle ves la realidad, ves el realismo de todo. Estás acostumbrado a muchos privilegios que tienes en España y en India no paras de ver gente pobre que no tiene casi ni para comer. Pero a la vez es feliz con las pocas cosas que tienen y siempre están con una sonrisa en la cara. Eso te da que pensar", aseguró.
Aparte de ese contraste brutal, también vivió situaciones curiosas que cualquier turista se puede encontrar en la India. La lista es larga: las vacas, animal sagrado e intocable en el país asiático, entorpeciendo el tráfico sin ser molestadas; la comida extra picante o el tráfico caótico e incomprensible o el ensordecedor ruido de las bocinas de los coches que hacen que se te meten en la cabeza como un martillo pilón al que uno llega a acostumbrarse.
Toda ese "caos" cambió en Corea. De repente. De un extremo, Gavilán pasó a otro. Tras finalizar su aventura en la India, llegó una oferta desde el país asiático. Después de meditarlo unos días, dio el sí. Y, en poco tiempo, apareció en una ciudad cercana a la frontera con Corea del Norte y a 30 minutos de Seúl.
"Suwon es una súper ciudad todo está muy avanzado. El nivel de vida es alto, todo lo contrario que en la India. El país es una pasada. Es una potencia. Y la ciudad tiene de todo, como unos transportes rapidísimos, en nada estás en cualquier sitio".
Pero a Gavilán ha vivido otras situaciones que le han impresionado y que en España casi nunca podrías ver. Y, todas, basadas en el respeto, la educación y la higiene.
"Por ejemplo, la seguridad es increíble. Puedas dejar un móvil donde quieras y nadie lo coge. Hay mucho respeto. Hay unos valores que se echan de menos en España. O si hay un billete en el suelo, nadie lo coge y el que lo hace lo lleva a objetos perdidos. Y la limpieza es una pasada, no ves nada por el suelo y casi no hay papeleras. Lo guardan y cuando llegan a casa lo echan en la suya".
En ese ambiente, Gavilán se ha encontrado muy cómodo. Y, también, en su club, donde ha tenido que adaptarse a unos horarios diferentes a los habituales para un futbolista, como desayunar a las 7.30, comer a las 11:00, entrenar a las 15:00 y cenar a las 18:00. Así es es su día a día, por temporadas en solitario y en ocasiones con su mujer, que pasa en Corea largos periodos de tiempo para estar con su marido.
Pero tal vez el principal problema, ya solventado, fue el idioma en un país donde pocos hablan inglés y en un equipo en el que casi todos son surcoreanos, incluido el entrenador. "Al principio fue complicado. Los primeros dos meses no teníamos traductor. Al final, con el director deportivo, decidimos que lo mejor para las instrucciones del entrenador, era poner uno".
Gavilán se adaptó perfectamente y también se sorprendió por el nivel del futbolista coreano, que, según explicó, maneja a la perfección las dos piernas, es muy físico y con muy buen golpeo, aunque tal vez con tomas de decisiones menos acertadas.
El Suwon se puede parecer al Getafe. Es un club que ascendió de manera consecutiva desde la Segunda División B hasta Primera. Es un humilde del fútbol coreano en el que Gavilán ha cumplido con creces fuera de los focos mediáticos de la Liga. ¿Los echa de menos?.
"Ha habido momentos difíciles, sobre todo por el tema de las lesiones, que me han frenado mucho. Todo eso va haciendo cicatriz y tengo que dar gracias a que las operaciones, dentro de la gravedad, salieron bien y he podido jugar al fútbol".
"Echo la vista atrás y por una parte no he tenido la suerte esa que me habría faltado, pero por otra estoy muy agradecido por las vivencias que he tenido. He jugado más de 200 partidos en Primera, estoy contento por lo que he logrado y ahora trato de disfrutar y verlo desde otra perspectiva para añadir experiencias a mi vida".
Ese es Jaime Gavilán, un futbolista humilde que un día fue grande en España. Ahora, juega en ligas menores y el sueño del fútbol español queda lejos. Tiene pensado seguir jugando en Asia. Puede seguir en Corea, o ir a Japón. ¿Volver a España? "No se sabe lo que puede pasar en el futuro". De momento, el presente está en Asia. Y, allí, Gavilán vuela alto.