VALÈNCIA. Iba a escribir sobre la manera tan burda que ha tenido Peter Lim de subir el valor de mercado de una empresa en quiebra, que no puede hacer frente a sus gastos de manera habitual; o también de cómo ha usado el viejo truco del amigo “oculto”, cómplice, que apuesta a tu lado, para incentivar que caigas en el juego de los trileros y veas que es fácil ganar, cuando lo único que puedes hacer es perder y seguir perdiendo. Del mismo modo, tenía pensado escribir sobre el desastre de la ATE y sus consecuencias en la economía profunda del club, que se devalúa patrimonialmente sin posibilidad ya de revertirlo. Tampoco se ha dicho nada del patrocinio de las camisetas, que ya no podrá ser una empresa de apuestas, así que a ver qué hacen, porque este patrocinio nos costó un mundo de conseguir y es un dinero que dejará de percibir (cinco millones de euros) también y del que nadie habla, pero es que seguirá creando herida en la contabilidad del club.
De todo esto y de más cosas iba a escribir, pero me dio por pensar en que, lo que realmente me apetecía, era escribir sobre fútbol, debatir en torno a titularidades, suplencias, disposiciones tácticas, acciones a balón parado bien resueltas, tanto en defensa como en ataque, etc. Y esta semana, justo esta semana, no hay campeonato liguero de primera división y, entonces, me vuelven las dudas, en consonancia con las esperanzas, que son muchas. Y empiezo a darle vueltas a la cabeza sobre qué posibilidades reales tiene el técnico para crear algo más de fútbol con esta plantilla, de qué modo se puede aprovechar lo que tiene entre manos y bajo qué principio o propuesta articula los movimientos de defensa y de ataque. Me preguntaba si era bueno para el Valencia mantener la presión alta, con robo en tres cuartas partes del campo si la defensa seguía tan atrás, o si era mejor replegar por detrás del mediocampo, esperar y hacer un contragolpe más largo. Y si esto era así, pensar por qué fuera de casa nos ha destrozado la indecisión a la hora de presionar y de morder al rival cuando este tenía la posesión. Del mismo modo, me preguntaba (o quería escribir sobre) por qué fuera de casa la tendencia ofensiva se limita más que en casa, y encontré que el repliegue es más largo y, por tanto, a cada subida que hacen dejan más espacio en su espalda, que es lo que ha ocurrido en todas las salidas últimas que estamos viendo: una cobertura que ni el central de turno ni el mediocentro más defensivo pueden llegar a cubrir por la propia distancia y también porque existe una subida paralela, del otro lateral, que rompe nuestras propias líneas, por eso siempre hay un hueco entre los centrales, que suelen aprovechar realmente bien nuestros rivales cuando los atacan y filtran un balón, desde una banda hasta la frontal del área o punto de penalti. Bueno, eso y las miles de meteduras de pata de algunos jugadores. Pensaba que este automatismo podría corregirlo Gracia, porque nos hace daño, pero claro, nuestro actual ataque no nos está permitiendo atacar solo con cuatro (un lateral que centra, un extremo que fuerza los huecos, un punta que remata y/o un segundo punta que entra al segundo palo o el otro extremo que sorprende por detrás) y defender con seis para evitar contras y espacios, poniendo una clara línea de cuatro relativamente avanzada y dos medios pendulando entre el centro y su lado (izquierda o derecha), mientras los extremos repliegan y cogen fuerzas para volver a salir a la contra por si robas. Como nos falta un punto de llegada y calidad o acierto allá arriba y un poco de mordiente físico en el actual centro del campo, entonces tenemos ese híbrido actual que no llega a hacer ni una cosa ni la otra, de tal modo que los dos mediocentros suben hasta la frontal del contrario, aplastando el espacio del mediapunta; el delantero debe abrirse mucho a la banda para encontrar un hueco y abrir esa pared que, por nuestro empuje, nosotros mismos creamos, así que centramos pero ese delantero rematador no está para el remate en gran cantidad de ocasiones; luego, están los extremos, que son quienes están asumiendo la llegada por sorpresa, como segunda línea, pero cuyos números no son resolutivos, de momento, ni en asistencias ni en goles.
Tengo claro que este equipo, con lo que tiene en plantilla, debe saber crear espacios, o al menos intentarlo. Me consta que el cuerpo técnico le está dando vueltas, pero van pasando los partidos y cuesta ver cómo la teoría se traduce en juego y en efectividad. Estamos lejos aún de que las piezas le cuadren a Gracia, pero puede hacer algo más con lo que tiene, si evitamos que los extremos hagan recorridos tan largos, tratando de hacer que sus espacios generados sean más cercanos al área rival y no tanto a la nuestra. La superioridad ahí te la puede generar ese segundo punta, con su movilidad y no tanto el punta, quien al caer a la misma banda está llevando al central a donde están acumulando rivales en defensa. Sin embargo, si ese punta se mueve entre los centrales y el segundo punta entra a la espalda del lateral y el extremo le dobla y nuestro lateral ofrece un apoyo y nuestro medio centro va a la combinación, les estamos obligando a llevar hasta dos medios suyos, un lateral y un extremo: luego, si logramos centrar, con una buena precisión, nuestro delantero se medirá a un central y nuestro extremo contrario creará dudas entre el otro central y el lateral. Ahí ya, a ver qué pasa. Hemos atacado, no nos hemos desprotegido (nos falta un mediocentro, atrás, protegiendo los espacios que hemos dejado en la otra banda), les hemos forzado a trabajar a sus puntales y, al menos, tratamos de sacar rendimiento a lo que tenemos. No es fácil ni simple, lo sé, pero me apetecía más hablar de todo esto que de las miserias del club, que son muchas. Con tanto silencio este fin de semana me dio por pensar en lo que, como valencianista, me gustaría debatir, observar, opinar, aunque tengo la impresión de que el esperpento de la actual situación va apagando la llama de este tipo de tertulias, debates, charlas con los amigos: hemos dejado de decir, “vendrá este” o “fulanito juega muy bien, sería un buen refuerzo” a hacer apuestas por quién será la siguiente venta, qué fichajillos vendrán y de la mano de quién realmente, etc. Es decir, la historia que Meriton nos está contando cada noche, para horror de nuestro desvelo.