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opinión pd / OPINIÓN

Hablar de todo y de nada

24/03/2020 - 

VALÈNCIA. No me apetece nada hablar de fútbol, del Valencia CF o de todo aquello que esté relacionado con este deporte. No lo echo en falta propiamente: lo que sí echo de menos es la vida normalizada, el trajín de las emociones cotidianas, ese salir a la calle o quedarme en casa porque me apetece y porque me da la gana. Todo eso lo añoro mucho más que ir a Mestalla o ver y oír algún partido en algún medio de comunicación. No puedo concentrarme en criticar o alabar la gestión actual cuando sé que hay familias completas con el corazón atrapado en una lágrima, con seres queridos a los que no han podido dar su último adiós, o los tienen en la U.C.I., sin saber mucho más de ellos. No puedo sentir el pulso del deporte, ni me nace desviar mi mente hacia él, pero sé que es bueno poner un ojo en la vida normal que teníamos, para no perder la cabeza y que este confinamiento no se convierta en una cárcel física, emocional y psicológica. Sé que es el momento de salir al balcón y lanzar un aplauso a las personas del servicio sanitario, a los cuerpos de orden y seguridad del estado, a los camioneros y camioneras, a los y las vendedoras de las tiendas de comestibles, y a todas aquellas otras personas que hacen de este infierno un lugar todavía habitable. Ellos son ahora nuestros referentes deportivos, nuestras estrellas sobre el tapete verde, quienes deben levantar un título que nos afecta a todos y todas por igual, porque ahora mismo solo existe un color, un equipaje, un escudo, una bandera, una historia y una afición.

Me cuesta creer que haya gente tan insensata que quiera saltarse este confinamiento para irse a correr, a pedalear o a hacer el imbécil con una pelota, poniendo en riesgo a toda una comunidad, a todo un vecindario, una población o lo que sea. Tanto egoísmo, tanta insolidaria acción son solo el reverso de una sociedad que está actuando de buen fe, con responsabilidad y priorizando lo común sobre lo individual. Eso es ser un equipo de verdad y quienes deciden saltarse esa norma no tienen derecho a pensar que ellos podrían trabajar bien en grupo, porque no saben lo que es, propiamente, un equipo. Toda sanción me parecería poca, en estos casos, pero sería mucho más dura esa carga interior de saberse culpables de unas posibles muertes. Aunque, quien así actúa, no siente remordimiento alguno, ni cree en la justicia, ni piensa en los demás. Sin conciencia solo somos animales incapaces de vivir por nosotros mismos ¿lo ves? ¡Qué poco me importa el fútbol ahora mismo! Por cierto, unos guantecitos y una mascarilla (para quienes tengan en ambos casos) no estaría nada mal…

Pero sobre el COVID-19 se habla y se habla y no se para: uno también acaba paranoico perdido, escuchando de aquí y de allá y a veces apetece desviar la mirada y es ahí cuando el fútbol (deporte y diversión) cobra su único sentido, su verdadero sentido frente a la vida: el actual modelo, capitalista, ha convertido este deporte en una factoría económica, donde importa mucho más el presupuesto que el rendimiento deportivo, donde es más importante quedar cuarto que ganar una copa. La cosa se ha convertido en esta suerte de mercadeo constante, de números cruzados, de ventas necesarias, de compras desorbitadas, de derechos de imagen, de televisión, de patrocinio… ¿Y el fútbol como diversión? Es ahora cuando se pueden calibrar estas cosas y se ve cómo está de inflado todo, con un F.C. Barcelona proponiendo un ERTE porque su modelo es insostenible, por ejemplo. Se olvidaron que son más que un club, se ve. Me alegro (y mucho) de la medida empleada por el Valencia CF de Peter Lim y Anil Murthy, que han sacado al Valencia CF de esa vorágine de cese temporal del empleo. Como funcionario que soy también le digo a Murthy que, a lo mejor, nosotros y nosotras no tenemos tanta suerte y vemos cómo se nos recorta también el salario frente al caos económico que se avecina, pero ese será otro cantar. Todo el país está en jaque y no sabemos muy bien cómo se irá resolviendo. Lo que sí tenemos claro es que no lo vamos a acatar sin más, porque al funcionariado no se le somete, sino se le convence: tome nota quien deba hacerlo.

El fútbol, decía, sirve para desconectar de todo este embrollo y lo que atañe al Valencia CF poca noticia tiene: rumores de fichajes, jugadores en sus casas, etc. Pero ¿y si el Valencia elevara su queja a la UEFA y alegara que algunos de sus jugadores no estaban en plenitud de facultades cuando jugaron contra el Atalanta en la vuelta porque ya estaba infectados del virus? ¿y si protestara amargamente por verse obligado a jugar un partido en Italia que nunca debió jugar, al menos en esas condiciones? No sé, tengo tanto tiempo para pensar que, a falta de goles, buenos son los quiebros de despachos. Por lo demás, desearles suerte a todos y todas ustedes, lectores y lectoras, y a los que están al frente del club en todas sus parcelas, porque de su buen hacer dependen nuestras diversiones del futuro, cuando todo esto acabe, porque alguna vez acabará, digo yo. Mucho ánimo a todos y todas aquellos y aquellas que están sufriendo en primerísima persona el efecto devastador de este virus: tots junts, fem equip.

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