opinión

Hagan algo con la marca VCF

El Valencia tiene un problema de una cierta gravedad aunque por la lógica diaria de la inmediatez quede relegado al subsuelo y nos termine inquietando mucho más si Parejo acaba siendo tan rebelde como Kostic o Diawara. El Valencia tiene un problema y ese problema es de marca...

5/08/2016 - 

VALENCIA. El Valencia tiene un problema de una cierta gravedad aunque por la lógica diaria de la inmediatez quede relegado al subsuelo y nos termine inquietando mucho más si Parejo acaba siendo tan rebelde como Kostic o Diawara. El Valencia tiene un problema y ese problema es de marca. Tan grave que su poder de atracción acaba diluyéndose, tan grave que sus posibilidades de solvencia económica -con las que hacer sostenible las ambiciones propias- se reducen a la voluntad absoluta de un inversor irreconocible.

La consultora Brand Finance sacó estos días, como hace todos los años, su ranking de clubes cuyas marcas resultan más valiosas. Es un cocktail resultante de la capacidad para atraer patrocinadores, contratos televisivos, ingresos ‘atípicos’... “Una combinación de la fortaleza de la marca con los datos de los ingresos a través de tres corrientes: comercial, radiodifusión y la jornada”, leo en la prensa especializada. Un indicador, en fin, del empaque de una sociedad deportiva. Intuyo que un club no tiene como destino ser la marca más solvente, sino ganar trofeos, para lo cual necesita normalmente tener una marca fuerte. En cualquier es una buena manera de evaluar la salud de una entidad.

En 2011, según Brand Finance, el VCF era el club número 21 del mundo en valor de marca. En ese tiempo la web oficial resaltaba la posición, una evidencia del poder valencianista más allá de la excelencia de los resultados propios. En 2012 caía diez posiciones en el ranking, evidenciando un declive en marcha y que se ha prolongado hasta la actualidad. Mientras el sistema fútbol evolucionaba, el club se estancaba raquíticamente. El año pasado llegaba hasta el puesto 39. En este 2016 Brand Finance ha situado al Valencia en el puesto 48, a punto de salir del top 50 de clubes del mundo más valorados. Es sangrante analizar la lista, en la que Sevilla, Athletic y Villarreal superan al VCF. 

La lista también evidencia lo que ya sabíamos, el poco rendimiento que la Liga saca a su esplendor deportivo. Stoke City, Everton, Southampton, West Ham o Tottenham llegan a estar entre los 20 primeros. 

El problema, sí, es de cierta gravedad. La del VCF es una marca insulsa ante el mundo, ya no significa gran cosa. Ni es un club arraigado a su entorno y que apueste verdaderamente por sus valores (más allá de estimables campañas estéticas), ni es un club sacrificado que seduzca por su empeño, ni es un club bañado en pan de oro al que su inversor asiático pretenda convertir (en este caso volver a convertir) en un gigante, ni es un club ejemplo de tecnificación que destaca por ser avanzadilla de su tiempo. El VCF es un amasijo de retales y buenas intenciones que no se sabe a dónde va. Sin un discurso, sin una voluntad demasiado clara, sin una intencionalidad, sin nada tangible y seductor para un mundo del fútbol cambiante o digital que exige éxito o mensaje. Ni una cosa ni la otra. Sólo la vinculación del VCF al deporte femenino desprende una intención.  

Me preocupa (bien poco por otra parte) si Parejo tira las manos y baja la toalla o si es justo al revés, una cuestión de importancia justa. Me preocupa muchísimo más que nada indique que alguien tiene un proyecto para cuidar la marca VCF, inmersa en una sangría reputacional, en caída libre. Hagan algo con ella. 

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