VALÈNCIA. Hay muchas cosas que son indefendibles en el Valencia CF de esta y la pasada campaña: desde las salidas de tono del presidente, pasando por la censura en redes sociales para acabar con la inestabilidad social. Pero si hay algo que no tiene defensa ahora mismo alguna es el primer equipo.
Y es que la seguridad atrás está siendo una obsesión –y preocupación- para un Bordalás que no da con la tecla de lo que debería ser su rasgo y seña de identidad. Charlas individuales, reuniones grupales y sesiones intensas de entrenamiento siguen sin funcionar. No en vano, el Valencia CF es el segundo equipo con más goles encajados en Primera División con un total de 20, únicamente superado por el casi colista Levante UD con 25 en su haber.
¿Por qué ocurre esto? ¿El Valencia CF tiene tan mala defensa? La pregunta es difícil de contestar. Sí y no. El equipo mejoró en garra, oficio y experiencia con la incorporación de Alderete y Foulquier; manteniendo a Paulista como líder, a Thierry como revelación y a Gayà como baluarte; no obstante, los problemas llegan cuando hay modificaciones en la zaga o cuando no hay recambio para los lesionados.
Y es que el Valencia CF solo tiene tres centrales disponibles en la primera plantilla, ya que la reconversión de Hugo Guillamón dejó desnuda la planificación defensiva de Corona, quien no pudo traer ni un perfil Arambarri, ni tampoco un central más; y Bordalás tuvo que modificar su forma de jugar e incluso su esquema para recrear una nueva táctica en función de sus hombres.
Dicho esto, los números de Diakhaby no son buenos. El otro día se le vieron de nuevo las costuras y el central valencianista está siendo el gran señalado estas jornadas en las que está teniendo más participación. Bien sea supliendo a Paulista o Alderete, la realidad es que con Diakhaby en el campo el Valencia CF –como titular o suplente- ha encajado 15 goles. Además, la sensación es que no ha mejorado su rendimiento desde que el Valencia CF rechazara una millonada desde la Premier hace ya algunos años. En aquel momento Marcelino, todavía técnico del Valencia CF, y Pablo Longoria, principal valedor de su fichaje, estaban convencidos de que podía mejorar su rendimiento y, por ende, sacar más dinero por él en el futuro. Nada más lejos de la realidad.
Sea como fuere, no todo es cosa de Diakhaby. Los nervios, la incertidumbre, la presión hacen que el equipo carezca de esa seguridad que antaño tenía cualquier zaga en Mestalla.
Por ello Bordalás ha pedido un central. Quiere a un jugador que complete esa parcela ya que en el flanco diestro con Foulquier, Thierry y Piccini va servido; y en el izquierdo con Gayà, Lato y Jesús Vázquez tres cuartos de lo mismo. Necesita otro guerrillero en defensa.
El equipo tiene un plan, un esquema, unas instrucciones y no todos los futbolistas las siguen a rajatabla. En mi opinión, creo que este Valencia CF -en construcción- tiene mimbres para conseguir mejorar y pelear por estar entre los 7 primeros clasificados. Pero para ello necesita concentración, orden y futbolistas. De ahí que este mercado invernal Bordalás pida y necesite armas para combatir como toca. Jugadores que aporten oficio, experiencia y empaque a la defensa y centro del campo –también muy analizable con lo que está ocurriendo-.
Pero para cosas indefendibles, los números que algunos tienen en ataque. Porque siempre se ha dicho que la mejor defensa es un buen ataque y, ahí, también tienen que aplicarse varios futbolistas. Pero es una historia que analizaremos otro día.