VALÈNCIA. Con un ojo puesto en esa Supercopa exótica y ‘cocinada’ , hoy hay compromiso mañanero ante el Eibar y no es menos importante que lo que pueda suceder en los lejanos Emiratos porque a la lucha por los puestos Champions hay muchos invitados y conseguir una de las cuatro primeras plazas sigue constituyendo en objetivo primordial para un Club que necesita dicha clasificación desde todos los puntos de vista posibles.
Mientras en el Congreso de los Diputados se acomete una trascendental investidura, en Mestalla el equipo de Celades debe optar a la investidura europea cosechando tres puntos, con permiso del equipo vasco, que consoliden a Mestalla como un estadio inexpugnable de cara a una segunda mitad de calendario tan exigente como trascendental para el definir de una temporada que empezó con esquizofrenia y que se ha ido enderezando de la mano de una plantilla y cuerpo técnico conjurados en la necesidad de poner fútbol donde otros habían puesto caos.
Afortunadamente para tal empeño Albert Celades va reclutando efectivos desde la enfermería que le van a posibilitar conformar un equipo más cercano a sus principios porque hasta ahora no ha podido hacer más que ir poniendo parches en aquellas demarcaciones donde sólo había lesionados: a la vista de cómo ha sido capaz de salir de tan complicado trance cabe esperar que, con más infantería a su disposición, podrá acortar los compromisos inmediatos con mayores garantías de éxito salvo que la recuperación de jugadores se termine convirtiendo en un arma de doble filo y el equipo acabe aparcando la solidez del bloque en la búsqueda de otro estilo que lo convierta en más vulnerable.
El técnico catalán ha ganado crédito suficiente en la grada y en el vestuario para administrar la plantilla a su antojo pero también ha tenido tiempo y experiencias suficientes como para comprobar qué es lo que sabe hacer este equipo y en qué momentos puede mostrar el brillo que le otorga su calidad con lo que, una vez superado un inicio complicado y una travesía por partidos transcendentales en los que nunca tuvo ni al 60% de la plantilla disponible, toca ajustar todas las piezas y asaltar definitivamente la parte alta de la tabla porque, siendo bastante buenas las sensaciones que ha ido evidenciando el equipo con el paso de los partidos -pese al pobre encuentro firmado en Valladolid-, no lo son menos las mostradas por los competidores que nos vamos a encontrar en la lucha por una de las primeras cuatro plazas de la Liga. Cierto es que queda mucho camino que recorrer y que escuadras como Sevilla, Getafe o Real Sociedad también pasarán por semanas de vacas flacas pero, a la espera de que eso pueda llegar, no queda otra que sumar de tres en tres para estar perfectamente posicionados cuando ello se produzca.
La grada está predispuesta, como siempre lo ha estado, para prestar su mayor aliento a unos futbolistas en los que cree y el vestuario ha dado sobradas muestras de su compromiso en momentos verdaderamente difíciles. También en cuerpo técnico ha dejado constancia de su capacitación para llevarlo a cabo a pesar de los innumerables contratiempos con los que se ha visto obligado a torear con lo que nada puede salir mal en el ámbito puramente deportivo más allá de los propios azares del fútbol a menudo incontrolables. Otro cantar es lo que se pueda estar cocinando en la planta noble que puede resultar inquietante en el largo plazo pero de momento ellos... no juegan.