La Bordaleta

VALÈNCIA. La Bordaleta. Con esa expresión nos referimos al carro, vehículo o transporte del mejor fichaje que ha hecho el Valencia CF hasta la fecha: Don José Bordalás. Un técnico capaz de convencer a la plantilla, a la gente del club y a los aficionados para que remen en un mismo sentido, o lo que es lo mismo, para intentar lo mejor para el futuro deportivo del Valencia CF.

Para ser sinceros, no sé quién acuñó el término de  “La Bordaleta” pero me parece magnífico, porque representa a la perfección el sentir de la afición valencianista. Mi enhorabuena a su inventor o inventora.

Algo está cambiando, eso es evidente. En el club se han mantenido a los jugadores importantes en el equipo como es el caso de Gonçalo Guedes –motivadísimo-, desoyendo ofertas que en otras épocas –sin ir más lejos el verano pasado- hubieran aceptado; la gente está ilusionada con el buen arranque y personalidad que tiene el equipo en estos primeros partidos; y lo más importante para mí, le han hecho caso al entrenador valencianista.

José Bordalás ha conseguido tener mucho peso específico en la confección de plantilla. Algo que parecía una utopía hace meses, se ha hecho realidad. No solo porque haya hablado con Peter Lim –cosa que Javi Gracia no llegó a hacer- sino porque ha decidido traer fichajes como Alderete, Hugo Duro, Foulquier o Marcos André, a la par que desaconsejar incorporaciones como la de Keita Baldé o Sidnei. Sí que es cierto que hay casos como el de Helder Costa que son una incógnita a estas horas, pero imagino que también habrá dado su visto bueno. Porque ahora en el Valencia CF, a nivel deportivo, no se mueve nada si no es con el consentimiento o permiso de José Bordalás.  

Y qué queréis que os diga, a mí eso me flipa. Porque hemos vivido épocas donde fichaban agentes, presidentes o máximos accionistas, y ahora toca que haya gente de fútbol  que sepa qué quiere, cómo lo quiere y dónde lo quiere. Y este entrenador lo tiene clarinete.

Que sí, que esto es Valencia y sigue habiendo sombras como la salida de algún futbolista sin ningún derecho a futuro. Me refiero a la marcha de Kang In Lee, donde club y jugador acabaron condenados a desvincularse a la fuerza. Una situación provocada por dos factores: la falta de un entorno adecuado para el futbolista, pero también la insistente negativa y rechazo del jugador a renovar. Al final, dentro de lo malo, no ha sido lo peor –que hubiera supuesto pagarle el año que le quedaba- y el surcoreano se marcha al RCD Mallorca a intentar demostrar lo que no supo hacer con sus últimos cuatro entrenadores –donde con ninguno fue titular-. O la salida de un Sobrino que fue una mala gestión de la época en la que todo iba fenomenal –o casi todo- y permanencia de algún otro que ni está, ni se le espera. Pero no son dramas comparables a las buenas sensaciones que desprende este inicio.

Sea como fuere, no es tiempo para lamentos. El Valencia CF es tercero, ha acabado el verano fichando mucho y manteniendo a jugadores importantes. Podemos y tenemos el derecho a estar felices y contentos  después de todo lo que hemos sufrido. Una crítica constructiva al club no implica no disfrutar de momentos como el que afortunadamente vivimos ahora.

 No es para sacar el autobús, pero sí para subirse a La Bordaleta