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opinión

La buena estrella

23/04/2019 - 

VALÈNCIA. Casi como si estuviésemos jugando a un juego de estrategia, parece que el Valencia CF se ha guardado su mejor arma para el final. Ya sabemos que no es así, pero Gonçalo Guedes ha comenzado a amortizar su precio y, como siga así, hasta valdrá lo que ahora mismo cuesta un estadio de esos que son coquetos, funcionales, sin florituras. Quizá sirva de aval frente a una entidad bancaria de cara a solicitar un préstamo: algo tendrán que hacer si quieren vender por un lado y construir por el otro. A lo mejor es cuestión de echarse un órdago con el portugués y usarlo de lingote por si la cosa no se pone fácil. Bueno, de eso ya hablaremos otro día: ahora disfrutemos de su buena estrella, porque todo lo que toca se hace oro y por ahí a lo mejor nos hace que cuadren las cuentas.

La semanita que se nos viene es dura e intensa: el domingo de resurrección ha estado bien, pero hemos vuelto a la vida para afrontar lo que se nos viene encima, que es bonito a pesar de todo. Ya lo dije: ahora mismo todos los equipos, excepto el Barcelona, se cambiarían por el Valencia CF. Todos, sin excepción. Es un equipo que ha dejado de estar en crecimiento, porque ahora no tocar creer sino equilibrar, dar forma, luchar con todas tus armas: no vas mejorar tus prestaciones defensivas ni las ofensivas. No vas a mejorar a balón parado ni la coordinación de tus transiciones. El tiempo de las pruebas y de los encajes se ha acabado y lo que tiene que funcionar debe estar ya funcionando y, lo que no, pues fuera, que no es hora de dar oportunidades para ver qué pasa. No es tiempo ya de ceniza, ni de penitencia o recogimiento: se acabaron las segundas oportunidades, porque el Valencia CF se lo está jugando todo aquí y ahora. Por eso veo inadmisible la expulsión de Rodrigo Moreno, que estuvo todo el partido con su propia lucha interior, enfadado hasta con las líneas del área. No nos podemos permitir, a estas alturas, estos cruces de cable, estas desazones del egoísmo mal encajado en el juego colectivo, ni en la queja permanente frente a los compañeros. Ya está, Rodrigo: has venido al Valencia CF para realmente jugar estos partidos y tú te pierdes uno vital, contra el Atlético de Madrid. Debes hacer autocrítica, ver qué está pasando ahora por tu cabeza y por qué, pues el equipo te necesita más que nunca y tú, más que nunca también, le acabas de dar la espalda. Esa no es la estela a seguir y quien decida continuar ese camino, que abandone ya el barco y deje jugar a los otros.

Es también inadmisible lo de Gabriel Paulista, de quien dije hace un tiempo que me parecía, de momento,  un jugador muy justito en todo. Ojalá me demuestre lo contrario. Como en Vallecas, el brasileño volvió a encadenar errores impropios de un jugador de primera división. Sí, bien, no le niego la contundencia en algunos momentos (y hasta te diría que me parece persona excelente), pero creo que perjudica más al equipo que lo beneficia. El día que nos hagamos mayores y dejemos de cometer estúpidos errores entonces lucharemos con una consistencia que no tenemos a fecha de hoy. Si por mí fuera Gabriel Paulista estaría unos partidos descansando, meditando, analizando el porqué de sus errores, aunque tampoco valdría de mucho, pues lo que justito te viene poco puedes estirarlo. Lo dicho: ojalá me haga cambiar de opinión, pues me alegraré por él y por el equipo, porque no se trata de nada personal o que le he cogido ojeriza: es que tiene un rosario de errores que me producen inquietud y hasta cierto malestar cada vez que le veo intervenir en una jugada. Sé que Marcelino le tiene fe ciega, aunque no comprendo a nadie que tire piedras sobre su propio tejado. Supongo que algo hará, deportivo o no, que le mantenga esa confianza tan plegada sobre él.

Y ahora a seguir el camino de la estela de Guedes: el portugués ha demostrado que, con calidad y con ganas, todo es más fácil en el fútbol. Ganas tienen: es lo que suma Santi Mina, pero el gallego debe comenzar a elegir mejor, porque quiere pivotar, cuando no lo hace de manera sobresaliente, y quiere buscar la velocidad cuando no es veloz. A lo mejor no es el sustituto idóneo para lo que hacía Zaza, pero ahí está y lo da todo. Le pido que, aunque sea poco, siga sumando siempre algo, pero, sobre todo, que no reste con sus decisiones, pues en muchos partidos también ha pasado esto y, como dije, no nos lo podemos permitir ahora. Idéntico mensaje a Gameiro, que ya nos ha convencido de que se siente más futbolista cuando pasa que cuando marca. De Soler también espero mucho más, muchísimo más, aunque confío en ese día en el que su generosa entrega defensiva se transforme luego en desparpajo ofensivo. Y en estas me acuerdo de Ferrán Torres, que a veces se parapeta, sin voluntad de cambiar un partido, en esa misma faceta de guardar las espaldas de su compañero: encara— chaval— busca, pide, fuerza a tu marcador, muérdele el tobillo, hazle sumar como un bellaco mirando a su portería, que es indicador de que no está defendiendo bien. Haz que te odie cada vez que cojas el balón: sigue, Ferrán, la buena estrella que hoy te está marcando el camino.

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