VALÈNCIA. Hace doce años que no se le gana al Barcelona en Mestalla y… ya va siendo hora. Nada más lejos de mi intención que insinuar que la empresa puede resultar fácil y menos sin poder contar con Parejo pero, dejando al margen el ‘factor Messi’ que es totalmente incontrolable, tampoco el Barça está sublimando el fútbol. En Barcelona se regodean con el porcentaje de posesión y la cantidad de pases que da el equipo embelesados con ‘ese’ fútbol que, por momentos, parece balonmano. Pero el equipo de Setién, siendo una plantilla formidable, no tiene la profundidad ni la definición que le hemos conocido en otras épocas.
Para conseguirlo la conjura se impone como imprescindible porque sólo el hambre nos puede traer la recompensa. Si el Valencia se plantea el choque esta tarde como un ‘vive o muere’. Si salta a Mestalla con la determinación que lo hizo contra el Chelsea, como si le fuera la vida en el intento, sin ser fácil, será mucho más posible que si se afronta el partido como lo ha hecho en los últimos compromisos tan ausentes de épica. Ni que decir tiene que si se hace con la indolencia exhibida en Mallorca la derrota está más que garantizada porque nunca tiene premio quien se rinde nada más saltar al campo. Mestalla es el escenario perfecto y van a sentir muy cercano el calor de una afición que vibra con este tipo de partidos, el Barça el rival idóneo para dar un golpe encima de la mesa y abandonar la indefinición en la que se ha visto sumida el equipo desde que llegó el año nuevo para devolver al equipo la cara de perro. La plantilla ha demostrado que tiene en sus botas fútbol suficiente como para darle una mala tarde al gigante catalán y ya lo ha demostrado en algunos momentos de la temporada pero es necesario jugar cada partido como si fuese el último. El mes de enero nos ha enseñado al Valencia contemplativo que se ahoga en un vaso de agua. Pero todos sabemos y la plantilla sabe –lo expresó claramente Gayá tras el partido en Son Moix- que ‘ese’ no es el Valencia sino un sucedáneo descafeinado capaz de caer derrotado con cualquier equipo de La Liga. El nuestro es el otro... el de la cara de perro.
La motivación también se trabaja y la entiendo como algo que debe anidar en cada uno de los futbolistas pero también como parte fundamental de la aportación que un cuerpo técnico debe hacer a su equipo. En escenarios como Zorrilla o Son Moix fue evidente su ausencia puesto que, más allá de tácticas y estrategias, al equipo se le vio apático y, sobre todo en Mallorca, literalmente rendido ante un adversario muy inferior. El Barcelona propone una buena dosis de adrenalina y motivación que, sumada al ‘factor Mestalla’, hace del de esta tarde un partido diferente y enormemente motivante como para que nadie caiga en la tentación de bajar los brazos.
Un día uno en el calendario de la vuelta a diciembre y no estaría mal colgar un calendario en el vestuario por la página de diciembre para devolver al equipo a aquel espíritu de lucha y superación que tanta admiración nos despertó. No coincido con aquellos que ensalzaron el fútbol desplegado por el Valencia desde parámetros tácticos y estratégicos porque creo que hubo mucho más de corazón que de otro tipo de ingredientes pero es precisamente el fútbol de corazón, el que nos regalaron en diciembre, el que nos emociona y nos hace levantar del asiento. No tengo dudas que hoy tendremos un 'remember' de ese coraje tan contagioso y gratificante porque el contrincante es de los que pone los ‘pelos de punta’ pero equipo y cuerpo técnico deben encontrar el camino para alcanzar ese compromiso en todos y cada uno de los partidos que quedan por disputar de aquí a final de temporada porque ese es, y no otro, el único camino posible hacia el éxito.