opinión / 13 de noviembre

La Copa como antídoto para repuntar

21/01/2020 - 

VALÈNCIA. Me ha costado digerir que el Alavés se haya llevado los seis puntos sin grandes alardes, sin virtuosismo, simplemente haciendo sangre en las debilidades y más por deméritos granotas que por sus propios aciertos. Duele perder así por partida doble, me da rabia y me hace pensar que pueda resultar equivocado incidir tanto en el discurso de ambición y exigencia. Quizás tenga una perspectiva errónea y vea más argumentos de los reales, pero sigo rebelándome ante la autocomplacencia, a dar por hecho que es suficiente con seguir en la máxima categoría sobre la bocina. Porque no olvido que este Levante ha sido capaz de maravillar y minimizar las diferencias ante rivales con mayor pedigrí. Ha hecho del Ciutat su sustento, pero de Orriols también se han escapado demasiados puntos frente a equipos más terrenales que otros más poderosos contra los que sí mostró su versión reconocible. Los reveses propinados por Espanyol y Alavés, junto a los empates con excesivo sufrimiento que se llevaron Eibar y Osasuna, son el reflejo de esa irregularidad que ha hecho al equipo encogerse en el momento que podía haber dado el estirón. “Hemos perdido un partido en un momento clave para bien”, recalcaba Paco López tras arrancar la segunda vuelta como la primera. 

Sin equilibrio, con tantos picos entre frenesí y decepción, cuesta apuntar hacia arriba y se insuflan de razón los conformistas, esos que prefieren mirar al retrovisor después de una jornada en la que los más necesitados empiezan a dar señales de resurrección. Es un quebradero de cabeza convivir con tantas emociones confrontadas. Cuando parece que el paso adelante es posible, las piezas no encajan y frenazo al canto. La frustración de Paco en la primera respuesta de la rueda de prensa fue el sentir de ese ‘casi pero no’. El único ‘factor de equilibrio’, el que no cambia, es el protagonismo entre palos. Todavía con la adrenalina de un encuentro para olvidar, tanto a pie de campo como en la zona mixta ante los medios de comunicación, Aitor Fernández tuvo que pasar el mal trago de argumentar la derrota en el primero de los tres choques en seis días. El guardameta evitó una bofetada más dolorosa, volvió a ser el mejor y es evidente que no es buena señal pensando en colectivo. Es el que más para de la competición y eso que ha recibido goles en los últimos quince partidos de Liga. Desde el pasado 21 de septiembre en casa frente al Eibar (0-0), el Levante no deja su guarida a cero. 

Llegué al Ciutat al primer encuentro de 2020 con una sensación extraña, con la duda de si había que gestionar esfuerzos para el duelo de Copa en el Sánchez Pizjuán o echar el resto en Liga. Entre ausencias, sancionados, futbolistas que están volviendo tras salir de la enfermería y con un calendario tan envenenado, la gestión de la plantilla es clave. Antes de entrar al estadio conversé con varios aficionados que no tenían buena vibra y que se acogían a los 26 puntos de colchón como excusa ante la posibilidad de desbarrar. No me gustaría que el vestuario pensara que con el camino recorrido está prácticamente todo hecho, que esa primera vuelta solvente pudiera generar algún mínimo resquicio de relajación ante la aparente tranquilidad clasificatoria de estos momentos. Repito que no reclamo luchar por Europa. En esa proclama de exigencia a la que intento sujetarme con la yema de los dedos, lo único que demando es no jugar con el margen con el precipicio y no dejarse llevar para no acabar poniendo tantas velas como los 110 años que cumple el club para lograr el objetivo mínimo de la permanencia. Soy sincero, ese escenario jamás lo celebraría. Creo que es una obligación, más que un éxito, sellar la continuidad en la élite. Una temporada tan señalada requiere que la segunda parte del curso no se convierta en un querer y no poder y que verse en tierra de nadie acabe siendo contraproducente. 

Además de seguir mirando hacia arriba y que los de abajo no recortaran distancias, la victoria ante el Alavés hubiera supuesto un extra de confianza para la reválida copera en Sevilla. Demasiadas vueltas se le han dado a la eliminatoria más complicada que podía tocar. Salió así y punto. Seguro que en el Pizjuán tampoco celebraron que uno de los dos cruces entre Primeras fuera con ellos, aunque sí que jugaran bajo el cobijo de los suyos. De lo poquito con lo que quedarse tras caer por tercera vez como anfitrión, lo mejor es que no hay tiempo para lamentarse de la última metedura de pata y que es más fácil pasar página porque que el fútbol no para. Esa inmediatez es el antídoto perfecto para repuntar. El vestuario ha demostrado que coge impulso cuando se siente sonrojado, que no se viene abajo y muestra su ‘cara A’. 

Hoy hay Copa, me mola el formato y para seguir con vida hay que ser más constante en las vigilancias, más contundente, con una concentración extrema y sin ofrecer fugas como estructura, sobre todo en esos momentos en los que la valentía hace que el equipo acumule más efectivos de la cuenta en campo contrario, provoque un desequilibrio y el oponente en cuestión acabe haciendo estragos con demasiada suficiencia. En directo ya me pareció sangrante y viéndolo repetido aún sigo alucinando con las facilidades en el gol de Aleix Vidal. Un 0-1 que nació en una ocasión granota, con nueve jugadores amenazando a Pacheco y una acumulación de desajustes en el repliegue con el equipo fuera de sitio. El Alavés ejecutó un contragolpe elemental, sin que nadie hiciera ni cosquillas, para coger aire y llevarse un merecido triunfo tras cinco jornadas sin poder saborear esa sensación.  

El Levante murió en la orilla en el Pizjuán en la cita liguera del 20 de octubre. Sufrió para sostener el 0-0 y acabó perdiendo en la recta final con el solitario gol del holandés De Jong. Ese es el camino a seguir… a medias. Lástima la lesión de Bardhi porque apuntaba al once. El macedonio tampoco estará en Pamplona y ya veremos si llega al Camp Nou. Rochina será titular después de no viajar a Jaén y no contar con minutos el sábado en Liga. Hernani y Sergio León piden pista. Radoja tendrá que mantenerse en escena y mostrar su versión más indestructible por la expulsión de Vukcevic en la ronda pasada. Vezo reaparece en una convocatoria por la también roja copera de Cabaco. Campaña lleva muchos minutos en sus piernas, pero el partidazo es en la que fue su casa, pudo serla de nuevo este pasado verano y ya veremos si en un futuro lo vuelve a ser. Además de su incuestionable relevancia en el esquema de Paco López, con el ‘Metrónomo’ juega y mucho el factor emocional, al igual que con Coke, que sigue siendo el único lateral derecho a disposición del míster de Silla. Ha recuperado bien y Miramón estará para Navarra.

De nada vale lamentar la bala perdida del sábado y, a una carta en una Copa que ilusiona, tampoco entendería gastar más energía de la debida pensando en el encuentro en El Sadar del viernes, aunque está claro que es necesario equilibrar en busca de la fórmula más competitiva posible para continuar en la competición del KO. Europa sigue a cinco puntos de distancia y el colchón con el descenso ha pasado ahora a ser de diez. Alavés, Eibar, Mallorca, Betis, Espanyol, Osasuna, Valladolid y Celta puntuaron. Salvo el Leganés, todos los que iban por detrás al inicio de la primera jornada de la segunda vuelta rascaron y cinco de ellos con triunfo. Por eso era tan importante haber sumado de tres en casa por sexta vez. Pero como dije en su día también en estas líneas, el Levante es la repera. ¿Alguien hubiera pensado en derrotar a la Real Sociedad y aún menos al Barça tras caer en Orriols frente al Espanyol? He aprendido a no pensar en lo que es más lógico, a dejar a un lado la normalidad, porque este equipo no se baja de su particular montaña rusa y estoy convencido de que es capaz de eliminar al Sevilla con el factor cancha en contra después de dejar un mal sabor de boca tres días antes. 

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