Hoy es 9 de octubre
VALÈNCIA. Pese a lo que Meriton ha empequeñecido al Valencia CF en su proceso de destrucción del club, hay cosas a las que uno no acaba de acostumbrarse. El hecho de perder tu tercer partido fuera de casa haciendo el papelón de costumbre en las últimas salidas (Valdebebas, Getafe y Orriols) y que encima aquí no pase nada, me tiene absolutamente anonadado. En el Valencia CF que los de mi quinta conocimos, a más de uno y de dos les faltaría ciudad para correr ante el mayúsculo desastre de temporada que unos y otros (aunque unos, mucho más culpables que otros) se están marcando. Deben ser los nuevos tiempos.
No acabo de acostumbrarme a que el entrenador (al que mintieron hasta la saciedad) se alinee con quienes les engañaron y se aplique la misma cortedad de miras que quienes les estafaron. Incluso se escapa a toda lógica -desde la entendedera de quien suscribe- que el preparador navarro haya caído en la burda y chabacana excusa de meter al COVID de por medio para justificar los pobres resultados obtenidos.
Aquí el abandono es tal que ayer lunes, ni siquiera subieron Anil y sus muchachos para escenificar otro gabinete de crisis; ya da todo igual. Y da todo igual, porque desde la aparición en escena del príncipe de Johor, las miradas se han girado hacia Malasia, como si aquí no hubiera de qué preocuparse.
La cortina de humo que se está lanzando por el entorno del príncipe da para que el personal se entretenga con este serial tejido a base de un discurso apuntado y promesas de un futuro mejor a base de ex futbolistas amiguetes y una serie de escritos en redes sociales que algunos ya parece que consideran de mayor valor que un contrato vinculante. Desde que apareció este hombre en escena parece que ya no hay problemas que mejorar en el día a día.
Y miren, yo no sé si Tunku Ismail es bueno o malo. No sé si prometerá tanto como Lim y luego se tornará en la misma pesadilla o estamos ante la solución para el Nou Mestalla, la deuda y para hacer un equipazo (aunque reconozco que dado de la mano de quien viene, mi escepticismo es elevadísimo).
Lo que sí tengo claro es que los encargados de los Goya puede que le reserven un galardón al encargado de guión de las redes sociales del príncipe. Eso sí, guión adaptado, no original.
Y por último me sigue sorprendiendo que algunos apelen a "tener ilusión" para creer ya ciegamente en las promesas del amigo de Peter, hasta el punto de descalificar a quienes aporten testimonios que cuenten que no es oro todo lo que reluce. Y menos cuando las declaraciones de intenciones se realizan en twitter o en las stories de Instagram y no firmadas en un contrato (ejemplo, la intención de acabar el Nou Mestalla proclamada en su momento, no incluída en el contrato de compra-venta del club, y que nos tiene ahora como nos tiene).
Cabe preguntarse si la ilusión desmedida puede acabar tornándose en pesadilla por no detenerse 5 minutos a escuchar quien nos cuenta lo que nos es desgradable oir. Y en lugar de descalificar a quienes recuerdan que esto tiene similitudes con el proceso de venta de 2014, cabe mirar hacia atrás y tomar nota. Que -aunque muchos sí han aprendido la lección- otros se niegan a estudiar. Y luego, llegan los lamentos.