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análisis | la cantina

La curiosa historia de la mejor maratoniana del mundo

22/04/2022 - 

VALÈNCIA. Boston y su maratón, el más antiguo del mundo, siempre ofrecen un aspecto majestuoso. Allí, bajando de las colinas en busca de la meta, se han vivido escenas inolvidables, como el el mítico duelo al sol protagonizado por Alberto Salazar y Dick Beardsley en el 82. El lunes pasado, recuperando la tradición que había arruinado la covid, la carrera brindó otro pulso épico que pasará a la historia de esta prueba con 126 años a sus espaldas. Peres Jepchichir y Ababel Yeshaneh se adelantaron ocho veces en la última milla hasta que la keniana se puso por delante en Boylston Street. Esta emocionante pugna recordó a los aficionados aquel cara a cara fascinante entre Wanjiru y Kebede en Chicago en una cálida mañana del otoño de 2010. Ganó la keniana Jepchirchir, como ya viene siendo habitual, pues ha entrado primera en sus cinco últimos maratones, incluido el de Sapporo, con premio olímpico.

Peres Jepchichir se confirma como la mejor maratoniana del momento y, con
solo 28 años, tiene ante sí la posibilidad de apropiarse de la década en curso. Dice la keniana que su compatriota Eliud Kipchoge le sirve de inspiración constante. “Yo rezo para tener alguna vez el récord del mundo de maratón, como Kipchoge. Él me ayuda a creer en mí misma porque, si él puede, ¿por qué yo no?”.

Peres es la pequeña de ocho hermanos, aunque, en realidad, su familia es más grande aún. Su padre, Paul Jepkwony, un hombre que vivía de una modesta plantación de té y maíz en Sugoi, en el condado Vasin Gishu, al oeste de Kenia, es polígamo. El agricultor tenía tres esposas que le dieron 28 hijos: 16 chicas y 12 chicos. Aunque la campeona olímpica se crio con su tío Joseph Barko después de que su madre muriera cuando ella tenía cuatro años. Su primo Noah, con quien vivía en casa de los Barko, fue quien la animó a correr en sexto de Primaria. A Peres le había dado por el fútbol y jugó de delantera hasta que Noah la disuadió y, con la ayuda de algunos profesores, empezó a acompañarla a las carreras.

El gran salto llegó cuando se unió a Kosirai y empezó a entrenar con atletas de cierta enjundia como Stacy Ndiwa o Rebeca Chesire. Algunas de ellas viajaron con la selección júnior de Kenia y eso le hizo pensar que ella, algún día, también podría vestir la camiseta de su país. En 2013, con 19 o 20 años, se mudó a Kapsabet, a capital del condado Nandi, donde Davis Ngeno, que acabaría convirtiéndose en su entrenador, le pagó el billete de avión para que pudiera realizar su primer viaje al extranjero. Jechirchir se pasó dos meses en casa de una pareja en Sudáfrica, donde disputó varias carreras de 10K. Se llevó dos triunfos y con el premio le devolvió a su amigo el dinero que le había prestado. El 15 de diciembre de 2013 se apuntó a otra carrera de diez kilómetros, pero al final la obligaron a correr el Safaricom Kisumu Marathon. Ella salió con la idea de hacer unos cuantos kilómetros y retirarse, pero se vio con fuerzas y terminó cruzando la meta en tercera posición con un tiempo de 2h47:33. A la vuelta de Sudáfrica, Ngeno le propuso matrimonio.

Al año siguiente ganó una prueba de cross y esa victoria llamó la atención de algunos entrenadores, que la invitaron a disputar una prueba de más prestigio en Nairobi. Allí, en la capital de Kenia, quedó cuarta y se ganó una plaza para el campeonato nacional, donde dio la sorpresa y se colgó la medalla de plata al terminar entre las favoritas, Faith Chepngetich Kipyegon -la campeona olímpica y mundial de 1.500- y Mercy Cherono -subcampeona del mundo de 5.000-. Al acabar, se le acercó un hombre, el conocido representante de atletas italiano Gianni Demadonna, y le ofreció 10.000 dólares a cambio de dejarle dirigir su carrera.

Con Demadonna empezó a recorrer el mundo. Primero corrió un par de medios maratones en Francia, donde logró unos premios económicos con los que pudo comprar unos terrenos en Kapsabet. Luego llegó una bolsa cuantiosa, de varios miles de euros, por hacer de liebre en el Maratón de Londres de 2015 y nuevas carreras en Francia, Canadá, República Checa y Angola con las que pudo costear una casa en las tierras que había comprado anteriormente y casarse con Ngeno, pese a que su padre se había opuesto inicialmente, en diciembre de 2015.

Peres había logrado montar una vida muy digna gracias al atletismo, pero Demadonna le dijo que en 2016 ya estaba preparada para competir con las mejores, pero que lo mejor era que se mudara a Iten y comenzara a entrenar con un compatriota suyo, Gabrielle Nicola, un joven técnico discípulo del también turinés Renato Canova. La atleta se negó a abandonar Kapsabet, pero accedió a dejarse llevar por Nicola. Peres Jepchipchir corrió el medio maratón de Ras Al Khaimah y solo pudo ser cuarta, pero se ganó una plaza para el Mundial de la distancia, que ese año se celebraba en Cardiff. 

Nicola no estaba muy satisfecho con este resultado y se lo hizo saber a la keniana, diciéndole que no confiaba mucho en ella. Jepchirchir llegó desmoralizada a la concentración de la poderosa selección de Kenia a Nairobi. Ella se sentía inferior. Pero entonces comenzó a hablar con ella Catherina Ndereba. La tricampeona del mundo de maratón la tranquilizó y, al contrario que su entrenador, le dijo que debía confiar en sí misma. Jepchirchir recuperó el ánimo, viajó a Gales y se proclamó campeona del mundo de medio maratón. No volvió a hablar nunca más con Gabrielle Nicola.

A partir de ahí ya fue creciendo hasta convertirse en la mejor fondista del momento. En 2017 entrenó muy duro. No había perdonado ni el día de Navidad y el 10 de febrero batió el récord del mundo de medio maratón en RAK (65:06). Durante la celebración nadie imaginaba que ese día triunfal Peres Jechirchir había corrido embarazada de unas pocas semanas. Natalie Cherono nació el 28 de octubre de 2017. Seis meses después reanudó los entrenamientos. Aunque ahora tenía otras prioridades y algunas mañanas, cuando se levantaba al alba para correr unos cuantos kilómetros, retrasaba su sesión porque el bebé se despertaba y reclamaba su pecho. Tuvo que perder peso y recuperar el tono muscular, pero en octubre, un año después de dar a luz, corrió el Kass Marathon en su ciudad.

En 2020 tenía previsto debutar en Boston, pero el covid arruinó su idea y luego también los Juegos de Tokio. Encontró otros desafíos. La marca que le patrocina, Adidas, le propuso correr el 5 de septiembre el Medio Maratón de Praga para que estrenara de la mejor manera posible el prototipo con el que llevaban meses trabajando. La multinacional necesitaba contrarrestar con urgencia las zapatillas ‘mágicas’ con las que Nike había revolucionado las carreras de ruta. Los diseñadores viajaron a Kenia para que algunos de sus mejores representantes les dieran su opinión sobre la Adizero Pro. En cuanto Peres Jepchirchir la vio, le puso un nombre: ‘Majambo’, una palabra en suajili que significa algo nuevo, algo diferente. En Praga colmó de alegría a su marca porque la keniana batió el récord del mundo de Gudeta con un tiempo de 65:34. Y remató en Polonia, en el Mundial de medio maratón de Gdynia, con una nueva plusmarca en carrera solo para mujeres (65.16). El año de la suspensión de los Juegos y el Maratón de Boston se había arreglado y, antes de que acabara, Jepchirchir lo redondeó en Valencia, en la Elite Edition, solo para atletas de élite por la pandemia, y firmó su mejor marca personal y el récord del Maratón de Valencia Trinidad Alfonso, un tiempo de 2h17:16 que le valió para ser la quinta en el ranking mundial de todos los tiempos.

Ya no se bajó de lo alto del podio. Venció en los Juegos de Tokio, en una carrera durísima en Sapporo, y luego le sumó el triunfo en Nueva York y ahora en Boston, un trío que no había logrado antes ninguna mujer.

No le quedan muchos retos por delante a Jepchirchir, que siguió invirtiendo el dinero que le iba ingresando Demadonna por sus éxitos atléticos. Ahora se puede decir que la keniana es toda una empresaria con una docena de casas de alquiler en Kapsabet y una plantación de té. También mandó construir dos viviendas para su padre y su tío, el hombre que se encargó de ella cuando murió su madre. Aunque su gran sueño es regresar a Sugoi, su pueblo natal, cuando se retire, para montar un campamento. Jepchirchir está convencida de que allí se esconde mucho talento por explotar. Pero antes de esto, le queda una cuenta pendiente, batir el récord del mundo de maratón de Brigid Kosgei (2h14:04) y quizá convertirse en la primera mujer en correr en 2h13. Lo podría intentar en València, aunque será difícil porque ya ha corrido un maratón y en verano lo lógico sería que fuera a por el título mundial en Eugene (Oregon).

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