VALÈNCIA. Vivimos una época de mucho ruido sobre el medio pero poco sobre el mensaje. Habrá quien dirá que es normal porque “the medium is the message”. (Marshall McLuhan, 1964), pero es que lo de ahora es exagerado, una desmesura, y quizás oculte esa intención narcotizante de que siempre se acusa al poder. Por eso tal vez el relato es más importante que nunca, porque marca la diferencia. Por eso es esencial para una empresa, un ideal, un proyecto ambicioso. No es que nuestro Llevant se haya preocupado en exceso por el relato, históricamente, pero es innegable que en algunos momentos de la era Catalán hubo ideas-fuerza alrededor de las cuales se orquestó el crecimiento del club: “Que grande es ser pequeño”, “El club dels valencians”, “110 años de resistencia”… Abandonar el relato como catalizador, dejar de prestarle la importancia que tiene, es un síntoma preocupante. Delata carencias. Y lo que es peor: cansancio, agotamiento. Porque el relato, general o particular, da sentido a la praxis del día a día. Y sin él falta una pata.
Se desestimó, así, la importancia que el relato podía desempeñar en la recuperación de la ilusión del levantinismo tras la terrible decepción del curso pasado, la marcha de algunos de los futbolistas más emblemáticos de la última década (y de nuestra historia, por qué negarlo), la mala situación societaria del club o el patinazo con que se inició el proyecto del retorno a Primera.
Todo esto ya se evidenció con la presentación de las equipaciones, un momento siempre esperado por la hinchada. Se construyó un cierto relato con la camiseta blaugrana: un “homenaje al 63” y a aquel ascenso que lo cambiaría todo, ahora que hace 60 años. Nada del otro jueves, desde luego. Poco elaborado, a pesar del potencial semántico y emocional de aquel momento y su fuerza para evocar los valores históricos del club y para fidelizar a las nuevas generaciones. Se insistió en el verde con la tercera zamarra, color recurrente cada cierto tiempo, como si alguien (permítanme pensar mal sólo un instante) pretendiera contrarrestar el afecto palpable que el levantinismo siente por la blanquinegra. Aún así, el relato fue más escaso: “la piel granota”, sin ahondar en el simbolismo del río, del Stadium valenciano de Goerlich, de la huella indeleble del levantinismo de raíz gimnastiquista en su entorno natural, el Carme y el barrio de Morvedre; sin explotar el poder tremendo de la granota y de su origen, tan arraigado en la socarronería inherente al ser valenciano. Cuando se presentó el uniforme blanquinegro, sin embargo, se desperdició la ocasión de explicar que muchos equipos, en el origen más remoto de nuestro fútbol, época en que ya palpitaba el Llevant, vestían totalmente de blanco, el color más fácil de encontrar, y que algunos, como el FC Cabanyal se pusieron una banda diagonal negra (y a veces encarnada) para diferenciarse de sus rivales; que eso evolucionó a las tres rayas verticales primitivas, o que tanto el primer Llevant FC como el primer Gimnàstic vistieron calzón blanco. Ahí hay un relato obvio, también. Muchos se preguntaron, además, por qué esa camiseta estaba cruzada en el pecho por otra franja horizontal negra. Quizá tenía algún sentido, además de llevar la publicidad. O quizás no. Se llegó a especular con que fuese un guiño vicentino en forma de cruz blanquinegra, dada la devoción del presidente por nuestro predicador más universal y patrón del regne. Nadie creyó que mereciera la pena explicarlo. Ni se intentó el relato, con la blanquinegra.
Esta semana entré a ver la noticia de la alianza del Llevant con la Guardia Civil (“estrechan lazos”, ponía literalmente). Me sorprendió, de nuevo, la falta de relato: todo se reducía a regalar unas entradas para Orriols y unos uniformes para un partido en Tenerife, y en una jornada de convivencia con los deportistas de la Fundació Cent Anys. Esperaba encontrar el relato que justificara la importancia que aquello pudiese tener para el levantinismo, tal vez algún vínculo que desconocera. Luego recordé que Quico Catalán suele lucir una pulsera de la Guardia Civil, visible en las ruedas de prensa.
El 20 de diciembre está prevista la Junta General de Accionistas. Habrá que estar muy atento al relato del presidente para justificar el estado actual del club, preocupante aunque hoy se venza a Las Palmas y se continúe con una racha de resultados magnífica. Tal vez, en el fondo, en esto del fútbol, no haya mejor relato que sumar de tres en tres para apartar de la vista todo aquello que nos importuna. Jugárselo todo a que entre la pelotita, sin embargo, no parece el mejor relato. Cuando lo hemos hecho, a lo largo de nuestra historia, nunca ha salido bien.