VALÈNCIA. A medida que va avanzando la temporada y el equipo naufraga sobre el verde césped se va confirmando de manera implacable la manifiesta incapacidad de Meriton Holdings para tomar medidas encaminadas a reconducir la situación deportiva del Valencia y su firme intención de dinamitar la entidad sin mayor miramiento. Se han consumido 18 días desde la apertura del mercado invernal y Javi Gracia -que también ha dejado muestras evidentes de su limitada capacidad para mejorar el rendimiento de la plantilla- sigue sin recibir en su vestuario los refuerzos necesarios para abordar la segunda vuelta del campeonato con mejores perspectivas tras haber cerrado una primera vuelta que marca el hito histórico de ser la más pobre desde hace casi cuarenta años.
Como -de momento- única y gran solución a los males que aquejan al equipo, el tándem Murthy-Corona se aventura a la complicadísima operación de recuperar a un jugador cedido -Cristiano Piccini- que obviamente es mejor que el actual titular en su demarcación pero que lleva un año y medio sin competir. Ni les da para más, ni tienen intención de hacer mucho más porque lo que se percibe en la hoja de ruta del máximo accionista es otro ‘vaciado’ de talento en el vestuario programado para el próximo verano. Ni saben, ni quieren.
Peter Lim y, por delegación, su ‘mamporrero’ destacado en nuestra ciudad agrandan su figura como principales enemigos del Valencia CF. Su incapacidad sólo es equiparable a su insolencia y únicamente el ánimo de venganza por el rechazo del aficionado valencianista podría explicar tamaño despropósito porque... es imposible ser tan inútil.
Sólo una maniobra de demolición premeditada podría arrojar un resultado tan lesivo para el Valencia CF y cada vez es más urgente poner tierra de por medio entre quienes se han propuesto derruir el Club y los aficionados que padecen su venganza.
Ahora, mientras el equipo agoniza y destila su impotencia en el campo, se han propuesto establecer una relación directa con las peñas saltándose el órgano que las viene agrupando desde hace décadas. Murthy ha enviado una carta directamente a las Peñas de la que cabe extraer un fragmento que deja en evidencia su intención de acabar con la Agrupación como nexo de unión: “el Club ha decidido comenzar a construir una nueva relación más abierta, más directa, significativa y eficiente con sus peñistas. Queremos ayudaros a sentir más cerca el equipo, haceros más participe de cada acción y explorar nuevas vías de comunicación sin filtro con el club...”.
Es cierto que, durante un tiempo, contaron con la inestimable colaboración de la directiva de la Agrupación, que miró hacia otro lado cuando fue desarticulada la Curva Nord y que incluso su Presidente se expuso en un espacio radiofónico nacional de gran audiencia justificando el cese de Marcelino y los despropósitos que ya por entonces venía protagonizando Anil Murthy, pero acabó siendo arrastrado por el clamor de los peñistas y, aunque algo tarde, Sagreras se puso en su sitio. En el sitio que querían estar los peñistas que, como no podía se de otra manera, está enfrente de quien quiere destruir lo que tantos años costó construir. Han pagado su osadía siendo expulsados de la ‘Tierra Prometida’ al ser desahuciados de las instalaciones que ocupaban en los bajos de Mestalla y, esta semana, han tenido que asistir al intento desde el Club de desactivar a la Agrupación pero... es la hora de la resistencia.
Sinceramente no creo que, por el hecho de estar apuntado a una peña, nadie sea más o menos valencianista que cualquier otro en el que anida el amor por el Club pero la pertenencia a un colectivo organizado sí les otorga la posibilidad de mantener un frente sólido ante Meriton y ahora es más importante que nunca unir filas y que sean los menos los que caigan en la trampa de arrodillarse a cambio de las dádivas del tirano.
A Fede Sagreras le ha tocado estar al frente de las peñas en el momento más delicado y tiene la oportunidad histórica de mantenerse firme en un pulso que el valencianismo no se puede permitir el lujo de perder. Es posible que el éxodo al que se han visto obligados se alargue en el tiempo y la Tierra Prometida siga estando lejos pero... la verdadera Tierra Prometida no está un bajo en Mestalla sino la posibilidad de arrimar el hombro para que el Valencia vuelva a ser, con sus momentos altos y sus momentos bajos, lo que siempre fue y que Meriton se ha propuesto sepultar bajo una montaña de escombros.