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La última burra del establo

Puede, en definitiva, que no esté en juego el acceso a ninguna final, que tal vez, haya en disputa algo mucho más importante que eso. Poder creer en el propio Valencia. Que es ya lo único que nos queda por perder...

3/02/2016 - 

VALENCIA. Todavía queda espacio para un triple salto mortal, para una genialidad de última hora, que aúne belleza y locura. Y puede, porque está en el escenario ideal para conseguirlo. No existe ninguna presión, no se necesita siquiera ganar un partido. Y es más, no hace falta ni superar la eliminatoria. Un duelo bien competido y agónico en su final puede hacer tanto bien como un pase sonado de ronda. Porque lo que necesita este equipo es creer en sí mismo. Sentirse vivo y poderoso. Recuperar sensaciones, despejar las dudas cuanto antes. Y no le podría venir mejor un contrincante tan superior. 

Porque es ante éstos cuando saca lo que no sabe sacar ante los demás; siendo un modesto entre los grandes y un grande entre los modestos como es. Es ahí, en la desesperación del desahuciado, cuando vemos un grupo solidario, sencillo, que huye de las complicaciones y va a lo básico, a lo que sabe hacer. Que da lo mejor que tiene, aunque no tenga mucho. Reluciendo el espíritu obrero que suele esconder por complejo.

En las dos o tres etapas de su historia en las que el Valencia entendió que para ganar al colista debía correr tanto como para doblegar al líder llenó sus vitrinas de trofeos. Y ése es el problema de este club, y sobre todo, de su entorno, que siempre quiere ser lo que nunca fue, ya que nunca entendió lo que era.

Para eso sirve la cultura de club. Y aquí está el verdadero reto de futuro y no en jugar la Champions a cada rato.

Por tanto, sería importante que alguien cultivara la idea en esa caseta de que lo capital esta noche no es ganar, sino regresar siendo el Valencia. Que es llevar la batalla final a Mestalla, porque ahí, entre la magia de sus gradas, de todo puede pasar. Solo así, habrá alguna opción de jugar una final. Sólo así, de no tener premio como tal, se podrá recuperar un espíritu quebrado y reconstruir una comunión destrozada entre jugadores y entusiastas. 

Puede, en definitiva, que no esté en juego el acceso a ninguna final, que tal vez, haya en disputa algo mucho más importante que eso. Poder creer en el propio Valencia. Que es ya lo único que nos queda por perder. 

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