VALÈNCIA. El Levante de Javi Calleja vuelve a tropezar en una final. Desde que el técnico madrileño aterrizara en Orriols su equipo ha reunido multitud de ocasiones de meterse en puestos de ascenso directo y en la mayoría de ellas ha acabado desaprovechando la oportunidad, brindada casi siempre por tropiezos de alguno de los candidatos. Que el equipo se atasque justo en el momento clave ha sido una tónica desde que se metió, tras el cese de Mehdi Nafti, en la terna de los favoritos por regresar a la élite. En Tenerife incluso un empate hubiese servido, al menos, para mantener momentáneamente la ventaja de depender de sí mismo, con permiso de Las Palmas. Una victoria hubiese aupado al cuadro blaugrana no solo a las plazas de ascenso, sino al liderato. Pero tampoco ese motivó la consecución de los tres puntos más importantes del curso.
Con Calleja al mando, el Levante accedió por primera vez en la temporada a una posición de ascenso directo tras la victoria en Cartagena. Entonces, después de alguna otra intentona por escalar a la cima de la tabla, el equipo por fin había logrado abrirse la puerta del segundo escalón. "Ahora lo difícil es mantenerse", comentó el entrenador en el inicio de aquel mes de febrero. Y el Levante se mantuvo. Dos semanas. El empate a nada en Ponferrada hizo retroceder al playoff, pero solo ocho días después el triunfo frente al Lugo permitió recuperar la posición. A partir de ahí, un antes y un después.
La primera derrota de la temporada llegó en El Alcoraz y, con ella, la salida inmediata, de nuevo, de la zona de ascenso directo. Había que volver a buscar finales. El equipo salió del bache en Santander, pero los tres puntos de El Sardinero no desembocaron en asalto. La nueva oportunidad llegaría ante el Zaragoza, en la celebración de la Copa de la España Libre y con la opción de, en caso de ganar en la apertura de la jornada, dormir segundo, por delante del Granada, y trasladar la presión a los oponentes. El Levante no lo sabía -jugó el viernes- pero el rocambolesco empate frente a los maños iba a suponer a la postre otra ocasión perdida: el Granada perdió en Gijón y el Eibar -ya entonces líder- empató en Oviedo. En caso de haber hecho los deberes aquella jornada, el Levante la hubiera acabado en puestos de ascenso directo. Una final perdida.
Con no demasiadas esperanzas por lo vivido aquella visita loca del Zaragoza, el Levante encontró en Eibar otra oportunidad de dar un puñetazo sobre la mesa. En Ipurúa se jugó domingo y antes había fallado el Granada. Con ese resultado, y los que se dieron después -Las Palmas cayó contra el Oviedo en casa y el Alavés empató frente al Andorra- el Levante hubiese amarrado otra vez el segundo escalón de no ser por el desafortunado error de Róber Pier poco después de ponerse por delante. Los de Calleja acabaron la jornada quintos. Dos finales perdidas.
Una semana después, de nuevo los resultados de los rivales directos iban a brindar otro contexto favorable. El Mirandés visitaba el Ciutat para cerrar la fecha 36 del campeonato. Antes, el Granada se había llevado el cara a cara contra Las Palmas, el Alavés había empatado en El Molinón y el Eibar había sucumbido en el Belmonte. Y el Mirandés robaba en Orriols otra oportunidad de asaltar la segunda plaza. De haber ganado ante el cuadro burgalés, los de Calleja hubieran empatado a puntos con un Granada al que ya superaban en el goalaverage particular. La derrota siguió dejando al Levante quinto, con malas sensaciones y a solo seis del sexto con 18 puntos todavía por disputar. Tres finales perdidas.
Pese a todo, la estrecha diferencia entre candidatos mantuvo al Levante siempre con opciones. Tras el 0-0 en Las Palmas también se dieron resultados óptimos: el Eibar no pasó del empate ante el Zaragoza y el Granada perdió en Santander, pero el Alavés sí hizo los deberes en Mendizorroza y acabaría quedándose con el momentáneo ascenso directo por mucho que Cantero hubiera anotado una de las dos claras en el Insular. No fue, pues, un partido de asalto a las plazas de ascenso. Sí ante el Alavés. Aquella final se ganó. La victoria acabó con el club tercero, aunque virtualmente segundo -la clasificación no tiene en cuenta el goalaverage general hasta el fin del campeonato- por el empate a puntos con el Granada. Y con esas, una victoria en Tenerife hubiera dado con el Levante en ascenso directo pasara lo que pasara en la jornada, con posibilidades en la mano de concluir incluso líderes a falta de solo tres jornadas. Otra final perdida. Cuatro desde el último paso por el segundo lugar.