VALÈNCIA. Lo de las faltas y las tarjetas es algo que no deja de sorprenderme cada domingo que pasa. Después de ver como a Casemiro le perdonaban la expulsión en el partido que el Madrid jugó en Mallorca, me creo cualquier cosa. Casemiro realizó un par de entradas de roja. Pero el árbitro se desentendió en ambas ocasiones. Resulta que el Madrid recibe al Barça. Y, claro, el brasileño no podía perderse el Clásico. Mira que cosas, para este partido, el Madrid jugará de negro arbitral. No es broma. Les han diseñado una camiseta especial para jugar ante el Barça en la que el color no puede ser más apropiado. Lo dicho. Lo de las faltas y las tarjetas me tiene intrigado. Sobre todo porque Casemiro no figura en la lista de los diez jugadores que más pegan de LaLiga, cuando la verdad dice todo lo contrario. Si el brasileño jugara en otro equipo que no fuera el Madrid, lo expulsarían siempre. Sin embargo, un fino estilista como es Hugo Guillamón, por ejemplo, figura en esa nómina como el segundo que más faltas comete del campeonato. No salgo de mi asombro.
Está claro que hay una doble vara de medir arbitral. No se explica de otra manera. Hay jugadores y jugadores. Equipos y equipos. A Alderete, por ejemplo, ya le han tomado la matrícula. Es cierto que el central del Valencia reparte. Pero no menos que Casemiro. Sin embargo, Alderete lidera la clasificación de amarillas y el Valencia la de tarjetas amarillas y rojas. Al Valencia de Bordalás ya le han colgado la etiqueta de equipo violento y de ahí no lo va a sacar nadie. Sin embargo, nadie, o muy pocos, dicen que entre los jugadores que más cera reciben del campeonato hay dos de Mestallla: Guedes y Guillamón. Al portugués, y así lo pudimos ver en Getafe, también le han cogido la matrícula los rivales. Saben que es el futbolista más desequilibrante del equipo y ya no le dejan salir ni del primer regate. ¡Le hacen una falta cada 36 minutos!. A Guillamón, un metrónomo en el centro del campo, también le zurran (y así lo revela la estadística) porque es de esos jugadores que aguanta el balón con parsimonia. Pero ahora parece que el valenciano es más agresivo que Casemiro, cuando todos sabemos que el brasileño goza de inmunidad arbitra y que tiene licencia para pegar. De locos.
EL FUTBOLÍN.- ¡Esto no es un campo, es un futbolín! Es uno de los gritos de guerra de la afición del Valencia. Lo he escuchado cuando hemos visitado varios estadios entre ellos, por ejemplo, el del Levante UD. Sin embargo, convendría desterrarlo. Porque de lo contrario podemos encontrarnos con el efecto boomerang. Sobre todo después de ver el proyecto reformado del Nuevo Mestalla que Peter Lim quiere llevar a cabo. Si Meriton se sale con la suya, con el grupo político Compromís como ferviente aliado, nuestra nueva casa será un futbolín. Ni Museo, ni tienda oficial, ni restaurantes, menos plazas de parking…. Vamos, un proyecto menor que no implica gastarse ni un euro más de los 80 que percibirá gracias al acuerdo de LaLiga con CVC. Al Nuevo Mestalla, pese a las lonas que pretenden colocarle para tapar las vergüenzas, se le verá el cartón….
SI AL ESCUDO.- Recuerdo la salida al campo del equipo con el pasodoble “Valencia” de José Padilla Sánchez sonando de fondo en Mestalla. Eran los años ochenta. El Valencia vestía todo de blanco. Años más tarde, Paco Roig recuperaría un color negro que regresaría para quedarse. Todo de blanco. Así jugará el Valencia la final de la Copa del Rey ante el Betis. El rival ha disfrutado del privilegio de elegir primero por una simple cuestión de antigüedad. Si no podemos jugar con el equipaje de la Senyera, como me había gustado, el blanco no me parece mal. Sobre todo porque luciremos el escudo en el pecho. Eso es lo importante. Por momentos temí ver al equipo con ese azul pijama con el que hemos estado jugando hasta la fecha y, lo peor de todo, sin escudo.