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Lim: esto va para ti

11/05/2021 - 

VALÈNCIA. La historia, en general, nos ha demostrado que es común que el punto débil de un tirano sea su soberbia, porque le vuelve ciego, sordo y vengativo, por lo tanto, se hace previsible y vulnerable. Las últimas declaraciones de Peter Lim son muestra clara de una soberbia mal medida, producto de una inestabilidad emocional importante y por eso quiero analizarlas y rebatirlas aquí, ahora, Lim, para que sepas de qué va la cosa.

Una de las curiosas torpezas que dice Lim es que afirma encontrarse feliz viendo que se sienta a hacer negocios con jeques, empresarios ¿mafiosos?, representantes, futbolistas, etc. Desde luego, cabría investigarse esta presencia de supuestos mafiosos (Lim dixit) en los organigramas del fútbol europeo, ahora que la UEFA está tan puesta últimamente, porque guardar silencio en este caso sería como aceptarlo como válido, Sr. Ceferin. Pero más allá de semejante locura, lo que parece que no comprende Lim (ha demostrado carecer de señorío y por tanto con apellido raso se queda) es que, haciendo lo que hace, pronto dejará de estar entre tan selecta colla de ¿lo mejorcito de cada casa? Porque no le harán hueco, por mucho dinerito que tenga: a esa mesa se sientan quienes van a negociar, para vender y comprar, quienes están en la primera línea del fútbol mundial y no esos equipos que, de media tabla para abajo, luchan por subsistir o vagabundean por categorías menores. Tan lógico como que no ve que sus días en el banquete están contados: eso o que lo vean como el niño antipático del cumpleaños con el que nadie quiere jugar al final, porque saben que poco hay que sacar de donde no hay.

Por lo menos, ya no niega eso que veníamos diciendo desde hace mucho tiempo: está aquí para hacer otros negocios, porque el fútbol abre muchas puertas en el mercado. Le importa un pimiento el club, la verdad. Cogió uno con solera porque así se garantizaba sentarse un tiempo en esa misma mesa que tan feliz le hace, pero solo por eso. Nos queda claro que nunca pensó en hacer grande al club, sino todo lo contrario y lo está cumpliendo con creces, porque una vez haya firmado los acuerdos que le garanticen doblar la inversión realizada, dará por cerrada esta etapa y se meterá en otra. De eso, y solo de eso, vive Meriton Holdings. Y sí, ahí Lim es un fenómeno, sin duda, porque ha embaucado a muchas personas por el camino, desde el amaño y las triquiñuelas, desde la compra de los silencios y también de las palabras. Por eso, tanta gente aún sigue callada, hasta que se acabe el regalo envenenado que les dejó por debajo de la puerta.

En 1963 el actual estado de Singapur consiguió la independencia del Reino Unido, demostrando, a partir de entonces, su capacidad de crecimiento económico una vez superada la barrera tiránica de quienes la oprimían. Exactamente eso es lo que queremos, Lim: librarnos de ti para poder crecer y respirar. El ejemplo del camino a seguir es tu propio pueblo ¿también lo desprecias o solo lo exprimes económicamente? Y digo más: la población total de Singapur está en torno a los cinco millones y medio de habitantes: el valencianismo no es una nación (es un sentiment), pero el número de valencianistas por el todo el mundo estará próximo a esa cantidad, así que atempera tu desprecio, porque si Singapur es uno de los cuatro tigres asiáticos, el valencianismo es uno de los grandes de Europa a pesar de ti y de tus gestores y aún no conoces cómo ruge este león cuando despierta. Y lo acabas de levantar de este letargo al que lo habías sometido, no por tu poder, sino porque seguía confiando en ti, a pesar de todo.

Es cierto, unos valencianos hundieron económicamente al club, pero no olvides que tampoco ha sido la primera vez; y también lo bajaron a segunda, pero también los valencianos lo levantamos, lo llenamos de riqueza, lo hicimos más grande aún y conseguimos ser elegidos (lo digo porque ni tan siquiera lo sabes, fíjate qué mediocridad de dueño) en el 2004 el Mejor Club del Mundo. Sí Lim, el mejor del mundo, por encima de ti, de tus inglesillos, de tus Murthys y de tus cuentas corrientes: a lo mejor, por entonces, no eras ni tan rico. No ganamos la Champions, pero casi. Fue tanta la gloria que tocamos en una década que llegamos a creernos más de lo que podíamos ser y ahí unos valencianos fallaron: por torpes, no por usureros. Tú, al revés. Por eso te vamos a borrar, créeme, de la historia del club cuando te marches: propongo un silencio en ese hueco, como si no hubieses existido nunca. Tampoco los tuyos. Sí estará Alemany en nuestra memoria: ganó la copa a pesar de vosotros, y fue tanta vuestra envidia y bajeza que visteis que vuestro plan financiero se os iba al traste si el proyecto de Alemany-Marcelino se consolidaba, porque así ¿Quién os iba a invitar a la mesa de los ricos si erais el lado oscuro de un club con brillo?

Luego, esa compasión, ese llamar al valencianismo “cosa pequeña”. Mira, si el valencianismo quiere, tiene más dinero que tú, Lim, pero a diferencia de ti, lo hace desde la generosidad y el corazón, no desde la petulancia. Y lo hará, lo que pasa es que aún no pones precio no vaya a ser que te den en la cara y te demuestren que no eres tan rico como crees que eres; es decir: que te demuestren que tu poder era muy relativo. Y no solo eso: coge tu condescendencia y haz con ella jueguecitos de manos con Anil, que seguro estará encantado. Desprecias el poder de una marea, el brazo de un dragón, la mandíbula de un perro o el ala de un murciélago. No queremos tu compasión, ni la necesitamos. No nos hagas pequeños, porque no lo somos y la onza en la frente, como ocurrió con David frente a Goliat, te acabará tumbando. No conoces esta tierra, no conoces el poder de esta gente, ni tan siquiera su capacidad para cambiar las cosas: y no hace falta que te escondas, como haces, con ese miedo que te caracteriza. Se ve que desconoces (pues la desprecias) la virtud del diálogo, al menos sin artimañas de por medio. Somos valencianos: nadie mejor que nosotros para levantar lo más bello desde las propias cenizas. Eso también lo ignoras.

No, Lim, no tengas compasión por el valencianismo porque, quieras o no, derrumbará tu estatua, como lo ha hecho siempre que alguien ha demostrado baja categoría moral. Ni nos des lecciones de nada, porque con tu entrevista solo demostraste la inmadurez de quien se muestra caprichoso ante el juguete de otro niño sin darse cuenta de que la felicidad no te la da ese juguete, sino la alegría de poder jugar con los demás con ese mismo juguete. No lo entiendes, porque estás tan rodeado de aduladores que no te alcanza a entender ese concepto de que la unión hace la fuerza. Claro, tu empresa une, pero para romper. Es lógico que te cueste asimilar lo que significa el Valencia CF.

No vamos a caer en la provocación constante de esa pandilla de agitadores que nos has traído aquí. Tampoco en tus intentos por hacer que ardan las calles para así tener coartada para un mensaje ideológicamente reprobable. Estás despreciando esta nación inmaterial que es el valencianismo y no te das cuenta de que podrías haber sido rey (no de Johor, claro) pero decidiste ser tirano. Y ese camino siempre lleva a la revolución, queramos o no. Aprende un poco de la historia, Lim, porque te has hecho rico, sí, pero qué poco valoras el hecho de que nadie recuerda a nadie por su riqueza, sino por sus actos. Y eso serás tú: olvido. Ni Singapur ni el valencianismo tendrán un minuto para recordarte. Eres el peor embajador de tu país y el peor propietario que deambula por el fútbol europeo, lleno de sospechas de todo tipo, quizá es que te juntas demasiado en la mesa de los mafiosos y no tanto en la de los empresarios con éxito. Todo tendrá su explicación, sin duda. No te queremos aquí: ahora pregúntate si el mundo del fútbol, viendo lo que haces, te quiere. Dudo que lo haga.

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