VALÈNCIA. La derrota 3-0 en Getafe del pasado sábado fue un duro golpe difícil de digerir, no por la pérdida de los tres puntos si no por la dura imagen de un equipo que perdió una gran oportunidad de distanciarse de los lugares peligrosos de la clasificación. Y sobre todo por la manera en la que abdicó, sin carácter, sin personalidad y apocado ante un rival que -viviendo una situación aún peor- intimidó y sacó su poco futbol para pasarle por encima a un grupo de jugadores superados e incapaces de provocar un pico de esperanza en el electrocardiograma cuasi plano de una temporada terrorífica. El tan esperado "punto de inflexión" volvió a ser una quimera.
El punto de inflexión comienza a ser un animal mitológico para el valencianismo en la presente campaña; al menos, en positivo. Hay hasta cinco encuentros en los que el Valencia CF si apuntó una tendencia en la temporada. Pero una tendencia negativa que se está confirmando desgraciadamente.
No fue una derrota pero fue el primer aviso serio de la temporada. El equipo venía de remontar el primer partido ante el Levante -dejando muchas dudas- y de perder el segundo ante el Celta con la salvedad de un arbitraje discutible. Llegaba en la tercera jornada un recién ascendido como el Huesca que todavía no había ganado partido alguno y venía de salir derrotado en casa contra otro recién ascendido como el Cádiz por 0-2. El partido acabó en empate a uno con una penosa imagen de los de Gracia pese a adelantarse con mucha fortuna en el marcador gracias a una falta lateral botada por Daniel Wass que acabó entrando en la meta visitante sin que nadie tocara al despistar al guardameta oscense Andrés Fernández. La superioridad de los aragoneses fue absoluta, y los datos del partido fueron sonrrojantes para el Valencia CF. Solo 5 remates locales (2 de ellos a portería) contra 17 del Huesca (5 entre los tres palos), a lo que hay que unir un 48% de la posesón de la pelota por un 52% de los de Míchel a los que sólo su falta de puntería privó del triunfo. Por más que el club haya publicitado en sus redes oficiales en las últimas horas cuánto echa de menos a sus aficionados, el partido del Huesca con público en la grada hubiera finalizado con una sonora pita.
Primera derrota en casa ante el Betis de un Pellegini muy cuestionado en el arranque y que llegaba a Valencia con los mismos puntos que los de Gracia. El repaso futbolístico de los verdiblancos fue atronador con el trío Canales-Fekir-Joaquín manejando la pelota y el tempo del partido a su antojo. Los mismos números en remates totales que ante el Huesca: 5 del Valencia, ante 17 del Betis con el agravante de que entre palos el Valencia hizo 2 y el Betis, 8. La posesión también cayó del lado de los de Pellegrini: 47% contra el 53%. Y sobre todo la sensación de impotencia y bloqueo de un grupo que vio como enfrente tuvo un rival que se divirtió y jugó a placer.
Octavos de final de la Copa del Rey a partido único ante el Sevilla de Lopetegui. Casi no hubo ni partido dado que Gracia reservó a todos los titulares que pudo para el trascendental partido que le esperaba 3 días más tarde ante el Elche. Al minuto 33 el Valencia ya perdía 2-0 en un once integrado por futbolistas como Lato, Jason, Koba, Blanco o Sobrino. Sin despeinarse, los hispalenses borraron del campo a un Valencia que ya venía de perder 3-1 en el Wanda aunque compitiera en la primera parte. La imagen de desidia, inferioridad y renuncia a competir irritaron sobremanera al valencianismo, máxime cuando Javi Gracia había dícho un día antes en la rueda de prensa previa que: "No es inconveniente el partido del sábado para poder competir bien mañana y para que seamos capaces de seguir adelante en esta competición. Queremos competir bien mañana".
Un bochorno de principio a fin en el que el Valencia decidió no presentarse. El partido acabó dos a cero porque el Madrid (plagado de bajas) tampoco quiso hacer sangre y decidió no gastar más gasolina de la necesaria. La imagen fue absolutamente desastrosa y se registraron episodios grotescos tales como Guedes desentendiéndose de una jugada de ataque de su equipo para atarse una bota ante el estupor de alguno de sus compañeros, o Correia bajando al trote sin ninguna intensidad en un gol de Mendy que acabó anulado por el VAR (por cierto, que desde ese encuentro Guedes no ha vuelto a jugar un sólo minuto). Un total de 16 remates de los de Zidane por 4 de los de Gracia (a puerta 7 y 1 respectivamente), con un 61% de posesión de pelota para los locales y un 31% para los visitantes. La imagen fue tan lamentable que en los días posteriores se escenificó un gabinete de crisis, que en parte desmontó Gracia en la previa del encuentro de la semana siguiente ante el Celta.
El último de los episodios vergonzosos se vivió el sábado y todo está fresco y claro en la retina. La falta de carácter y la paupérrima aportación futbolística ante un equipo que venía de realizar un tiro entre palos en los cuatro últimos partidos. Posesión 77% ante el 23% (sin ser los azulones un prodigio en el manejo de la pelota). Un total de 15 remates locales por 5 del Valencia (a palos, 4 y 0 respectivamente). Y en el apartado de faltas, 21 de los de Bordalas por 12 de los valencianistas. Derrota dolorosa y otra vez al fango cuando podrías haber cambiado tu dinámica poniendo tierra de por medio.