La rueda de prensa que consagra a Ayestarán como hombre fuerte resultó muy extraña. Terriblemente extraña. Faltó convicción en las palabras, las caras denotaban cualquier cosa menos la alegría que debería producir renovar al hombre que dirigirá tus destinos a cotas importantes. Y sobraron reprimendas al entorno; flotando en el ambiente desde el primer instante
VALENCIA. Resulta un juego curioso este. Lim llegó con la misión de desvalencianizarnos y conducirnos hasta la civilización, pero resultó que por el camino acabó valenciano perdido, llegando al punto de hablar de herencias recibidas al modo de cualquier dirigente patrio en cuanto se ve apretado por las circunstancias. Y aún hay quien le acusa de no entender la cultura local.
Como se diría siguiendo los estándares comunes, Peter hizo un Llorente el otro día.
Y no es lo único locuelo de todo este tour singapurés. En estos tiempos de tribulaciones encontramos a los más haters del magnate haciendo la transición del dar pábulo a cualquier sinsentido que pusiera en duda la limpieza de sus intenciones a pregonar a los cuatro vientos que estamos ante un ser inmaculado. Para eso, al dueño le bastó con pagar a escote un viaje y dedicarles unas palabras en la intimidad.
Siempre hubo gente que necesitó muy poco.
Pero en el fondo, todo lo que llegó de Singapur durante días no fue más que propaganda. Mensajes institucionales bien cocinados plasmados en hojas de diario. Tanto que el último discurso de Peter es idéntico al que realizó en navidades para la televisión del club. Periodismo independiente que se dice.
Entre tanto las masas cuestionaban a diario qué han estado haciendo de enero a mayo para llegar a estas alturas teniéndolo todo por decidir, desde allí, nos decían que estaban estudiando la cuestión hasta el milímetro, no sea cosa que se vuelvan a equivocar. Al tiempo que aseguraban la ascensión de un tal Pako, hombre cuyo único bagaje en la élite se reduce a 34 partidos en Israel.
Resulta difícil no fijarse en la estética norcoreana que encierran los actos que se realizaron. Viaje al barrio donde creció el amado líder; visita a la escuela donde estudió el amado líder; escapada al hotel donde trabajó de botones el amado líder; acto en la fundación del amado líder… El Valencia al servicio de Meriton en la puerta de entrada al mercado asiático.
En todo esto encontramos a un sexagenario millonario fardando de equipo ante los colegas como el que fardaba en el patio del colegio cuando conseguía hacerse con un cromo imposible. En un descuido incluso se le escuchó preguntarle a su amigo, el príncipe de Johor, si le molaba lo que se había comprado: “¡Açò és un equip, i no la merda eixa dels Tigers que tens!” Es que Peter cada vez es más nuestro.
Formaba todo parte de esa danza de obviedades esculpidas en titular y del baño de imagen a un dueño que extravió su popularidad por el camino. Es todo muy así, tanto que un día sales a presentar al hombre más importante de tu proyecto leyendo discursos o esgrimiendo argumentos de madre diciéndole al aficionado qué debe sentir, cuándo debe pitar, que a ver si cambia de una vez, que ya va siendo hora, o qué noticias se deben de contar para estar en consonancia con ‘la cultura de club’.
La rueda de prensa que consagra a Ayestarán como hombre fuerte resultó muy extraña. Terriblemente extraña. Faltó convicción en las palabras, las caras denotaban cualquier cosa menos la alegría que debería producir renovar al hombre que dirigirá tus destinos a cotas importantes. Y sobraron reprimendas al entorno; flotando en el ambiente desde el primer instante.
Todo el mundo es consciente que Pako pagará los platos rotos. El escenario es de irascibilidad. Los años de tragar plomo han reventado las entendederas, un curso errático elevó el riesgo de que una simple chispa encienda el polvorín. Se puede entender pues, aunque asuste, esa imagen gris que vimos ayer tarde en Mestalla. Ayestarán, lo sabe bien él, empieza con un 0-3 en contra.