Hoy es 10 de octubre
VALÈNCIA. Mucho que hablar en torno a Argentina 78. La aparición del "Tango" (el balón que señalaba en mi generación a los niños cuyas familias tenían "posibles"), la omnipresencia de la dictadura militar argentina, las consecuencias políticas con renuncias de varios futbolistas (Cruyff, Breitner), la segunda final de Holanda, los goles del Matador, las sospechas sobre Perú. Todo eso, ya lo conoces pero hoy volvemos a traerte tres historias del las que no suenan tanto. De los Mundiales que no te contaron.
1-Luque marcó ajeno al drama. Si algo molesta a los futbolistas argentinos que se hicieron con la Copa del Mundo de 1978 es que se vincule su triunfo a las ayudas proporcionadas por la brutal e inmisericorde dictadura militar argentina. "Nosotros jugamos con la camiseta de Argentina, no con el uniforme verde de los militares", suele decir Mario Alberto Kempes cuando le preguntan por esta circunstancia.
No es el único que se siente dolido con los dirigentes del país de aquel momento que, eso sí, aprovecharon para anotarse el tanto como si la hubieran ganado ellos e hicieron propaganda de su tenebroso gobierno.
Uno de los futbolistas que no duda en recordar lo inhumano de aquellos dirigentes es el delantero Leopoldo Luque. El delantero jugaba el segundo partido de su grupo ante Francia y en el minuto 28 del segundo tiempo convirtió un extraordinario pase de Oswaldo Ardiles para marcar el 2-1 y clasificar a la albiceleste para la siguiente fase.
Luque festejaba ajeno al tremendo drama con el que se toparía de frente horas más tarde: esa misma mañana su hermano había fallecido en accidente de tráfico. Cuentan que no había conseguido billete en autobús para poder ir a ver el encuentro y viajó en la camioneta de un vecino. Un exceso de niebla en el frió invierno argentino provocó un accidente ntre las 6 y las 7 de la mañana. El cuerpo quedó absolutamente carbonizado.
Por expreso deseo de sus padres, Luque no supo nada hasta la mañana siguiente. Se ocupó él de todos los trámites y se marchó de la concentración. Tras una charla con su padre, Luque decidió volver tras dos partidos fuera y Menotti lo alineó ante Brasil. "En todo ese tiempo, ni uno sólo de los militares vino a darme siquiera las condolencias, así que pueden imaginarse la gracia que me hace que se hable de lo que nos ayudaron".
2-Platini de verdiblanco. No busquen porque no hallarán, Michel Platini jamás jugó en el Betis. Es más, ninguna de las dieciséis selecciones que obtuvo billete para Argentina 78 vestía com camiseta a rayas verdes y blancas ¿Qué ocurrió entonces?
Tercer y último partido de la fase de grupos en el que juegan Francia contra Hungía (ambos ya sin posibilidades de pasar de ronda). El partido se jugaba en el estadio de Mar del Plata. Y allí se presentaron ambas selecciones con sus segundos uniformes, ambos de color blanco. Al parecer, el error partió de la FIFA, que comunicó a ambos equipos que debían usar su uniforme alternativo. Aunque Hungría lleva camiseta roja y Francia azul, en aquella época había todavía muchos televisores en blanco y negro y se podían confundir las tonalidades de gris.
Así que el colegiado brasileño Arnaldo César Coelho se puso a buscar soluciones hasta que los franceses propusieron hablar con alguno de los clubes locales para que les prestaran las equipaciones. Finalmente se contactó con el Kimberley cuyas camisetas son similares a las que viste el Betis: a rayas verticales verdes y blancas.
Entre que se pusieron manos a la obra, se contactó, se localizaron las equipaciones y se comprobó que estaban con los dorsales correspondientes, el partido se inició con unos cuarenta y cinco minutos de retraso sobre el horario previsto ante la confusión de los más de 22.000 espectadores allí presentes.
Fue la única vez que Francia vistió con esos colores y que una selección actuó en partido mundialista con la camiseta de un club local.
Eso sí, no fue la única vez que un partido del mundial comenzaba con un considerable retraso. De hecho habría que esperar tan sólo quince días más para encontrar otro partido que no iba a comenzar a la hora prevista...
3-!Llamen al escayolista! Jugaron la finalísima de esta Copa del Mundo Argentina y Holanda, y antes de la misma ya hubo jaleo.
Resulta que el colegiado designado originalmente por FIFA para la final era el israelí Abraham Klein. Argentina se opuso frontalmente y protestó la designación con una argumentación oficial que aludía a los nexos de los judíos con Holanda. Sin embargo había gato encerrado, ya que Klein dirigió la única derrota de los argentinos en el Mundial 0-1 ante Italia en la que los de Menotti acabaron apuntando directamente al colegiado al entender que se les escamoteó un claro penalti en área transalpina. Ante la presión FIFA rectificó y mandó a Klein al partido de tercer lugar, designando al italiano Sergio Gonella (quien era considerado un colegiado mucho más "hogareño") para oficiar la final.
Así que ambos equipos se presentó en la final y había una pequeña peculiaridad. Y es que en Holanda venían los hermanos Van De Kerkhof (René y Willy). Ambos eran titulares indiscutibles y ambos figuraban como tal en el once inicial que el austríaco Ernst Happel puso en liza ante los albicelestes en aquella fría tarde de invierno austral en el bonaerense Monumental de River.
Pero los argentinos advierten una circunstancia que les hace presentar una protesta ante el colegiado italiano Gonella. El equipo local advirtió que el brazo dercho de René Van De Kerkhof estaba protegido por lo que parecía una escayola. La protesta del equipo local estaba encaminada a que no jugara el holandés ya que es cierto que el reglamento impide jugar de esta guisa.
Realmente no era una escayola y sí un fuerte vendaje de un grosor medio-alto destinado a proteger el brazo derecho que René se había lastimado en el partido que les dio el pase a la final. Así que se produjo un tira y afloja que fue creando una tensión en la que los argentinos como buen equipo "canchero" se movía como pez en el agua. La final acabó retrasando su inicio en más de quince minutos. Y René Van De Kerkhof no sólo se vió obligado a cambiar su vendaje por uno más blando, si no que tuvo que mojarlo para que los argentinos y el colegiado pudieran certificar que no se trataba de una escayola.
A partir de ahí comenzó la final y del resto ya se encargó Mario Alberto Kempes.