VALÈNCIA. Luis García Plaza ocupa un espacio de privilegio en mi altaret levantino. Por lo que consiguió pero también por cómo lo consiguió: constancia, trabajo, disciplina, elegancia, inteligencia táctica, carácter, educación. Me hubiese gustado tenerlo muchos años en Orriols. No sé si se valoró con justicia cómo de decisivo fue en la reconstrucción del Llevant, tras la brutal crisis de 2007-08. Con él, la escuadra granota no sólo fue capaz de atenuar sobre el césped la depresión colectiva que vivió el levantinismo sino que además firmó “la gesta del segle”, aquel ascenso a Primera inverosímil, con un equipo de retales pero con unos valores que serían decisivos en los años siguientes para reilusionarnos con un club mejor, resurgido de las cenizas. Cuando creíamos que no se podía caer más bajo Luis García y sus muchachos, a golpe de fútbol, alimentaron nuestra fe en la inmortalidad del Llevant, consumada con el ascenso, como guinda del centenario.
Cuando se marchó Caparrós o tiraron a Mendilibar (tras ocho partidos; aún sangro por aquello), a Alcaraz, a Rubi o a Muñiz, siempre albergué la esperanza de que quizá volvería Luis. Era infundada, porque Quico y él acabaron envueltos en reproches.
Hay entrenadores (y futbolistas) que se saben vender bien. No es el caso de Luis. Tras dos buenas campañas y una mala racha en Getafe fue destituido. Tardó cinco años en volver a la Liga, a un Vila-real que lo cesó seis partidos después de haberlo contratado como revulsivo. La vida es curiosa: precisamente el club de Robert Sarver, la novia despechada del levantinismo, confió en Luis García que respondió con un ascenso exprés y un buen inicio de Liga.
Hoy Luis García es el escollo en el camino de Paco López y de su Llevant, el de ambos, que necesita la victoria en Son Moix para una infinidad de cosas pero por encima de todas para recobrar un poco de tranquilidad y truncar la dinámica.
Existe una paradoja en la actual situación: un número creciente de levantinistas pide la cabeza de López porque el equipo no está al nivel en que él, precisamente, lo ha ubicado, con un crecimiento considerable en estos años. Hoy, de hecho, la creencia generalizada, es que, con este equipo, podríamos y deberíamos estar mucho más arriba. Perdemos de vista que, para lo malo y también para lo bueno, este es el equipo que ha construido Paco López.
