Luz y taquígrafos

VALÈNCIA. Ya saben. Desde tiempos en que el latín era de uso corriente se dice aquello de “excusatio non petita, acusatio manifesta”. Que en su primera declaración de intenciones, antes de tomar los mandos del club este lunes, Danvila haya adelantado que en el Consejo habrá cinco o seis miembros que no serán ni abonados ni accionistas (y por tanto, tampoco granotes, añado yo) genera cierto sonrojo, así de entrada, ya que uno de los principales argumentos de su candidatura fue que el club se quedara en casa, no en manos foráneas. Supongo que el nuevo líder del Llevant UD (que parece que finalmente no lo presidirá, como anunció desde el principio) excusará la entrada en el consejo de no-levantinistas por su experiencia empresarial o por su músculo financiero, quizá incluso por su capacidad profesional (como si todo ello no pudiese ir acompañado de ser del Llevant) sin caer en la cuenta de que, al hacerlo, estará llenando de argumentos a los que apostaban por vender el club a un fondo de inversión (en cuyas antípodas me hallo), cuyo argumento era dinero y gestión sin levantinismo. No estoy en contra, ni mucho menos, de contratar buenos profesionales, ajenos a nuestro sentimiento, y ponerlos al servicio de la entidad. De hecho algunos de ellos están hoy entre los más eficientes de los trabajadores de Orriols. Aunque siempre intentaría que además fueran granotes. Ahora bien: el nucleo duro del Llevant, su Consejo, debería estar formado por levantinos, gente que conozca el mundo del fútbol y sobre todo el universo de Orriols; no burócratas o ejecutivos que a las primeras de cambio decidirán como lo harían en una empresa de salazones o de snacks donde el alma no reside en la grada, con criterios estrictamente económicos, sin valorar ni entender el material del que está construido una empresa de fútbol. Me da pánico esa posibilidad. También la de seguir la senda del nepotismo, una de las prácticas más nefastas de la presidencia de Quico Catalán. Lo del club que es una familia llevado al extremo berlanguiano, el regalo masivo de entradas o el desprecio villarroeliano por la masa social.

Estamos ya en la cuarta jornada de liga y sigo esperando la rueda de prensa conjunta de Quico, Danvila y Furió (o quien corresponda) para explicar detalladamente el futuro del club y someterse a las preguntas de la prensa. Los abonados y accionistas que no estaremos en el Consejo, pero que somos levantinos hasta la médula, los que estaban a favor de la candidatura de Danvila o de las otras dos, queremos (y merecemos) saber cuáles son los planes de futuro. Si va a seguir el oscurantismo o iniciamos una nueva época de ventanas abierta y aire fresco. Explíquese pronto, señor Danvila, o nos condena a especular semana tras semana. Nuestro club (y sobre todo nuestra afición) necesita luz y taquígrafos. Otras cosas también pero de momento luz y taquígrafos. Con carácter de urgencia.

••• Oviedo. Íbamos a ganar 5-0, 6-1 o 7-2 y ascender directos en la última jornada de Liga, si Las Palmas y Alavés empataban en el Insular, como sucedió. En realidad sólo yo y unos pocos lunáticos más creímos que era possible. Ganamos 2-1 con un gol de Wesley en el 93’. Y gracias. Estuvo a un suspiro de conseguir el objetivo pero aquel era un Llevant sin alma que también pudo intentar reducir el golaveraje general con Las Palmas en el Madrigal y acabó venciendo contra las cuerdas. El mismo que no supo ganar a un Eivissa descendido para depender de sí mismo mientras se sucedían las ruedas de prensa sin sentido de Calleja, hablando de seguir en la pomada y cosas por el estilo. El Oviedo de Álvaro nos devuelve al recuerdo infame del final de Liga de aquel equipo, el más caro de Segunda, que nunca estuvo a la altura. Por fortuna todo aquello tiene poco que ver con el actual grupo, joven y ambicioso, sin desequilibros económicos y con mucha más capacidad de gol. Con las reservas de las malas segundas partes de Lezama y sobre todo Cartagena y las dudas que sigue sembrando Calleja. Pero con la ilusión recobrada de un equipo con hambre.