VALÈNCIA. Estamos en días de peticiones, deseos, buenos presagios y presentes. Con 750.000 euros apenas hay margen para regalarle a Paco López una solución deportiva en el mercado de invierno en alguna de las evidentes fugas debido a una deficiente configuración. La falta de ventas de futbolistas, sumada a las nuevas restricciones de LaLiga a la hora de calcular el Fair-Play financiero de cada club, ha limitado considerablemente la capacidad del Levante para lanzarse a por fichajes. Por mucha pandemia y todas las consecuencias que ha arrastrado este terremoto, con los que hay, si se obra el milagro y llegara algún nuevo tripulante, o si alguno solicita salir y ayuda a ajustar ese refuerzo, a la plantilla más cara de la historia le sigo pidiendo que no se acomode, que no se relaje, que siga por el camino que parece que ha encontrado desde que cortara la hemorragia de ocho jornadas sin ganar y que, sobre todo, no pierda factores innegociables como la concentración, la actitud y el compromiso, aunque los números no salgan del todo como nos gustaría.
Pase lo que pase en el último partido de 2020 de hoy ante el Real Betis (21:30 horas), y diga lo que diga el Big Data, soy consciente de que no se puede mirar más allá de la permanencia. Que lo de ampliar objetivos no se lo voy a pedir a los Reyes Magos porque hasta para ellos es un imposible. Eso no quita que siga reprochando la autocomplacencia, la teoría de ‘lo justo y necesario’, y repartiría carbón a los que en los resultados negativos continúen usando como excusa el argumento de que hay entre 13 y 15 equipos con el mismo propósito final “y que eso es lo que hay”. Ni pregono Europa ni tampoco celebraré con las mejores galas otra salvación lograda sobre la bocina porque seguir en Primera División es una obligación. Otro de mis deseos es que no nos veamos abocados a cruzar los dedos para que haya tres equipos peores que nosotros, aunque esta vez el Levante sea el antepenúltimo en el tope salarial y siguiendo esa clasificación se iría al garete. Está claro que habrá que apretar los machos una vez más para llegar a buen puerto, sufrir como el día de Real Sociedad, ganar sin merecerlo y también perder injustamente, acusar más despropósitos arbitrales y saborear cada pasito por corto que sea.
Lo digo una vez más: este vestuario necesita un reciclaje (creo que se va con retraso) y no solamente por la obligatoriedad de vender por 16,5 millones de euros antes del 30 de junio. Los fichajes de Malsa, Son, Dani Gómez y De Frutos son los primeros retazos de una reconstrucción necesaria. El hambre de los nuevos de la clase es el mejor antídoto para propulsarse y dar ese paso adelante que se espera en lo deportivo y que es tan necesario para que no vaya descompasado, a otro ritmo, con el crecimiento social. En las altas esferas, este desarrollo constante arrancó desde que Quico Catalán entró a poner las cosas en su sitio. Esta travesía desde los infiernos a la actual decimoquinta temporada en la máxima categoría ha estado repleta de muchísimos más aciertos que errores. Un notable alto… con un exceso de control, cada vez mayor, hasta el mínimo detalle, demasiado irracional, provocando un desapego y haciendo que los lemas de cabecera ya no enganchen. Para el club le pido más transparencia y cercanía. Que cada uno se exponga sin barreras desde la función que desempeñe en el organigrama y no únicamente el mismo antes y después de cada encuentro de manera telemática. Siento que reina una capacidad de autocrítica limitada, mínima y una comodidad peligrosa.
Volviendo al plano deportivo desde los despachos, en el actual proyecto aún hay deberes por un tubo para el siguiente tras la mejora de Roger Martí. Un montón de situaciones de relevancia diferente, letra pequeña y un grado de sentimentalismo mayor. Rochina, Morales, Miramón, Postigo, Óscar Duarte y Doukouré acaban contrato. El gasto de plantilla ha aumentado en más de 8 millones de euros en una temporada. Las cuentas no facilitan un escenario menos asfixiante y de ahí que el bloqueo se extienda en la posibilidad de reforzar el equipo en la ventana que se abre en invierno. Igual o incluso más importante es saber gestionar el ‘caso Campaña’ y no descuidarse en las entradas del curso 21/22, sobre todo en el mercado de agentes libres donde el Levante ha demostrado que sabe moverse y que desde el viernes se acelera. Pero el andaluz no es el único activo con cartel. Orriols espera la Eurocopa como agua de mayo para que Bardhi deje su huella (primero que deje atrás la hernia discal que le trae de cabeza). Aitor Fernández ha recuperado su mejor versión y ojo con otros como Clerc o Malsa que están acaparando muchos titulares y seguro llamarán a la puerta por ambos.
En mi lista de deseos hay dos señalados en rojo: que la identificación equipo-afición se restablezca por completo y que más pronto que tarde volvamos al Ciutat. El segundo ayudaría a acometer el primero. Porque tengo unas ganas tremendas de que podamos disfrutar de la caldera generada por la nueva estética y el fervor que provocarían juntas las más de 20.000 y pico almas deseosas de volver a casa. De momento nos debemos conformar con vídeos en redes sociales para alucinar con el espectáculo de luces y sonido de cada partido… por ahora en la ‘clandestinidad’. No me mola que la reforma del estadio siga llevándose las mayores loas y se use para parchear los resbalones en el campo. Futbolísticamente percibo una tranquilidad relativa, como si estuviera todo en orden desde que se salvó lo más parecido a una final que fue el 3-0 al Getafe. Después del subidón que supuso derrotar a la Real Sociedad, el empate en El Alcoraz me dejó frío. Ni fu ni fa. El punto rescatado frente al Huesca tras la reanudación, sin grandes alardes y con la creencia de haber podido rascar más dando un arreón extra, no debe ocultar una de las peores primeras partes de la temporada, al margen del penalti por manos de Vezo que fueron iguales a las de Umtiti en el Camp Nou y que se pasaron por alto.
También me gustaría pedirle a los Reyes Magos que Paco López no fuera siempre ‘el muñeco del pim-pam-pum’. Que los responsables de la deficitaria confección de la plantilla en puestos determinados y determinantes aguanten su dosis proporcional de discrepancia (algo que ya está sucediendo). Y también que los futbolistas no se escondan entre picos de rendimiento, torpezas del VAR y los contratiempos en forma de lesiones que están a la orden del día. Cuando los resultados acompañan, tanto debate se minimiza, y lo del ‘escudo perfecto’ se aleja, pero no desaparece porque un frenazo te manda de nuevo al pozo, de ahí que hay que estar en alerta constante. Aunque cueste es necesario que en estos meses que quedan de batalla impere el equilibrio en todos los aspectos. Hay que construir hasta cuando haya que volver a sacar los colores a Paco y los jugadores en esos picos de bajada de la montaña rusa que es el Levante.