VALÈNCIA. Necesitamos que vuelva la liga para echarnos algo a la boca, como si el hecho mismo de que el balón comience a rodar nos da una sensación de regreso al cauce de la normalidad, aunque los partidos sean anómalos y extraños. Lo único que se ha podido sacar en claro del ejemplo alemán es que jugar en casa se hace incómodo, así que el talento individual tiende a resolver, aún más, las situaciones de ataque y nosotros no vamos muy sobrados, pero lo tenemos. También se ha podido comprobar que en defensa predomina la falta de concentración, como si faltase ese punto de tensión que te da el griterío del público. De igual modo, la distancia de las marcas genera espacios idóneos para salir a la contra o resolver centros metidos al área. Se avecina un fútbol diferente, queramos o no. Y eso hay que entrenarlo, hay que trabajarlo con cierta agudeza y también cabe planificarlo, porque las lesiones han destacado, igualmente, en tan solo dos jornadas de la Bundesliga.
No venía el Valencia CF en su mejor momento cuando todo esto paró de golpe: de hecho, el partido de Champions no debió ya disputarse, pero nos sirve de banco de pruebas para lo que será la mini liga que va a disputarse. Ahora, lo que el equipo debe ponerse en la frente es una idea: comienza algo casi nuevo y si quedamos entre los tres primeros de este campeonato reducido te habrás garantizado Europa. Decía el gran Luis Aragonés que un equipo debía llegar más o menos bien colocado hasta que faltaban diez jornadas para el final: en esas diez jornadas es cuando realmente se jugaba la liga, pues determinaba el pulso y ritmo del equipo ganador. El destino ha querido que queden ahora once jornadas y el Valencia afronte esto como una reválida para enderezar su irregular rendimiento anterior. Sigo pensando que estar séptimos es una mala posición para un club como este (¡imagínate estar el que hace doce, que es el lugar predilecto de los proyectos made in Lim-Mendes!) y que ni en defensa ni en ataque han sabido dotar al equipo de una identidad, pero ahora comienza algo diferente, algo que puede maquillar la temporada y darle un color algo más ajustado a lo que el Valencia CF debe ser, por presupuesto, por status, por coste de plantilla y por historia.
La falta de ritmo no podrá ser una excusa, pues todos vendrán con ese problema bajo el brazo. El empuje de la afición contrario (o de la tuya) tampoco será un matiz que defina detalles. Las protestas del juego subterráneo no serán tan visibles. Con esto juegan todos los equipos, tanto a favor como en contra, pero a mí me da bastante miedo pensar que, por ejemplo, si esta situación agudiza los despistes defensivos, cómo vamos a reaccionar, porque nosotros íbamos serviditos de ellos y contra la Atalanta ya pudimos ver cómo se nos dimensionaron sobre el césped. Ojalá me equivoque, pero estoy casi seguro de que Mouctar hará muchas de las suyas. Y no sé si Paulista será capaz de mantener ese punto de concentración que el público le da. No sé tampoco se la frialdad de la grada le resbalará al gélido Parejo o si, por el contrario, hará que saque toda su magia. Lo que sí sé es que Ferrán tendrá más espacios, como Rodrigo y que Gameiro no jugará con la presión en su nuca, apuntándole. De todos los demás nada se me ocurre, porque esta nueva normalidad es muy contradictoria en sí misma.
Es curioso, pero en estas circunstancias en las que hay que ir poco a poco asentándose, el Valencia CF (y otros clubes también, claro) no se puede permitir transición alguna: tiene once partidos en los que debería ganar ocho al menos y rascar algo en otros tres. Con esos números la Champions estará muy cerca salvo que otros clubes hagan mejores números y, además, aprovechen su actual ventaja. No sé si van a valer los argumentos exculpatorios o si nos conformaremos con quedar séptimos, pero sí sé que aquí hay algo que me huele raro, un tufillo que me viene, quizá algo fatalista, que me dice que algo no va a ir del todo bien. No sé, quizá es desconfianza asentada por demasiadas experiencias negativas en los últimos años. Esta mini liga no solo marcará el campeonato actual, sino (y sobre todo) el que viene, porque todo esto ya ha supuesto una importante merma económica en el club, de tal modo que si sumamos que el año que viene no estamos en Champions, pues me imagino a un Ferrán definitivamente fuera del club, por ejemplo. Y no sería el único importante, con fichajes muy del tono Longoria, viniendo del Cádiz (suenan ya dos futbolistas que ahora juegan en el Zaragoza), del Tenerife, del Almería, etc. De este perfil puedes hacer una o dos apuestas como mucho, no cinco, porque eso significa que estás siempre en reconstrucción y lo estás con la pobreza como maniquí. Pero este es otro cantar al que le daremos letra en su momento. Ahora a esperar que comience, de nuevo, el campeonato y que la incertidumbre no se convierta en frustración o descalabro, que es ya lo único que le pedimos al equipo.