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OPINIÓN

Míster Cagada

22/11/2019 - 

VALÈNCIA. La mejor biografía de Luis García Berlanga la escribió un amigo suyo, el iconoclasta director de cine Jesús Franco. Quien fuera heroico paladín del cine de serie B europeo cuenta, entre muchas sabrosas anécdotas, que Berlanga, al acabar uno de esos planos que luego deslumbraban a críticos cinematográficos y espectadores más o menos enteradillos, siempre soltaba la misma exclamación: “Vaya cagada”. Por eso, a Berlanga, sus íntimos lo llamaban “Míster Cagada”. Esa simpática historia que explica el entrañable Tío Jess desvela que el director valenciano era un inconformista, un tipo que nunca estaba satisfecho con su trabajo, por mucho que más tarde lo alabaran cuando llegaba a la pantalla grande en forma de película.

El Míster Cagada del fútbol español no tiene la capacidad de autocrítica que poseía el autor de 'El verdugo' o 'Plácido', sobre todo porque tiene más poder, y ya se sabe que el poder, mal ejercido, no entiende de críticas, ni siquiera la propia. Míster Cagada es el dueño del Valencia y, por ello, sus errores nunca son tales. Con su esbirro en la ciudad, al que llamaremos “Míster Cagada 2' para no herir susceptibilidades, ha conseguido algo difícil de lograr, incluso para los más inútiles: crear un problema de cada solución. La capacidad de Míster Cagada para estropear las cosas que funcionan solo tiene parangón en esos futbolistas a los que la gloria les sonríe y deciden marcharse por dinero a otros equipos en los que fracasan, con lo que hacen infelices a todos; a su antiguo club, al nuevo y a ellos mismos. Véase Neymar, Borja Iglesias o Paco Alcácer

Míster Cagada permitió la creación de un proyecto deportivo a medio plazo que, además, daba resultados a corto y pensó que había que actuar. Echó al entrenador, al director deportivo y al director general, los tres pilares del edificio que tan buena pinta tenía, que cayeron como fichas de dominó, empujados unos por otros, y los fue sustituyendo poco a poco. Primero contrató a un nuevo técnico y después, al no encontrar a nadie con que cagarla bien, puso a Míster Cagada 2 como director deportivo y general, lo que convirtió a Míster Cagada 2 en un Leonardo Da Vinci de la gestión futbolera, un ser superior, un Florentino Pérez 2.0. Los frutos no tardaron en llegar, ya que la primera gran decisión del multiatareado Míster Cagada 2 fue prescindir del médico del equipo, un señor que, aunque pasaba consulta en Gijón (que si ya da pereza ir al ambulatorio, no me puedo imaginar la que dará irse a Asturias), era el galeno de confianza de los futbolistas, pese a que el médico oficial fuera otro. Falta por saber si entre las ingentes habilidades de Míster Cagada se encuentra la medicina para cerrar el círculo del absurdo. El caso es que, en el Valencia de Míster Cagada, la diversión está garantizada, ya que no pasa una semana sin que le ocurra como a Míster Bean, que fastidia todo lo que toca. Y eso, más que rabia, da risa.

El libro de Jesús Franco se titula 'Bienvenido, Míster Cagada', un título que hace referencia a esa maravillosa película de Berlanga en la que los americanos prometen llegar cargados de millones a un pueblo de Castilla, que se engalana para la ocasión convirtiéndose en un típico enclave andaluz y disfraza a todos sus habitantes con trajes de farolaes, pero los yanquis acaban pasando de largo sin hacerles ni puñetero caso. Una historia tan real en el Valencia de los últimos cinco años que deberían proyectársela a Míster Cagada en su próxima visita a la ciudad, con el fin de impregnarlo, más si cabe, del espíritu autóctono. Si así fuera, lo más berlanguiano sería que los aficionados valencianistas fueran a recibirlo transformados en hinchas asiáticos, con una gran pancarta que rezara: “Bienvenido, Míster Cagada”.  


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