VALÈNCIA. El adiós de José Luis Morales, que ha pillado por sorpresa a muchos dentro y fuera del club a la espera de la renovación de su contrato, ha dejado huérfano al Levante, que pierde apenas unos días después de bajar a Segunda al futbolista más importante de su historia en Primera División y a uno de sus iconos en casi 113 años.
Después de la reunión celebrada este lunes en la que se suspendió la gestión del presidente del club, Quico Catalán, al que se le dió un margen de confianza de cara al próximo proyecto, el presidente de la Fundación del Levante, Vicente Furió, confirmó la salida de Morales de la entidad.
Tras varias semanas de negociación entre el agente del futbolista madrileño y el club, la salida de Morales al Villarreal ha dejado muy tocado al Levante y a su hinchada en el momento de la despedida del levantinista con más partidos en Primera, con 254 duelos disputados, y máximo anotador, con 63 goles.
A falta de las explicaciones por ambas partes, la falta de entendimiento entre Morales y el Levante era razonable, ya que el caché del jugador madrileño, a punto de cumplir 35 años, le permitía tener ofertas de mejores equipos y el club, por su parte, no podía soportar su salario en Segunda y por eso era un agente libre con el descenso.
Sin embargo, la afición escuchó orgullosa a su capitán asegurar reiteradamente que éste no era el momento oportuno de marcharse después de once años en el Levante y que su intención era seguir en Segunda para volver cuanto antes a la elite del fútbol nacional.
Tampoco las formas de conocer el desenlace han sido las mejores. Desde que a mediodía del jueves pasado trascendió la intención de Morales de rechazar la oferta de renovación, el Levante, con su presidente en Madrid en una reunión de LaLiga, prefirió mantenerse en silencio.
Aunque todavía faltan cuestiones por resolver, Morales ya no correrá más de azulgrana en el Ciutat de València, el estadio que pisó por primera vez oficialmente el 21 de septiembre de 2014. Había debutado casi un mes antes en Primera División en Bilbao ante el Athletic después de jugar dos temporadas en el filial del Levante y otra cedido en Eibar.
Morales llegó al filial con casi 24 años y de rebote, ya que el empleado del Levante que se fijó en él cuando jugaba en el Fuenlabrada en realidad había viajado a Madrid para estudiar la contratación de otro jugador que disputaba ese encuentro. Aquel día Morales dio un recital y el Levante cerró su fichaje aunque no podía pensar que tendría esa trayectoria en el club.
Su primera noche mágica como azulgrana fue la de un derbi, en noviembre de 2014, que decidió con un zapatazo desde lejos para poner el 2-1 ante el Valencia. Su evolución fue constante y el descenso a Segunda en 2016 no hizo mella en su progresión, ya que en su vuelta a Primera División en 2017 demostró su valía.
El futbolista madrileño se ha exhibido en este último lustro en San Mamés, en el Benito Villamarín, en Granada, en Vila-real, ha puesto patas arriba al Ciutat de València ante el Real Madrid y el Barcelona y en la retina de los seguidores levantinistas se guardarán seguro muchos de sus goles. Rozó incluso una final de Copa del Rey en 2021, pero el Athletic Club le dejó sin luchar por el título.
Pese a los dos descensos en su carrera como azulgrana, Morales es estadísticamente el mejor jugador en la historia del Levante y está al nivel de iconos del club como Antonio Calpe, Dolz, Caszely, Paredes, Wilkes o ya en la historia más moderna, Ballesteros, Juanfran o Koné, considerado por muchos uno de los mejores jugadores en la historia del club.
Curiosamente, Morales no dejará de jugar como local en el Ciutat de València, ya que el Villarreal disputará sus primeros partidos del curso 22-23 en el estadio del Levante por las obras de remodelación de La Cerámica. El excapitán levantinista conoce al dedillo cada rincón de ese estadio, pero la hinchada que tanto le veneró no estará en las gradas.