VALÈNCIA. Consumida una vuelta entera de la temporada en curso, el Valencia CF está a tiempo de casi todo. Y eso, sabiendo quién toma las decisiones en el club es un milagro que responde a un nombre y dos apellidos: José Bordalás Jiménez.
Que el entrenador del Valencia CF le haya sacado todo el jugo posible a una plantilla, mal hecha, descompensada y con una inversión mínima habla muy bien del técnico alicantino. Sin embargo, milagros no se pueden hacer; lo que no puede ser, no puede ser, y además es imposible.
En las dos últimas ruedas de prensa, el entrenador ha vuelto a recordar que le dijeron que en diciembre habría una reunión telemática con el propietario para hablar de los refuerzos de invierno. Diciembre pasó y la videoconferencia sigue en el limbo. Cuando lo recuerda tantas veces, la impresión es que -como mínimo- el míster tiene la mosca tras la oreja.
De momento es Bordalás quien se mueve buscando en el mercado. Pero sin el OK del propietario, de poco sirve la voluntad del entrenador. Además, la propaganda institucional lo tiene fácil con este modus operandi: si sale bien, ha fichado el club, si sale mal son peticiones del entrenador.
De hecho, el ballet de Anil (baila la música que pone Singapur) ya está cargando contra aquellos que tienen sus reservas con Wakasso, el primero de los nombres en sonar. Ahora argumentan que eso es dudar del criterio de Bordalás. Otra mentira a medias. El criterio de Bordalás es más que fiable, otro tema es en qué margen le dejan moverse para elegir jugadores. Denle un margen más amplio al técnico y me juego cualquier cosa a que Wakasso no sería su primera opción.
Es muy sencillo, denle herramientas a Bordalás y Europa estará mucho más cerca. Cuando la propaganda institucional nos tildó de "viudas de Marcelino" a aquellos que clamábamos contra la destrucción del proyecto (curioso que una buena parte de quienes utilizan esta etiqueta despectiva aún mojan su ropa interior al escuchar el nombre de Amadeo Salvo), no midieron que esa mentira tenía las patas muy cortas. Primero, porque desde que se destruyó el proyecto de 2019, los resultados están ahí. Y segundo porque siempre se clamó por un proyecto lógico en el mundo del fútbol.
Ojalá Bordalás tuviera una estructura profesional que le pudiera presentar un listado de centrales y de medios centros en el radar que pudieran llegar en pocos días y a un coste limitado o cedidos. Pero para eso hace falta una estructura que no existe en el Valencia desde que Anil Murthy se autoproclamara director deportivo. Es más, ojalá Bordalás pudiera disponer de una plantilla como la que pudo disfrutar Marcelino. Seguro que la pelea por la Champions y por llegar lejos en la Copa no sería una entelequia.
Por eso creo que en el trabajo del alicantino pueden caber pocos "peros". Sólo cabe desearle suerte para que lo que pueda pescar -si es que algo llega- le sirva para seguir peleando por volver a Europa.
PD: la mayoría del valencianismo no confía en que la propiedad le haga un buen equipo a su entrenador, y tampoco confía en que el Nou Mestalla que han proyectado vaya a ser una futura casa digna del valencianismo. Ahora que pretenden vendernos que hacer la Galería Jorge Juan con gradas es una buena solución para acabar el estadio de la Avenida de Las Cortes, la realidad es que en lugar de ilusión lo único que están creando -una vez más- es desconfianza. Si me mientes una vez, es culpa tuya. Si me mientes dos, ya es culpa mía. Y como diría un afamado filósofo oriental "el gato escaldado del agua fría huye".