La bahía de Portmán, ubicada en el municipio de La Unión, es considerada por muchos como el lugar de la mayor catástrofe ambiental del Mediterráneo, debido al vertido masivo de residuos mineros que la sepultaron durante décadas. Para quien lo desconozca, son más de siete hectáreas contaminadas con materiales como el zinc, el plomo o el hierro. Más de 35 años después, tras el derrame al mar de residuos provenientes de la explotación minera en manos de la francesa Peñarroya, todo sigue igual.
Entre 1957 y 1990, la empresa Peñarroya, que operaba en las minas de la Sierra de Cartagena-La Unión, vertió directamente al mar millones de toneladas de residuos procedentes de la minería. Estos residuos, conocidos como estériles mineros, contenían metales pesados y otros elementos tóxicos, lo que causó una degradación severa del ecosistema marino.
Estos residuos, que llegan 12 kilómetros mar adentro y hasta 14 metros de profundidad, pueden ser perjudiciales para la salud. Lo que una vez fue una bahía abierta con playas y vida marina quedó transformado en un enorme terreno de lodo tóxico.
La biodiversidad marina desapareció casi por completo debido a la toxicidad de los residuos y la falta de oxígeno en las aguas. Las praderas de posidonia y otras especies características del Mediterráneo dejaron de existir en la zona. El suelo quedó contaminado, afectando no solo a la bahía, sino también a las áreas circundantes.
Aunque los vertidos comenzaron en los años 50, no fue hasta 1990 que las actividades cesaron. Durante décadas, las autoridades permitieron esta práctica sin medidas efectivas para proteger el medio ambiente.
La pesca, que era una actividad tradicional en Portmán, desapareció debido a la contaminación. La zona también perdió su atractivo turístico, afectando a la economía local.
En las últimas décadas, se han llevado a cabo proyectos de regeneración ambiental, pero el proceso ha sido lento y controvertido. Aunque se ha logrado retirar parte de los residuos, la bahía sigue siendo un símbolo de la devastación ambiental causada por la actividad humana.
Entre 1957 y 1990, Peñarroya vertió 7.000 toneladas diarias de residuos compuestos por tierra, zinc, cadmio, restos reactivos y plomo
La catástrofe de Portmán no solo destruyó un ecosistema, sino que también representa un ejemplo extremo de los efectos de la explotación sin control y la falta de regulación ambiental en el Mediterráneo.
Hace tan solo unas semanas, el alcalde de La Unión, Joaquín Zapata, alertaba sobre la posibilidad de que la regeneración de la Bahía de Portmán termine reduciéndose a un simple sellado. "Es la amenaza que percibimos desde el Ministerio para la Transición Ecológica, que además paralizó este proyecto en el año 2018 y desde entonces está detenido", señaló Joaquín Zapata.
Zapata insistió en que, desde el año 2004, cuando se firmó el pacto de regeneración en el que todas las administraciones implicadas acordaron que "lo que había que hacer con la Bahía de Portmán era regenerarla", el único avance significativo fue el proyecto iniciado en 2016, que el Gobierno de España paralizó en 2018. "Ahora tenemos el peligro real de que pueda no regenerarse y que termine siendo sellada", advirtió.
Visibilidad de la tragedia
Solo un par de semanas después de aquella alerta lanzada por Zapata, hemos conocido que el Ayuntamiento de La Unión quiere mostrar a todos aquellos visitantes y turistas que se acerquen a este espectacular enclave costero la realidad de Portmán y evidenciar de forma visual -a través de unos carteles informativos en la Playa del Lastre- el desastre natural que se produjo en su bahía como consecuencia de la actividad minera.
Este proyecto guarda relación con el convenio de colaboración entre el Ministerio de Medio Ambiente, la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia y el Ayuntamiento de La Unión para la recuperación y adecuación ambiental de la Bahía de Portmán, ya que se convierte en un lugar estratégico para poder contemplar tanto los trabajos de recuperación de la bahía como el resultado final, una vez finalizados los mismos.
Los trabajos a realizar serán la colocación de un panel en el mirador, fomentando la comunicación digital con el turista a través de la instalación de códigos QR, donde se obtendrá información en varios idiomas sobre la tradición pesquera de Portmán y sobre el desastre ecológico producido en ese lugar.
Para ello, se aprovecha el mirador ya existente, situado a un nivel superior con respecto a la playa del Lastre. Dispone ya de barandillas y mobiliario urbano, pero no hay ningún tipo de cartelería ni panel indicador que sirva para interpretar el entorno y la historia del desastre medioambiental.
La bahía de Portmán sigue siendo un recordatorio latente de las consecuencias de la explotación sin control y la falta de responsabilidad ambiental. Más de tres décadas después de que cesaran los vertidos, su regeneración continúa siendo un desafío pendiente, con avances mínimos y amenazas de soluciones insuficientes como el simple sellado. Mientras el Ayuntamiento de La Unión busca visibilizar esta tragedia a través de iniciativas informativas, el futuro de la bahía aún depende de la voluntad política y la cooperación entre administraciones para cumplir el compromiso de devolver a este enclave costero su valor ambiental y social. Portmán no solo merece ser recordado como un ejemplo de lo que nunca debe repetirse, sino como un símbolo de que la restauración es imprescindible para que recupere su dignidad como espacio ambiental.