VALÈNCIA. ¿Qué ha cambiado? Se pregunta Salva Folgado en las páginas de Plaza. Nada ha cambiado. Esa es la respuesta. La hoja de ruta de Peter Lim en Mestalla continúa siendo la misma desde que el magnate singapurés aterrizó en València hace ocho años. El aperturismo de Meriton no es sino una operación estética cuyo único objetivo es maquillar la triste realidad: el club está al borde del precipicio y se asoma al abismo. Pero ni los intentos de Layhoon por demostrar aires de cambio ni la renovada ilusión deportiva de la que disfruta la afición, pueden evitar el negro futuro de nuestra entidad centenaria. Lim le ha puesto una tirita al club, pero la herida continúa sangrando a raudales.
Pese a la nueva imagen que nos quieren vender, los buenos modales de la presidenta o la exposición pública de los últimos barones bendecidos por el propietario, al frente de todo este cotarro, continúa escondido Peter Lim. Tomando decisiones a más de once mil kilómetros y en función de su bolsillo, dejando al Valencia en un segundo plano. Por eso, en mi modesta opinión, continúa vigente lo sucedido en Mestalla la pasada temporada en el partido contra el Celta y las 15.000 personas que se concentraron en la Avenida de Suecia. Que el nivel de movilización de la afición haya bajado no quiere decir que es el fin de la lucha contra el opresor. Lo que nos llevaría a engaño, por el contrario, sería hacer esas mismas manifestaciones de fuerza domingo tras domingo. Pero, como digo, aquella manifestación de poder del valencianismo en defensa de su club sigue estando muy presente jornada tras jornada.
Esto es algo que también tienen muy claro en Singapur. Porque aquello fue un golpe muy duro contra el mentón de Lim. Por este motivo, Meriton continúa realizando a diario un trabajo intenso para acallar las voces más críticas. Los cafés y las reuniones de despacho están a la orden del día. Hay asesores áulicos al servicio de la causa asiática que multiplican esfuerzos para que los medios de comunicación den un paso atrás. Se están intentando ganar voluntades a base de filtraciones y de que se yo… Así funciona este negocio. Contemplo con pesadumbre que están teniendo efectividad, es cierto, pero más cierto es todavía que no hay intención de un cambio real. Lim sigue ciego de orgullo y su único interés en el Valencia es mercantil.
Este periodo de calma chicha, de parones y con un próximo Mundial a la vuelta de la esquina, debe ser un tiempo de lucha pedagógica. De dar a entender a la hinchada qué se debe mirar más allá de los goles de Cavani (¡ojalá siga en racha!) y que la grada entienda lo que le está sucediendo a la entidad. Y la única verdad es que Lim lo está llevando al cadalso. También es cierto que la afición de Mestalla ha madurado mucho. Nada tiene que ver con aquella que hace ahora ocho años le recibió en loor de multitudes y le puso la alfombra roja. Por un simple ejercicio empírico, los seguidores del Valencia ya empiezan a ser conscientes de que por un lado está lo deportivo y por otro el futuro de una sociedad centenaria que corre peligro.
Quedan veinte días escasos para que salgan a la luz las cuentas generales. Al mes será la vetada junta de accionistas. Habrá que estar tan atentos como vigilantes. Porque había una clara causa de disolución que no sabemos si con los traspasos de Guedes y Soler se habrá podido paliar o si Lim tendrá que presentar otra capitalización. También hay otros asuntos de interés en el orden del día como saber qué sucede con CVC, el tema del estadio menguante, los terrenos de Aragón y un largo etcétera. La pelota continúa rodando. Nos seguimos jugando el futuro como sociedad. La afición tiene que ser la conciencia del club. Porque nada ha cambiado.