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VALÈNCIA. (EFE).- Ya es un clásico, uno más de los que el paso de los años crea en Roland Garros: el español Rafael Nadal se mide al argentino Diego Schwartzman en las rondas finales del torneo, cuando el olor de la copa atiza las ambiciones.
En esta ocasión, el duelo medirá a los dos únicos tenistas que han alcanzado los cuartos sin ceder un solo set en el camino.
Será la tercera vez que se crucen sus raquetas sobre la arcilla parisiense en la que el español ha impuesto siempre su ley, aunque el argentino confía en ir recortando la diferencia con el gran dominador de esa pista.
El último duelo tuvo lugar el año pasado en semifinales, camino del decimotercer título de Nadal en Roland Garros, con el "Peque" en plena ebullición, recién jugada su primera final de un Masters 1.000, clasificado por fin para la recta final de un Grand Slam
Scwartzman vivía su mejor temporada y, además, había ganado por vez primera a Nadal a la décima intentona, en cuartos del torneo de Roma. Nunca antes había presentado tantos argumentos para destronar al español, pero el resultado fue contundente: 6-3, 6-3 y 7-6(0).
Nueve meses más tarde -la edición del año pasado se retrasó un trimestre a causa de la pandemia- el argentino vuelve a aparecer en el camino de Nadal y en esta ocasión con menos argumentos sobre el papel para saltarse la disciplina.
El argentino se mantiene entre los 10 mejores del circuito, condición que estrenó tras su buena actuación del año pasado en París, pero su paso por la tierra batida ha dejado menos huella que en 2020.
Antes de aterrizar a orillas del Sena, Schwartzman solo había ganado dos partidos sobre polvo de ladrillo, ambos en Barcelona y ante rivales con mucho peor ránking que el suyo.
Cuatro derrotas, en Montecarlo, Madrid, Roma y Lyon, generaron dudas sobre su capacidad a recuperar el momento de la pasada campaña y generaron una importante crisis de confianza en la mente del bonaerense.
Pero la capital francesa jugó su magia y el "Peque" ha logrado ya cuatro triunfos en París que han servido de bálsamo a su motivación, ascendente en vísperas de afrontar un nuevo duelo contra Nadal.
"Creo que estoy bien, cada día más cómodo (...) las victorias te hacen mejorar", asegura el argentino.
"Jugar contra Rafa es siempre un buen peldaño, buen momento para saber cómo de bien estás jugando, quiero estar allí", agrega.
El español afronta el duelo en una buena trayectoria, tras un inicio irregular de su temporada sobre tierra batida, que fue enderezando poco a poco.
Tras su derrota en cuartos de Montecarlo contra el ruso Andrey Rublev, conquistó Barcelona por duodécima vez, antes de perder en cuartos de nuevo en Madrid, pero de volver más fuerte en Roma, donde derrotó en la final al serbio Novak Djokovic.
El propio jugador aseguró que ese triunfo puso las cosas en su sitio y el reencuentro con su torneo predilecto ha hecho el resto, hasta el punto de que la imagen que ha dejado en París recuerda al de sus 13 anteriores conquistas.
El propio mallorquín asegura que está dando un nivel "alto y que va a más", una declaración de intenciones de cara al duelo contra el argentino, al que considera "un rival siempre duro".
"Además viene con confianza, porque su gira de tierra no había sido la mejor y aquí ha empezado a ganar partidos", analizó.
Pero Nadal está en plena racha. Encadena ya 35 sets sin ceder uno y la perspectiva de un 21 Grand Slam aparece como un acicate para él.
El camino es todavía largo y, entre medias, se yergue otra montaña, una semifinal que el ganador del duelo hispano-argentino tendrá que afrontar contra el serbio Novak Djokovic, número 1 del mundo, o el italiano Matteo Berrettini.
Mientras el serbio dejó dudas en su duelo de octavos contra el joven italiano Lorenzo Musetti, que le ganó los dos primeros sets antes de que el físico le dijera basta, Berrettini ha tenido un Roland Garros placentero y no tuvo que jugar su duelo de octavos por la retirada del suizo Roger Federer.
El transalpino, de 25 años, se convirtió en el primer italiano en alcanzar los octavos de los cuatro grandes y aunque en París juega sus primeros cuartos, ya estuvo en las semifinales del Abierto de Estados Unidos de 2019.
Djokovic busca su undécima final en París, torneo en el que ha disputado cinco finales y ha levantado una vez, el que menos de los 18 grandes que atesora. De hacerlo una segunda se convertiría en el primero que logra al menos dos coronas en todos los Grand Slam.