VALÈNCIA. Dijo Mehdi Nafti que quien quiera ver 'fútbol champagne', mejor será que no visite el Ciutat de València esta temporada. Lo cierto es que a pesar de que el Levante acabó despertándose en La Romareda, al equipo le cuesta descorchar la botella. Son dos empates a cero consecutivos pese a que las ocasiones no faltan. Ante el Zaragoza, llegaron a cuentagotas en el primer tiempo -de hecho, solo Wesley pudo perforar la meta de Cristian Álvarez- y casi a trompicones en la segunda. No existió, en realidad, el momento en que el elenco blaugrana fuese plenamente superior a su rival. Carcedo movió tantas piezas como Nafti y, mientras el Levante ahogaba al conjunto maño, el Zaragoza hacía lo propio con los de Orriols. Un desequilibrio que pudo costar muy caro.
Tanto es así que el fútbol lo pusieron los locales hasta que el Levante, casi por su condición de 'gallito' de la categoría, acabó aplastando poco a poco su pecho contra rostro aragonés. Cuando el técnico se da la vuelta y puede introducir a De Frutos en el campo, se evidencia una diferencia de plantilla que, por sí sola, puede decidir partidos. Y el segoviano pudo perfectamente decantar el de este sábado. No lo quiso así el travesaño. Además, también Campaña y un inspiradísimo Montiel engrasaron de verdad al Levante a partir de tres cuartos... pero la calidad individual no fue suficiente para que los valencianos cantasen victoria. Ni mucho menos para que dejasen de descubrir sus espaldas, porque en defensa el Levante sigue teniendo problemas para congelar partidos. Lo confesó Nafti entre líneas en sala de prensa cuando habló de generar y que el oponente no genere.
Los datos, además, hablan por sí mismos. El Zaragoza lanzó más que el Levante. 11 disparos por 8 de los granotas. Pero las cifras son más preocupantes si se desgranan los lanzamientos a puerta: tan solo uno -el de De Frutos, que acabó en al travesaño- por los dos que fabricados frente al Huesca. Son tres lanzamientos entre los tres palos en 180 minutos para el regreso a Segunda División. El pasado viernes los de Nafti empezaron mejor de lo que acabaron: desquiciados e incluso con algo de ansiedad. No se libró de ese quemazón por la necesidad de ganar que presentó el equipo en la capital aragonesa. Se notó cierta falta de oxígeno por un inicio peor en cuanto a marcadores que en relación a las sensaciones. Dos resultados 'gafas' hieren el autoestima de un grupo que tendrá que huir de cualquier paralelismo con el pasado para arrancar la máquina de una vez.