VALÈNCIA. Este no ha sido nuestro Mundial. Ni el del Valencia ni el de España. El concurso de los valencianistas en este Campeonato del Mundo podríamos tildarlo de más que discreto. La presencia de nuestros jugadores fue testimonial. Asimismo, también podríamos calificar de fracaso la eliminación de la selección española ante Marruecos en octavos de final. En cuanto al Valencia, ya no es que ninguno de nuestros futbolistas destacara, sino que su aportación fue nula o residual en la mayoría de los casos. Incluso incomprensible, como el tempranero adiós de Gayà antes de que el balón empezara a rodar. Lo de la selección… un fiasco en toda regla. De hecho, la Federación no tardó mucho en ajusticiar a Luis Enrique y a Molina, a los que señalan con el dedo como máximos responsables de la desfeta.
Personalmente, y consciente de que llevo la contraria a la opinión mayoritaria, ni siquiera la actuación del aplaudido Yunus Musah en este torneo me pareció brillante. Aunque el futbolista estadounidense fue el más acertado de los cinco que acudieron a la cita de Qatar, considero que su actuación tampoco fue sobresaliente. Para mí, quizás soy demasiado riguroso, Yunus no alcanzó el notable. Podemos discrepar si quieren en torno a la figura del centrocampista, (soy consciente de que se le augura un gran futuro y parece ser una pieza codiciada en la Europa futbolística), pero lo que no me pueden negar es que el rendimiento global de los jugadores del Valencia fue proporcional al de la selección española. En la actualidad, y nos pese lo que nos pese, el Valencia es a la Liga lo que España ha sido a este Mundial.
A día de hoy, el Valencia anda huérfano de una figura de gran dimensión y que deje huella en un Campeonato del Mundo. El mayor ejemplo de esto de lo que hablo fue la actuación estelar de Mario Alberto Kempes en el Mundial de Argentina 78. Superlativo. Sí, Mario Kempes, el mejor embajador de Mestalla. Ese al que Peter Lim y Layhoon despidieron del club de malas maneras, que no se nos olvide. Volver a contar en el Valencia con una figura de talla mundial como la del Matador se me antoja imposible. Porque la entidad está hecha unos zorros. Sin llegar a ese listón inalcanzable que marca Kempes, en el actual equipo tampoco tenemos futbolistas cuya presencia sea relevante dentro de un juego coral y que destacaron en un Mundial como lo fueron antaño Puchades o Igoa, y más recientemente los Marchena, Villa o Baraja por citar algunos ejemplos significativos.
Bajo este triste panorama, y ya con todos nuestros jugadores en casa, solo nos queda ese consuelo nostálgico de mirar atrás y reconocer a los exjugadores que dejaron poso en Mestalla. En estos cuartos de final que han concluido hemos vivido del recuerdo de Aimar y Ayala en el banquillo de Argentina (¡que grandes!), Otamendi trazando raya en la retaguardia ante Holanda, la proyección supersónica de Cancelo por la banda de Portugal o la dirección de orquesta de Deschamps como entrenador de Francia desde el banquillo. ¿La imagen?. Sin duda la de Kempes en el palco celebrando la clasificación de su país para la cita de semifinales contra Croacia. Pero aún así, sigo pensando que éste no ha sido nuestro Mundial.
Como ya he dicho, sin ya representación valencianista en el campeonato y en ausencia de figuras relevantes de las que sentirse orgulloso, podemos dedicarnos a realizar todo tipo de apuestas sobre quién ganará el torneo. Y mientras, podemos consolarnos con ese millón trescientos mil euros que el club va a rascar gracias a los que acudieron a Qatar y que servirá para aliviar nuestras delicadas arcas. Además, ¡qué narices!, ya tenemos a todos los nuestros en Paterna sanos y salvos. Entrenando a tope. Esa es la ventaja. Gattuso ha ganado tiempo. El técnico podrá preparar a conciencia ese encuentro de Liga del día 31 de diciembre ante el Villarreal. Porque ese partido sí que es nuestro Mundial…
