VALÈNCIA. Hay asuntos que a un valencianista le gusta leer y otros, como éste, que no. Procesado y asumido. Basta ponerse en la piel de cualquier aficionado del Valencia CF para comprender el profundo malestar con el culebrón Rodrigo Moreno.
En agosto, para su disgusto, se tuvieron que desayunar con un acuerdo privado de traspaso, real y cerrado, entre Peter Lim y Gil Marín, avanzado por Goal y ratificado por ambos clubes. El acuerdo, supeditado a la venta de Correa al Milán, se vino abajo cuando los italianos no pagaron a los rojiblancos, cuando Rodrigo se había despedido del vestuario y había estado a punto de pasar revisión médica con los colchoneros.
Un sainete que no merecían los aficionados chés, pero así fueron las cosas y así se contaron, porque nos pagan para contar lo que sucede y no para contentar oídos. Aquella historia rocambolesca, por cierto, la confirmaron punto por punto el propio Rodrigo, el entonces entrenador Marcelino e incluso el Atlético de Madrid. En ese verano, por los motivos que sean, Peter Lim quería vender y todo lo demás, es literatura.
Rodrigo se quedó en Valencia, feliz y comprometido, pero ningún valencianista de bien ignoraba que, después de lo sucedido, el tema volvería a repetirse con el pasar de la competición. Dicho y hecho. En plena competición y en un tramo decisivo de la temporada, el nombre de Rodrigo vuelve a estar sobre la mesa.
Ahora es el FC Barcelona el que aparece en el horizonte. Y ahora, como en agosto, la pelota vuelve a estar sobre el tejado de Peter Lim, porque quien paga, manda.
Así que el valencianismo – lógico, todos somos de carne y hueso-, está que trina. Si ya tuvo que tragar “quina” con lo de agosto, no quiere repetir experiencia en enero. No hay valencianista que no se sienta mosqueado con los tiempos de publicación de esta noticia justo cuando el Valencia tendrá que enfrentarse a los azulgranas en próximas fechas. Y no hay hincha del Valencia CF que se precie que no esté harto de tener que ver cómo uno de sus mejores jugadores siempre tiene que estar en boca del periodismo y de otros clubes. Se comprende.
El problema es que la llave del futuro de Rodrigo está en las manos de Peter Lim. Y como el que paga, manda, será él quien decida si Rodrigo se queda o si Rodrigo se vende. El Barça, que este verano está obligado a vender jugadores por importe de 124 millones de euros para cuadrar cuentas, se devana los sesos para saber cómo podría fichar a Rodrigo.
Y el Valencia, que por cuestiones presupuestarias necesita recaudar 40 antes del 30 de junio, hace números. Para el Barça, fichar a Rodrigo no es imposible, pero sí extremadamente arriesgado.
Con Jorge Mendes planeando sobre cualquier escenario de la negociación, el Barça sabe que su única posibilidad para ficharle sería ofrecer un intercambio de jugadores en la operación, que tendría que ajustarse a una cesión hasta el 30 de junio, con opción de compra obligatoria a partir del 30 de junio. Sólo así podría asumir su llegada. Eso sí, asumiendo que
tendrá que vender jugadores por más de 180 “kilos” en el próximo verano (sic).
Por su parte, el Valencia CF maneja ambos escenarios: el primero, que Peter Lim quiera vender ahora como quiso en agosto; y el segundo, que ni Rodrigo quiera marcharse con la temporada en juego, ni el club tenga necesidad alguna de comprometer su venta ahora mismo.
Por si acaso, el VCF también se está moviendo. Paco Alcácer- el hijo pródigo que Lay-Hoon decía que no se iba a traspasar y se traspasó-, quiere salir de Dortmund y los alemanes reclaman 25 millones para dejarle ir, bien con una cesión con opción de compra, bien con un traspaso inminente. Servidor no tiene ni idea de qué acabará sucediendo con Rodrigo Moreno – en caso de saberlo, se habría publicado aquí mismo-, lo que sí sabe es que el interés del Barça es real, que el Valencia CF lo sabe, y que, si llega una oferta en firme, todo dependerá de Peter Lim.
Cuestiones desagradables para el valencianismo, pero que no se pueden ignorar. La historia de Rodrigo, que va camino de ser un culebrón infumable, está consiguiendo un efecto doble: está inflamando al valencianismo de a pie y está volviendo a demostrar que el fútbol siempre es un negocio. En la humilde opinión de quien esto escribe, hay más opciones de que Rodrigo siga en Valencia de que haga las maletas, pero siente mal o siente bien, a uno le pagan por contar lo que sucede y no por apasionarse.
Si llega oferta, la decisión será únicamente de Peter Lim. Con toda la sensibilidad posible y sin ánimo de ofender a nadie. Así son las cosas y así se las hemos contado.