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Oh no, el valencianismo ha despertado

Entiendo que Limhoon y su sirviente crean que el problema es la afición. Lo es, si lo miras desde sus ojos. Es su problema. Porque la anestesia ha dejado de hacer efecto. De la gente con ellos a la gente contra ellos sin apenas solución de continuidad

6/01/2017 - 

VALENCIA. Oh no, una terrible noticia para Limhoon y su empleado instrumental García Pitarch. El valencianismo, contra todo pronóstico, sigue vivo. Está y se muestra. Durante el proceso de decadencia que vive el club desde hace un buen puñado de meses lo más peligroso no dejaba de ser la sensación de que, ocurriera lo que ocurriera, nunca pasaba nada; la resignación militante, un amplio sentimiento de frustración camino de quitarle la vitalidad a la hinchada y reducirla a espectadores callados y vencidos. 

El partido contra el Celta supuso un hito terrible y esperanzador. Terrible porque constató -otra y otra vez- que en el césped un equipo era incapaz de sobreponerse a sí mismo y naufragaba gravemente, pero esperanzador porque al otro lado de la línea había alguien: una gente enfadada que para empezar había decidido ir al estadio en lugar de quedarse vegetando. Supuso más: un acto oficial de contestación.

Claro que en todo episodio contestario hay cínicos, oportunistas y aprovechados que emplean el enfado para reivindicar sus propósitos egoístas. Los procesos levantiscos no son nunca sinónimos de pureza. Convendría distinguir. 

Entiendo que Limhoon y su sirviente crean que el problema es la afición. Lo es, si lo miras desde sus ojos. Es su problema. Porque la anestesia ha dejado de hacer efecto. De la gente con ellos a la gente contra ellos sin apenas solución de continuidad. 

No concuerda con quienes dicen que ahora no toca centrarse en Lim, que hay cosas más urgentes (la salvación). Si no toca ahora, ¿cuándo? Las protestas emocionales no pueden aplazarse. Tocan las dos cosas. La energía en contra de un propietario puede ser un perfecto aliado para proteger a un equipo (cuando haya alguien que pueda arrancarlo).

Eran constantes los avisos de que la administración Limhoon se estaba encastillando, que se había quedado sin filtros, que estaba aislándose completamente de la sociedad que les circunda. Los avisos fueron ignorados. Meriton ya ha perdido. Descuenta sus días. El síntoma más evidente es que en lugar de buscar parches y paños calientes (la especialidad de Limhoon desde su llegada) ahora rebotan febrilmente las culpas contra quienes les fiscalizan. No conciben, pobres, que la hinchada esté cabreada. Deben creer Limhoon y su asistente que la grada tendría que hacerles la ola por tener al equipo en la peor de las eras contemporáneas. 

Les venía mejor tener a la grada completamente anestesiada y dormida, haciendo un Suso (esto es, adaptándose a las circunstancias, sin rechistar o rebelarse). Una mala noticia para ellos, una buena para el Valencia: la grada, contra todo pronóstico, ha despertado. Lo sentimos. 

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