Lo que les voy a contar en el fondo es una chorrada absoluta pero no me resisto a compartirla con todos ustedes para ver si entre todos, en estos tiempos tan complicados y difíciles, conseguimos arrancarnos una sonrisa que seguro que no daña a nadie y que espero que nos arranque una pequeña sonrisa en nuestro rostro para desviar la atención a tantas jornadas tristes y antideportivas y para recuperar con una sonrisa lo que este canalla coronavirus nos está robando a todos día tras día.
Bien acompañado
Mi día a día, mi realidad actual, es que llevo un montón de días sin salir de mi casa -bueno, perdón, sí salgo a dar una vuelta con Kempes, mi perro guardián desde hace un montón de años, pero solo eso, una vueltecita de nada para combatir este maldito virus que nos tiene a todos confinados en nuestro hogar-, y he decidido hace ya un par de jornadas, incluso tres, hacer algo de deporte en mi propio hogar no vaya a ser que a mi edad, cuando todo esto haya pasado, no pueda dar ni un paso en condiciones por la calle.
Mis nanos alucinan
Soy realmente poco dado a las tablas de gimnasia y aunque he sido muy deportista en el pasado, incluso muy buen deportista, hoy en día me cuesta no perder la forma de puro ostracismo que a mi edad me acompaña casi todo los días de una forma formidable. Y convivo con dos nanos, mis hijos pequeños -tengo otro mucho más adulto que vive solo pensando en el gimnasio que regenta- y una mujer que es médico y que no para de currar todos estos días de una manera brutal y eso a mi me impone respeto hacia ella y todos sus compañeros y cierto grado de malestar y cabreo observando el mal trato que recibe normalmente todos estos días nuestro personal sanitario.
Voy medio loco
Bueno, en resumen, que me paso todos estos días en mi casa con dos nanos estupendos pero pequeños y un perro que no para de roncar al ser un poco mayorcito. Bien, sí, yo escribo todos los días y hago camas y comida y un poco de todo, pero en el fondo no comparto una conversación decente con nadie y solo el whatsapp me da algo de margen para compartir alguna conversación al uso en estos tiempos tan complicados. Bien, una vez descrito como es un día mío cualquiera debo decirles que tomé la decisión de no perder mi estado de forma y hace muy poquito días estudia una especie de tabla para hacer todos los días en mi casa y así recuperar cierto tono vital que se me estaba marchando de forma grotesca.
Y llega la lesión
Bien, me visto de corto deportivo y empiezo a hacer algo de trabajo para no estar anquilosado y recuperar cierta actividad que realmente sí necesito. Y voy a ello, mis nanos se ríen pero yo sigo empeñado en estudiar sus lecciones diariamente y en pegar unos trotes por donde sea para no perder ese puntito que separa al viejo del maduro de una forma incuestionable. Y oigan, en esas estaba, pasillo arriba pasillo abajo, con ilusión y firmeza, cuando me ha pegado un tirón de tres pares de narices en la pierna y ahora casi no puedo ni andar desde el baño a la cocina sin apoyarme dulcemente en la pared. Y acabo, seguimos a lo bestia con el coronavirus, mi mujer se mata a trabajar, mis nanos pequeños estudian y se aburren sin parar y yo voy de un cojo que me asusto hasta a mí mismo.