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¡Cómo ha cambiado el cuento... o no!

22/10/2020 - 

Hoy se escribe el punto final a una semana que se me ha hecho especialmente larga y difícil. Ver cómo el martes arrancaba la primera jornada de la fase de grupos de la Champions y comprobar cómo hoy hará lo propio la Europa League sin que el nombre del Valencia aparezca en ninguna de las dos competiciones es duro. No ver al murciélago alzar sus alas por el continente parece incluso antinatural pero, o mucho cambian las cosas a corto plazo -y pinta no tiene mucha- o no tendremos más remedio que acostumbrarnos a jugar un partido por semana…y gracias. Por no hablar de la situación de Kondogbia, del futuro más que incierto de Gracia, de los famosos mariachis, de los despidos en el departamento de comunicación y de tantas y tantas cosas. En eso, repito, casi mejor ni pensar.

Mañana o pasado o cuando les dé la real gana a la Liga, a la Federación, al CSD o a la vecina del quinto -¡vaya sainete lo de los horarios!- el conjunto che se medirá al Elche en un nuevo derbi de la Comunitat. Desde el 20 de marzo de 2015, los blanquinegros no saben lo que es visitar el Martínez Valero. Aquel día, el equipo que dirigía Nuno Espírito Santo redondeaba Las Fallas de la mejor manera posible. Un 0-4 que rubricaba la exhibición que todos habíamos visto sobre el césped. Un partido soberbio que cerró Otamendi con un cabezazo que el argentino celebró con saludo militar. Un gesto con el que valencianismo enloqueció hasta el punto de que las redes sociales se llenaron de cuentas con la mencionada foto. ¿Se acuerdan? Fue, tal vez, uno de los momentos con los que el proyecto Meriton alcanzó su zénit. Internet era un clamor en favor del nuevo orden. Cómo ha cambiado hoy el cuento, ¿verdad? Pues, con la mano en el corazón, pienso que no tanto. Sí en el ciberespacio, no en el día a día. Les explico.

Eran tiempos de vino y rosas...solo de cara a la galería. En las entrañas del club la realidad no era tan bonita. Porque realmente nunca lo fue. Mientras la administración Salvo sacaba pecho por el 'buen trabajo' realizado, algo que sería abiertamente debatible, el agente del jugador cuya fotografía llenaba las cuentas de twitter le transmitía al entonces presidente que Nico quería marcharse. Al mismo tiempo, el Valencia de Valencia empezaba a vivir en carne propia como el Valencia de Singapur hacía y deshacía a su antojo. Vamos, que Peter Lim escuchaba antes a Jorge Mendes que a Rufete. Circunstancia que a nivel interno no les debía sorprender en exceso ya que les hicieron despedir a Pizzi para firmar al propio Nuno, a pesar de que la continuidad del primero había sido ratificada públicamente.

Luego llegarían muchos otros ejemplos: Bakkali, la compra de Cancelo por 15 millones y por supuesto, Rodrigo Caio. El frustrado fichaje del brasileño que acabó con la dimisión del entonces presidente y su dirección deportiva. Tras este terremoto, llegarían momentos complicados con dos decimosegundos puestos, Neville, Ayestarán...y un largo etcétera que casi mejor ni mentar. Lo hago, simplemente, para que nos demos cuenta de que, con Meriton al frente, las cosas siempre han tenido un color bastante similar. Únicamente la figura de Mateu Alemany supo lidiar con las reglas del juego. Ni siquiera quiso pelear contra ellas. Las asumió y con mano izquierda ganaba pequeñas batallas. Que no es poco, pero hasta ahí. Porque hasta el Valencia de los éxitos asumió que las decisiones importantes se tomaban a trece mil kilómetros de distancia y que al propietario nadie, absolutamente nadie puede llevarle la contraria. O si no, que se lo pregunten a Marcelino.

La diferencia de entonces a ahora, tal vez, sea que Peter Lim ha perdido la poca ilusión que todavía le quedaba por el club de fútbol y que el Valencia ha pasado a ser una empresa más de su holding. Y como tal la trata. Ingresos menos gastos igual a rendimiento. Punto. Y si los números no cuadran...acaben ustedes mismos la frase- Es el riesgo que corría una entidad centenaria durante el proceso de venta. El máximo accionista tendría el poder absoluto y como tal, lo ejerce. Nos podrá gustar más, menos o nada. Pero nunca mejor dicho, es lo que hay. Lo que hay ahora y lo que había con el equipo en Champions e incluso cuando todos tocamos el cielo el 25 de mayo de 2019 en Sevilla. Démonos cuenta.  

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