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opinión pd / OPINIÓN

Propietario: Meriton Holdings

2/07/2020 - 

VALÈNCIA. La mejor forma de conocer al prójimo probablemente es cuando sobreactúa. Cuando sobreactuamos se nos ven nuestras costuras, nuestras necesidades, nuestros complejos. Meriton -va, qué demonios: ¡Lim!- no encontró mejor salida a la nueva sacudida societaria que asignarse el éxito histórico de un 0-1 en fase Champions. El detalle, tan chusquero, definía una manera de querer ser: el complejo de la proyección internacional, por una parte, y el adanismo de creer haber inventado la Coca-Cola, por otra. Un Ajax 0, Valencia 1, no es, querido holding, ningún suceso histórico. Todavía menos un buen resultado que usar para escupir a tu propia comunidad local.

La simbología de la Administración Lim supura con constancia la sensación de que importa más justificarse ante el exterior que responder al interior. Importan más un par de entrevistas para medios extranjeros, que la reputación del entorno local. La mezcolanza entre victimización y arrogancia. De aquellos vientos, este Ajax 0, Valencia 1. Un detalle, pero algo más que una anécdota.

Lo bueno es que ya tenemos claras muchas cosas. Lo mejor es que con tanta insistencia, los Lim han unificado facciones aparentemente irreconciliables y ya prácticamente logran la unanimidad en su contra. Parecía difícil en un club que hace un año ejercía de buen modelo de reconstrucción. 

Los Anil, los Kim, tan solo son piezas pasajeras del entramado. Lo que lo fortifica es precisamente la diferencia kilométrica. Estamos condenados a golpearnos contra el enemigo invisible. Una vez reemplazado Anil Murthy, la diana será otra. Apenas supondrá un entretenimiento. Otra bala lanzada al azar. Mientras, la perpetuación de un modelo que emplea al club como una herramienta y no como un fin. Y sí, ya sabemos que tú lo adelantaste y sabías antes que nadie que esto sucedería tal que así.

Las pocas dudas que quedan tienen que ver con la interpretación de la coyuntura. Si Lim entiende que es un momento lo suficientemente delicado como para hacer apuestas seguras y de reconciliación (como fue el movimiento de Marcelino y Alemany) o si prolongar el verdadero modelo de gobierno de los entrenadores dóciles y con escaso pedigrí, de los directores funcionarialmente fieles. La gestión del club tiene más parentesco con los péndulos bursátiles que con el raciocinio deportivo. 

Insiste el propietario en recordarnos que lo es. Propietario: Meriton Holding. Y es entonces cuando desnuda su debilidad. Nos debe hacer memoria sobre quién manda aquí. No sois vosotros, súbditos de grada y garrafón (ahora, incluso, sin grada), soy yo. Vendrán tiempos de alternativas y fantasías, de nuevas ondas democratizadoras, mientras la propiedad ejerce un tira y afloja todavía más cruenta para demostrar que todos, salvo ellos, andan equivocados. Mientras, se seguirá desgarrando el tejido que viste a la entidad. No hay novedad ninguna. Es un bucle. Solo que poner a prueba continuamente la resistencia tiene el peligro de romper las últimas costuras. Ya puestos deberíamos pedir que quien quiera presentarse como alternativa se mire al espejo un par de veces antes de hacer el ridículo.

Pidamos, también, que quienes nos dan la murga con la necesidad que tienen de ‘dejarse el Valencia’, quienes remueven odas a la refundación, se busquen ese club idílico de su Ítaca privada y se monten su equipo de salón. El Valencia es incluso cuando no nos gusta lo que es. Especialmente en ese momento.  



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