Un órdago al futuro con buena lógica bien recibido por un aficionado que -en general y no es una crítica- anda siempre más preocupado por tener un equipo competitivo que por un balance económico holgado...
VALÈNCIA. De vez en cuando resulta instructivo bucear en las redes sociales para ver por dónde ‘sopla el viento’. Puede encontrarse y se encuentra en ellas una buena muestra del sentir de la calle y la calle es sabia. Cierto es que para ello toca calzarse las botas y estar dispuesto a chapotear en el barro porque también en ellas anida, en ocasiones, una violencia verbal poco gratificante. Aunque tampoco resulta muy difícil separar el grano de la paja, sobre todo, obviando directamente a aquellos que se esconden tras seudónimos porque: o son cobardes o forman parte de ‘maniobras orquestales y orquestadas’ muy lejos de la espontaneidad y de la sinceridad que uno busca cuando se dispone a recibir opiniones libres. Una de las corrientes mayormente recurrentes tocando al final del mercado de fichajes lleva por título: “¿Dónde están aquellos que decían que el Valencia estaba obligado a vender?” Pueden abortar la cacería que la respuesta es muy sencilla: están en el Valencia CF SAD. Más concretamente ESTÁ en la Dirección General del Valencia CF porque fue el propio Mateu Alemany quien, en repetidas ocasiones, elevó a categoría de público la necesidad del Club de obtener una importante cantidad de dinero en concepto de venta de futbolistas. Luego... no fue el invento de ningún periodista y sí la exposición pública de una realidad expresada por quien está al mando de la nave.
Hecha la aclaración para evitar pérdidas de tiempo a aquellos que andan buscando a “los que decían ...”, sí ha terminado resultando una evidencia que, o se trataba de una estrategia de distracción por parte de Alemany o, simplemente, ha habido una cambio radical en la política del Club y del propietario con respecto al futuro económico - deportivo del Valencia CF porque pasar de tener que vender por valor de 50 a invertir más de 100 supone un cambio de rumbo importantísimo y, por encima de todo... una gran apuesta. Un órdago al futuro con buena lógica bien recibido por un aficionado que -en general y no es una crítica- anda siempre más preocupado por tener un equipo competitivo que por un balance económico holgado.
Con dicha política el Club da un paso decidido y no exento de riesgos hacia el crecimiento económico desde el éxito deportivo haciendo una importantísima inversión para intentar conseguirlo. Vamos, para que nos entendamos... se trata de pasar a jugar abiertamente al ataque con todo el atractivo que despierta y, al mismo tiempo, con todo el peligro que comporta. Una estrategia que se leerá como valiente si sale bien y que se interpretará como suicida si la pelota no entra. Bien es cierto que si ha habido algún instante de la historia reciente del Club en el que se podía poner un coche de carreras de tal cilindrada en manos de un entrenador y un Director General-Deportivo es este y no otros. Con Marcelino y Mateu dirigiendo el “cotarro” el vértigo es menos vértigo. Y también lo es que hay un Señor jugándose la pasta que ha invertido en el Club y al hacerlo adquirió el derecho a manejar los hilos como estime oportuno y que , al ver el desastre al que estaba empujando al Valencia ha sido capaz de reconducir su desgobierno dejando la parcela deportiva en manos expertas.
Aparcado, por tanto, el discurso de la estrechez, encomendados a la sabiduría de Marcelino y es pizca de suerte tan necesaria siempre en el fútbol y en la vida, sólo nos queda esperar que se cumpla el sueño: que todo lo que tan bonito pinta sobre el papel, termine pintando igual de bonito sobre el terreno de juego.