Hoy es 15 de octubre
VALÈNCIA. Volvió Mario a Valencia y encontró lo que merece, una ciudad entregada a su mito al que respeta admira y venera.
Lo reconozco, cuando hablo de Kempes no soy objetivo fue el ídolo de toda mi generación, nuestro primer campeón del mundo, símbolo y bandera de un club que tuvo en el argentino a un exponente absoluto de la identificación con unos colores en todo el planeta tierra. Cuando aún no se sabía nada del fútbol japonés, el Valencia ya jugaba allí partidos contratado a muy buen precio gracias al innegable tirón de nuestro 10.
Con el tiempo, esa figura se fue agrandando y fue calando aún más en la afición valencianista y ese es su gran legado. Continuar siendo el máximo exponente del valencianismo a nivel mundial tiene un mérito incuestionable teniendo en cuenta que 25 años después de su llegada el club vivió a nivel global su mejor época con dos ligas y una Copa de la UEFA.
Pero la figura de "El Matador" se mantuvo inalterable al tiempo y al peso de los éxitos de otras épocas y se hizo incluso más grande y más fuerte. En una idea tan acertada como populista, Salvo le nombró embajador del club, pero Mario es un verso libre. Además, con el tiempo ha aprendido a explicar sus razones y sus porqués. Desde la tranquilidad que siempre le acompañó, desde la ausencia de ego que le definió como futbolista cuando era una estrella mundial. Hace ya tiempo que los goles los marca Kempes con la palabra.
No calló ante el desastre de Lim, en Valencia. Eso le valió la crítica de algunos arrastrados y que Meriton lo fulminara en 2017 del cargo de embajador. Eso no calló al argentino porque él el cargo de embajador lo lleva cosido a su nombre como nos dijo el año pasado en una entrevista concedida a "90 Minuts". Esa es una realidad palmaria por más que moleste a los arrogantes dueños del club a los que duele ver como todo su dinero no sirve, ni ha servido, ni servirá para levantar ni un 0.5 % del respeto y admiración que despierta "El Matador".
Por eso le han pagado siempre con el desprecio y el ninguneo. Más allá de algunas frases de desprecio de Anil Murthy que provocan la más profunda de las arcadas, el año pasado asistimos a una muestra más de este desprecio centrado en alguien sobre el que no pueden ejercer su censura, y que no se arruga ante sus presiones. Kempes vino a nuestra ciudad en octubre de 2021 y el club obvió su visita, la opacó, le hizo una absurda y vomitiva luz de gas.
No le dedicaron ni una línea, ni una imagen, ni 30 segundos en ninguno de los medios oficiales del club. Como si no existiera, como si no hubiera venido a la ciudad. Otra muestra de la arrogante y soberbia respuesta de Meriton a la historia del club. Lo de la disidencia lo llevan bastante mal, y lo de que se venere a alguien que no sea ellos y su dinero, lo llevan peor.
Mario sigue ejerciendo el valencianismo por donde pasa. Hablando sin tapujos pero desde el respeto y la sencillez del desastre de gestión que ha hundido a su Valencia. Habla con un sentido de pertenencia como el de cualquiera de los que cada domingo sufre con el club de sus amores, porque Mario es tan grande como nuestro. Es tan sencillo como venerado.
Volvió a marcarle un gol a Meriton por la escuadra cuando rechazó la invitación que, con fines propagandísticos, el club le realizó -ahora sí- en su actual visita a nuestra ciudad para asistir al encuentro ante Osasuna. Esa moto de los vientos de cambio en Meriton no la compra nadie. Por eso el "no" de Mario a ir a Mestalla es un acto puro de valencianismo que ni siquiera Pang Ong, Kojama Khalimudin y Kim Koh -presentes ante Osasuna- podrán llegar a entender aunque vivan 70 vidas más.
La libertad de Kempes hablando el viernes sobre el día en que estos tipos se marchen o la sencillez de acudir el domingo a la falla Exposición en lugar de irse a comer al reservado de un exclusivo y caro restaurante de la ciudad, le convierte aún más en símbolo de libertad. Le convierte en un grito liberador de gol frente a las órdenes que cada 15 días el club le da a la empresa de seguridad que tiene contratada en Mestalla para que intimide a los socios que pretenden tomar imágenes de las protestas, para los que les requisan pancartas o adhesivos de protesta contra el sátrapa que tiene el club secuestrado. Esa serie de actos que demuestran que los nuevos tiempos de Meriton de transparencia, libertad y respeto por los aficionados son más falsos que los discos de Milli Vanilli.
La negativa de Kempes de prestarse a esa pantomima de una propaganda nada fraudulenta y de una censura cada vez más evidente fue otro gol más de "El Matador". Y ese gol se gritó tanto o más como los que hacía en Mestalla. Porque ese "no" fue otro gol más de Mario y en la celebración se abrazó con todo el valencianismo.